31 de julio de 2005

Pablo: La selección natural



Me quedé observando al grupo de candidatos, a cierta distancia del sofá.

No me veía hablando con ellos, todavía. Necesitaba pensar. Aunque estaba dentro de la casa y esperaba instrucciones para comenzar con las pruebas de selección, no encontraba respuesta a mis preguntas:

¿En qué consistía el trabajo para el que nos habían convocado?

¿Existía alguna relación entre esta ett perdida en la provincia de Toledo y alguna de las firmas a las que había enviado mi currículo?

¿Acaso lo había enviado yo directamente aquí?

Estaba tan ensimismado que no había sido consciente de mis actos. Noté un sabor extraño en la boca. No lo reconocí al principio, pero mi cerebro me ayudó. Sabía a, a… Mientras andaba encerrado en mi caja –cráneo, mi sistema parasimpático se había dedicado a mover mis manos y dedos, a hurgar aquí y allá y a terminar por introducirme un asqueroso –bueno, no tanto,- balín de nariz en mi boca.

Y yo andaba zurrándole al sucedáneo de chicle, vuelta va, vuelta viene, entre los incisivos y el belfo.

Miré hacia la puerta.

La émula de madame bovary estaba apoyada en el marco, con un lápiz de pin y pon color fresa ácida en una mano y una libreta de los cuatro fantásticos en la otra.

Me observaba con repugnancia. Seguramente me observaba desde hacia rato.

Seguro que había visto cómo hurgaba en las fosas nasales –al menos en las mías.

Bueno no estaba seguro, pero confiaba que los automatismos cerebrales no hubieran llegado más allá, a hurgar en nariz ajena, por ejemplo.

Me puse nervioso. Si me había visto podía despedirme del puesto. Salvo que fuera una oposición a porquero. ¿Hay granjas de cerdos en Toledo? ¿Fábricas de purines, quizás?

Mejor no imaginar.

Empecé a jadear, con un ataque de ansiedad que podía acabar en pánico, no podía respirar, me ahogaba...

Tosí con virulencia y lo que tenía entre los dientes, aquello, saltó hacia delante, yendo a parar a la coronilla del… panocho del sofá, el candidato cuya faz me era familiar.

Se volvió. La conversación del grupo fue sustituida por el silencio, peinó su cabeza con la mano derecha, observó lo que había recogido en ella después de la excursión por su cráneo, miró con asco el descubrimiento, con rabia hacia mí.

Saltó sobre el respaldo del sofá, lo volcó con violencia en su desesperación, dejando a otro candidatos patas arriba. Antes de llegar hasta mi pude vislumbrar la ropa interior de alguna de las personas que habían perdido la compostura.
D
e mejor calidad que la mía, indudablemente.

Tangas de victoria secret’s y boxers de clain.

No distinguí si eran de hombre o de mujer los traseros que habían suplantado las cabezas de esas personas, no era el momento.

El panocho se abalanzó con el puño cerrado y lo lanzó contra mí.

Interpuse el periódico 20 minutos que llevaba enrollado en la mano izquierda entre su martillo pilón y mi rostro, y hundí la cabeza sobre el esternón, para proteger las gafas y los empastes.

-¡Zas! Sonó el puñetazo, seguido de un sonoro ¡Clonc!

Como un golpe contra el suelo, pero en realidad fue el resultado del estallido de su puño contra mi cráneo.

-¡Ay! Con la mano colgando de su brazo, los dedos desabastecidos de energía, como un puñado de hojas de acedera que hubieran pasado demasiado tiempo al sol, los hombros hundidos, las lágrimas brotando.

Las personas del sofá habían recuperado la compostura.

Dos mujeres se acercaron a la mole panocha, a consolarla.

La mucama francesa se aproximó a mí.

-¡Qué valiente es usted, Pablo!

-Me estremecí. Sabían mi nombre.

Las dos piernas que yo presumía gabachas no sólo se dirigían a mi a través de la boca de su propietaria…conocían mi nombre. Estaba a punto de recuperar el resuello, incluso la alegría. Aunque lo del panocho tenía muy mala pinta.

Esos dedos, desmadejados, como ristra de morcillas deshecha, como… se lo llevaron de allí a no se dónde. Mientras se marchaba, me miró, con lágrimas en los ojos, entre súplica y perplejidad.

-¡Hasta luego! Dije, con un hilo de voz.

Mi hermana tiene razón, A veces soy un imbécil.

-¡Vaya con Marie! Las pruebas físicas comenzarán en unos minutos. Usted, Pablo, se ha ganado cuatro puntos sobre 10 posibles en defensa personal. ¡Felicidades!

La única pelea que había ganado en mi vida fue en aquella ocasión donde conseguí que el nudo de la corbata no acabase estrangulándome. Y para ello necesité la ayuda de mi hermana, que escuchó mis estertores.

Marie, la mucama, me cogió del brazo y me condujo por un largo pasillo hasta una sala pequeña, donde había un jergón, un lavabo y un terrario con mangostas.

-¡Siéntese en la cama, Pablo! Voy a hacerle la manicura antes de que le llamen para las pruebas físicas.

El corazón se me aceleró. Las mangostas me observaban desde el terrario. Marie se agachó, me quitó uno de los zapatos y el calcetín, introdujo unos algodones entre mis dedos del pie izquierdo, lo apoyó en sus muslos y comenzó a recortarme las uñas con unos alicates de ortopedia.

-¿Manicura? Balbucí.

-¡Perdón! ¿No se dice así? Como soy francesa.

¿Puede alcanzar 210 pulsaciones un corazón tan blanco como el mío? Seguro que puede.



Etiquetas:

30 de julio de 2005

Reflexión: Dinero por trabajo




Los responsables de las empresas de rating, la prensa económica y los asesores financieros, los verdaderos amos del cotarro del valor de las acciones y los que empujaron a la gente a comprar terras y repsoles en aquellos años de capitalismo popular, se excitan con la idea de puestos de trabajo de muy baja calidad, reducción de empleo y sinergias, un termino que reinterpretan sistemática pero conscientemente mal.

Para esos individuos, apretados de conformidad social –todos piensan igual, son clones- la fusión de cualesquiera dos empresas genera sinergias que se traducen en la salida de unos cuantos miles de humanos de sus instalaciones.

El nombramiento de un nuevo presidente en una compañía en dificultades les provoca el mismo nivel de excitación. Si les preguntas cuál es el objeto de una empresa, te dirán que ganar dinero para los accionistas, generar valor para los mismos o cualquier otro convencionalismo similar.

La gente juega a la lotería para ganar dinero.

El objetivo principal de una empresa es otro. Si no, ¿Qué hacen gastándolo en memorias y procedimientos de responsabilidad social corporativa, viabilidad futura, seguridad de uso del producto, patrocinio de eventos y ongs, engañarnos?

Los beneficios de una empresa son el resultado de una buena gestión y garantizan su futuro. Por eso hay una partida en el balance que se llama capital y reservas. Para cuando las cosas no vayan tan bien, poder seguir adelante, ¿no?

“El éxito descansa en un sistema de distribución intensivo de mano de obra mal pagada, subcontratada a alguna empresa de trabajo temporal”, dice un periodista a propósito de una empresa de distribución de productos de consumo por internet.

Apenas 7 dólares a la hora es lo que ganan los trabajadores en muchos oficios, en el Imperio. La mayoría de los que viven haciendo este tipo de tareas tienen dos empleos. Igual de mal pagados.

Por ejemplo, estos son dos de los trabajos vitales en amazon:

empaquetador y emailador.

Personas que empaquetan a destajo los pedidos de los consumidores.

Docenas de emailadores, personas que contestan con prontitud las solicitudes y dudas de los consumidores:

-¿Ha salido mi pedido ya?
-¿Dónde está mi pedido ahora?
-¿Porqué no llega mi jodido pedido ya?
-¡Me cago en todos vosotros! ¡Pues ya no quiero mi pedido! Ahora quiero…

Otro gran empleo es el de limpiador (Janitor), personas que bruñen el metal de las ventanas y del edificio de las grandes empresas -ya estén ubicadas en el Imperio o tengan la sede en Barna, Bilbao o Madrid- y que apenas pueden pagar un sitio donde dormir, por lo que comparten con otras familias habitaciones y pueden caer en las redes del metro cuadrado de subarriendo.

La red del subarriendo es otro modelo de plusvalías, otra grandeza capitalista.
Así funciona: Alguien te adquiere el piso que has puesto en alquiler. Luego realquila a otras personas parcelas del espacio que te ha alquilado. El precio de las parcelas en su conjunto es superior al precio del alquiler que ha contratado. Fácil, ¿no?

Así que los Janitors juegan compulsivamente a cualquiera de las loterías con que todos los gobiernos entretienen a su grey. Fantástico.

Entretanto, los fundadores de las grandes empresas de Internet, tan admirados por la industria del píxel, son ensalzados por cientos de periodistas que escriben sobre la bondad de los sistemas de ventas por Internet, la libertad que nos han dado y la enorme capacidad intelectual que acumulan estos individuos, ya se trate del dueño de amazon, los fundadores de yahoo o el cocinero de google, a quien le hicieron debutar en la presentación de resultados financieros. Apareció facilitando los resultados en términos de consumo de proteínas y grasas.

Costco, una empresa de distribución hard discount, del estilo dia o lidl, pero con un surtido más amplio –por ejemplo, puedes adquirir un sofá de piel por un tercio de su precio en una tienda de muebles, o un pijama, o elegir entre cuatro marcas de dentífrico, pero no tienes 22 marcas de detergente, como en el carrefour- y que compite con walmart, el gigante de la distribución estadounidense, les paga algo mejor que el resto de competidores .

Así por ejemplo, sus trabajadores pagan el 8% del coste del seguro médico, mientras que en la competencia han de soportar el 25% de ese coste.

Estas cantidades se descuentan directamente de la nómina, claro.

Los analistas financieros le advierten a la empresa que esa generosidad puede redundar negativamente en su valor en bolsa.

Aquí en España, Mercadona ha reducido la rotación de su personal a partir de mejoras sociales simples como hacerles fijos, permitirles que trabajen cerca de casa o creando guarderías.

Empresas como el Pozo, de fabricación de embutidos, también tienen una política de ventajas sociales de ese tipo.

Incluso disponen de un servicio de ayuda psicológica para sus trabajadores: problemas de alcoholismo, depresión o conflicto familiar pueden ser asesorados por un servicio psicológico gratuito, ofrecido por la propia empresa.

No son medidas gratuitas, claro.

Tienen una rentabilidad obvia para la empresa. Menos rotación de la gente y mayor productividad, porque el trabajador se compromete con quien le trata bien.
Y es evidente que están mejor que en otros sitios asquerosos para trabajar.

Volviendo a los admirados de internet. ¡Joder! Si has estudiado Informática en Stanford y no tienes un proyecto de fin de carrera que tenga que ver con los bits, ¿Qué coño has estudiado?

Igual que muchos de los mejores abogados del Imperio han estudiado en Harvard y /o en Yale, la mayoría de los dominadores del business de los bits proceden de Stanford y del Instituto Tecnológico de Massachussets.

Sociología de la influencia o conformismo social, llámalo como quieras. Muy pocos de ellos van a hacer otra cosa. Es lo que saben hacer.

Si en Níger eres “un esperanza de vida 42 años”, en Stanford serás un jodido proyecto de geek informático. Conformidad social prefiero denominarlo.

Claro que el conformismo social puede alterar el juicio como dice Sandra Blakeslee en un artículo en diario el país, del jueves 14 de julio de 2005, en el suplemento del New York Times a propósito de la investigación de Gregory Berns sobre los antiguos experimentos de Asch.


Normal, ¿no?




26 de julio de 2005

Pablo: Mortal necesidad, necedad



La casa, de estilo moldavo tardío, por su porte, o manchego por su aspecto, delimita al Norte con un arco voltaico antimosquitos (diptera culicidae le llaman a los mosquitos, malos, malos, malos), embutido en una malla de pescador tipo nasa, como esas que cuelgan en los mesones dedicados al mar o a los motivos marítimos.

Al fondo, siguiendo la línea del horizonte, se abren dos senderos en i griega, uno hacia el orto, plagado de bitácoras y otros elementos marinos, como zapatos estilo náutico, nikis, playeras, victorias, piratas de algodón elástico, vasos mini de 16 litros de capacidad –para uso individual-, tickets del barco que da una ronda por los acantilados de Tetuán en las playas de Martil, y el esqueleto de una plañidera original de las Azores, cuya última lágrima se ha convertido en un osteolito sobre su propia –q.e.p.d.- cuenca orbital izquierda.

Toda una promesa de trabajo y prosperidad, porque aquí parece que derrochan.

El camino del Oeste da a la casa. Más limpio.

Umbría, con plenitud de calma y un matojo de verdín, plantado en abril, quizás a destiempo.

Pulso la campanilla de la entrada y a los 6 minutos, por mi reloj, aparece una señora joven en la puerta, ataviada como madame Bovary, salvo por el error que le supongo en el atavío al hecho de que cubra sus hombros con una clámide romana.

-¡Buenas tardes!

-¡Hola! Vaya, considero una imprudencia en este momento acogerme a una salutación tan impersonal y dolomítica, por su antigüedad, una especie de ¡Haw! indioamericano, exclamado a destiempo.

- Que vengo por lo del trabajo.

-¡Así que es usted!

Me falta el resuello, no consigo recuperarme a tiempo de esa expresión tan afectuosa. No ha captado el ¡hola!, me ha sonreído y, en un acto de lealtad al hecho de ser humano, ha abierto la puerta de par en par, digo, de apr en par. La emoción por lo que ya he logrado en mi búsqueda de empleo, me invade. Nuevamente, exudo la sonrisa del vencido, mejor aún, del ganado.

- Me llamo Pablo, Eresunapringosa De Losmonegros.

-¡Cómo? ¡Cacho cabrón!

Me golpea con el paraguas japonés que blande entre sus dedos, mientras intento parar su engavilanada con los restos del 20 minutos que aún arde en mi mano…

-¡Señora! Por favor. ¡Ese es mi nombre! Apuro a balbucir, mientras me zurra con un golpe estilo garatusa entre los desinflados molletes, otros tiempos mofletes.

-¡Basta, bruta! ¿Cómo he de decirte, Blanca de mis entrañas, que no has de tratar al vecino como extranjero, si no como sino de los cielos?

-¡Pasad, señor, pasad! ¡Os esperábamos!

Quien así habla es –como supe luego- el responsable de detección y gestión del talento de la firma, Serafín Almagro De La Pandemia, abogado e hipnólogo, título que obtuvo en la Universidad Católica de Lovaina, U K Levein.

-¡Tómese un yogur griego, en prueba de desinanimadversión!

Me habían brotado las lágrimas mientras una mucama francesa –esas piernas , tan francesas, esa falda tricolor,mimi c’est moi, me imaginaba, de un modo inoportuno y abyecto- vertía sobre una copa esa mezcla de leche agria batida, fermentos lácticos y eneldo, característico de las tierras del interior del Ática. Supongo, claro.

-¡Llega usted a tiempo de prepararse para las pruebas físicas!

-¡Pero..! Balbucí, como suele acontecerme en estas circunstancias en las que la determinación puede conducir a destinos más prometedores a cualquier otro ser humano.

-¡Siéntese y saboree el refresco lácteo! Parece usted estragado por el viaje. Por cierto, ¿ha venido en vehículo?

-Así es. Me han dejado a la altura del puente.

-¡Bien, bien!

La joven señora me observaba desde la entrada a la sala en la que me encontraba ahora.

Cuando me tranquilicé eché una mirada alrededor. Vi a varias personas sentadas en un sofá frente a un espléndido mirador que daba a un pequeño huerto. Sólo veía sus cabezas, pero una de ellas, panocha, me recordó a alguien, aunque no caí en ese momento.

-¡En unos minutos vendremos a por usted!, sonrío Serafín, bueno, don Serafín.
Aguanté la respiración y cual tragaldabas de prestado acabé la infame bebida, preparándome para las pruebas que me aguardaban.



Etiquetas:

25 de julio de 2005

El guru, Momo y los ladrones de tiempo




El verano es demoledor.

Incluso a los gurus les da por currarnos a los humanos trabajadores. Y le habrán retribuido por insultarnos.

En el EPS -el dominical publicitario del diario el pais (34% de páginas publicitarias de consumo, ese día, y eso que no es gratuito)- del domingo, 24 de julio.

Nos echa a los perros por perder el tiempo y robarle –más o menos lo dice - a la empresa. Joder con la inteligencia emocional de los tipos estos. Mala hostia se gastan.

Según el guru: El ciudadano medio americano pierde un año de su vida buscando cosas que no sabe dónde ha dejado.

Según sus cálculos, si perdemos 18 minutos al día, suponiendo que vivamos 80 años –¡será optimista!- eso supondría un año de nuestra vida desperdiciado.

Yo opino que la media no está en 80 años ni para las donas de la burguesía catalana, aún.
Y mucho menos a nivel mundial. Aquí vale todo. Bueno, para algunos.

Con orden y disciplina se podrían recuperar los 18 minutos, según el guru.

Ya. Lo que ocurre en la naturaleza es que en la búsqueda de un objeto, serendipity, que es un buen aliado, permite encontrar otros que no estábamos buscando.

Como resultado, la pérdida de un poco de tiempo se equilibra con la no necesidad de volver a buscar el objeto localizado al albur. Todos contentos.

Tu cerebro, porque al final encuentra algo; tu jefe - es que el guru habla, en general, del tiempo de trabajo perdido, claro-, porque le das una alegría al haber encontrado los papeles del contrato de no se quién y tú, porque no le das la razón a quienes piensan que eres un despistado.
Sólo organizas de otro modo.

De hecho, la organización espacial que practican algunos investigadores, escritores y humanos en general, acelera la localización de un objeto, ya sea un texto, una china de costo o el último libro del Alex Rovira.

Otra del mismo autor: Vivimos lejos del trabajo, por culpa de la carestía de la vivienda. Así que perdemos el tiempo en el traslado.

Yo no lo veo así: Las empresas se han ido trasladando al extrarradio a lo largo del tiempo, por lo que muchas personas se dirigieron a ellos, cambiando incluso de vivienda.

Más tarde, las empresas volvieron a jugar a las plusvalías y al beneficio atípico -Telefonica, Flex, Renfe, ... hay unas cuantas que han equilibrado resultados con la venta de sus terrenos para hacer viviendas libres-, por lo que les volvieron a dejar con el culo al aire.

De hecho, hay preadolescentes en Móstoles, por ejemplo, que no conocen el centro de la capital. No han ido salvo en contadas ocasiones, algunos, incluso nunca.
Ni mamá ni papá tienen ganas de moverse de allí cuando la empresa les permite librar.

Si la empresa se va lejos, tú no cambias a otra empresa, obviamente, así que la sigues.
No con toda la familia, claro, sino con lo que puedes.
Aunque en breve te van a exigir que lo hagas con toda la familia.

¿O es que hay teletrabajo disponible para un albañil en el futuro?

El guru deja entrever que la empresa podría impulsar el transporte colectivo a la misma.

Eso ya existió durante décadas.

No montaba ni un jodido directivo.
Bueno, alguno ha montado. pero no se tienen noticias de él.
Sólo los trabajadores de convenio.

Así que, cuando pudieron, los trabajadores, no siendo tontos, se alejaron del autobús.
¿Porqué? Porque ir en autobús era sinónimo de poco futuro en la empresa.

No había posibilidad de acudir a las reuniones informales -a las que también critica- o de quedarse a la castaña de reunión oficial que organizaba sistemáticamente el jefe después de la hora de salida del autobús de empresa.
Mal asunto.
Poco ecológico para tu futuro en el falansterio, la comunidad o la casa de lenocinio.
Cada uno denomina a la empresa en la que curra como quiere.

Mi opinión:

La gente no pierde el tiempo en el transporte público.
Unos ojean la prensa gratuita, otros recuperan sus neuronas con un sueño, tipo rem rápido -un sueño profundo que te regenera más que un yogur caducado-, y los menos, aunque a futuro los más, actualizan la memoria de su mp3 y de su cabeza.

Si tocar el violín incrementa el número de conexiones neuronales, escuchar Arcade Fire o alguno de los Conciertos de Brandergurgo por Antiqua Köln también lo consiguen, aunque más lentamente.

Y sigue admonizando el guru: En el coche se pierde tiempo.

Yo tampoco veo esta afirmación. La gente, de hecho, hace prácticas de hábitos saludables antes de iniciar su jornada contaminadora: madrugan más y no menos, por miedo al atasco; desayunan a la americana, con flakes de cereales transgénicos, que enriquecen a ese modelo empresarial que es Monsanto, y se preparan para pagar, en cualquier caso y como es debido, una hipoteca a 30 años vista, por el privilegio de vivir lejos de la jodida empresa.
Conformidad social se le denomina a este ejercicio. Un triunfo más del sistema.

Además, los que viajan en su propio vehículo se empapuzan de radio y mensajes publicitarios, en definitiva, se mentalizan para consumir, que es de lo que se trata, también.

Por otro lado, ¿acaso estaría bien visto vivir al lado de la oficina hoy en día?

Venga ya. Hasta el presidente de la empresa vive en la otra punta. No te digo ya si la empresa está situada al sur de la ciudad. Ya sea L'Hospitalet, Coslada o Sondica. No, definitivamente, los directivos con futuro no viven en el barrio.

Por otra parte, los gastos de la empresa en transporte de sus empleados hasta su centro de trabajo, son inapreciables. Vamos que no los subvencionan, en una palabra.

Por lo tanto, que cada trabajador haga lo que quiera con el tiempo que invierte en ese trayecto, ¿no?

Otra afirmación: La gente pierde el tiempo en internet, son unos shirking workers, unos caraduras, escaqueados. Que evaden sus obligaciones, vamos.

Lo denomina falta de compromiso y sentido de la responsabilidad.

Venga ya. No he visto gente más dócil que un trabajador, siervo de la gleba, prestando libros a toque moche en la biblioteca pública, para que los niños de cualquiera aprueben la sacrosanta materia, ya sea matemáticas o el alemán del Goethe Institute, al que han sido apuntados por sus padres, con el objetivo de que destaquen en el futuro.

O la mucama que contratan estos mismos burgueses para cuidar de los muñecos.
O el jardinero que les cuida los rododendros del jardín.
O el chófer del autobús público que ignora sus imprecaciones por los 6 minutos de demora.

De hecho, el acceso a Internet no existe en muchos centros de trabajo, para los trabajadores, como es el caso en la construcción, la hostelería, la lavandería, la tienda boutique, el call centre, la seguridad, el mantenimiento, la industria en general, la alimentación o las condonerías, amén de los tres ejemplos de arriba.

Y la mayoría de los trabajadores no tienen porqué acceder a Internet durante sus horas asalariadas, porque no les remuneran por ello.

Y como son disciplinados, no lo hacen.

Según el guru, esto va a más, con trabajadores empleando tres horas al día como promedio en pasear por internet, la empresa hundiéndose mientras tanto y una cantidad ingente de barrenderos de los tres sexos, -por imaginarme una situación de las que denuncia el guru-, robando información privilegiada de ACS o cualquiera de éstas inefables empresas concesionarias del servicio de limpieza de las ciudades –estas sí que se lo llevan bien, el tiempo y el dinero- con el mp3 que les han regalado por su cumpleaños, en la empresa, para que se aíslen del mundanal ruido e incrementen su productividad en la recogida de inmundicias por metro cuadrado.

Por cierto, que me pregunto si bajo la influencia de estos gurus las empresas no se encontrarán en el dilema de medir la productividad en la recogida de basura en metros o en segundos.

Y no lo sé, porque como el espacio y el tiempo se curvan, no veo claro si tendrán que medir si la caca ha sido depositada en la ubicación tal, según el sistema de coordenadas de google map, o a la hora tal, digamos, las x horas +2 gmt, de acuerdo con el reloj de la cocina... del presidente de la empresa.

Vaya mierda de lío. Digo, vaya lío de mierda.

Perdemos un 35% de nuestro tiempo diario, según el guru.

Que ha podido redactar el artículo, supongo, en la terraza de su recién estrenada vivienda a las afueras de Barna, 32 minutos después de haber iniciado la siesta de verano, y cuatro minutos antes de que sus neuronas, en formación trapezoidal, comenzaran el baile de la disciplina mental… me imagino.

Chorradas.

Aún no existe una declaración universal sobre la dedicación obligatoria del tiempo diario del ser humano. Aunque todo se andará.
Y en el trabajo, reuniones informales, escaqueo y libertad son la base de nuevos proyectos personales o no y de mejores ideas. Y si entremedias puedes encontrar otro empleo donde tengas que perder menos tiempo, pues mejor.
Ideas de verano. ¡Bah!

A ver cuando se les ocurren fórmulas para rebajar la presión sobre los trabajadores de más de 40 años, que están todos acojonados con tanta buena idea. Y los de 30 y los de ...




Recibe dinero para leer.



En el centenario de El Quijote, nos proponen concurrir -competir- por una beca, ofrecida por el Instituto Cervantes.
Objeto del concurso: Conceder una beca para leer en directo y durante 8 horas diarias el libro. Prevén que el ganador tarde entre 50 y 80 horas, máximo.


Condiciones:

-Tiene que pujar con un precio. Entre 282 y 1000 euros. ¿Por cuánto está dispuesto a dejarse las pestañas y la agudeza visual delante de una pantalla?
-Tiene que ser hispano hablante y residente en España.
-Tiene que aguantar 8 horas al día, delante de la pantalla de un ordenador.
-Tiene que aportar una buena razón.

Otras condiciones:

-Habrá una cámara que retransmitirá todas sus reacciones visibles mientras dure la experiencia.
-Tendrás que desplazarte a un centro de trabajo.
-Dispondrá de un rato para: almorzar, necesidades fisiológicas, fumeteo, llamar a casa para que le liberen de la prueba, o lo que quiera hacer durante el periodo de asueto.

Yo ya he introducido mi bet -apuesta-:

-Solicito 999,99 €. No veo porqué menos, si el presupeusto es de 1000 euros.
-Dos horas como máximo, delante del ordenador por sesión.
-Al menos 10 minutos de descanso entre sesiones.
-Una semana de entrenamiento remunerado, para aprender técnicas de recuperación ergonómica ante el esfuerzo.
-Un contrato complementario por derechos de imagen compartidos o acogernos a una common license.

En Alemania hay un empresario que dispone de una ETT en la que el empleador publica una oferta de empleo y los interesados pujan por ella. Quien cumple los requisitos y solicita menos dinero por el trabajo, se lo lleva.

Igual el Instituto Cervantes está probando el modelo para fijar los sueldos en el futuro.

Claro que no me imagino a Muñoz Molina, el gerente del Instituto en Nueva York, pujando por sus emolumentos.
Su mujer, Elvira Lindo, se subiría por las paredes.

Me voy a leer los últimos capítulos del Quijote.

A ver si me conceden la beca y me toca leerme el tocho completo en una pantalla de fósforo verde. Si adelanto algo, eso que me evito.

Joder con la creatividad de los publicistas.





22 de julio de 2005

Pablo: In itinere



En el autobús, el compañero de viaje se pasó todo el trayecto tratando de calmar a las gallinas que llevaba en una jaula.

Antes de subir a la camioneta o guagua, tuvo una discusión con el conductor, que intentaba colocar la jaula en el portaequipajes inferior.

-¡Con la calor se me mueren, señor agente! Ersaborio.

El inspector de la compañía medió en el conflicto y… la jaula acabó ocupando el 50% de mi asiento.

Cuestión de asertividad.

Porque estuve a punto de acabar yo mismo en el portaequipajes.

Como me tocó sentarme en un asiento de pasillo, me llevé todos los golpes de este mundo en el hombro apenas curado, debido a las mochilas, radiocassettes de la era de la Motown y bolsos tamaño ultrafamiliar que los viajeros suelen portar cuando regresan de la capital al pueblo.

Al llegar al pueblo eran las 13h30’. Saqué el bocadillo de mortadela sevillana, aderezado con lechuga retractilada en el ahorramas a las 6 de la mañana del domingo de ramos, turno de noche –lo pone en la etiqueta ecoOne-de la bolsa de hombro y me senté en la plaza, cerca de una fuente, a despachar el refrigerio. La mortadela había perdido su lustroso tono, el que se obtiene con el famoso CE007 Colorante Rosa Mortadela, comercializado en Bote 500 g (1346) -existe y nos lo comemos, claro- y que al ser líquido, se evapora con el calor.

Como no suelo emplear papel de plata para los bocadillos, porque me sale la cuartilla necesaria para envolver uno de tamaño medio destrozada por un lado, pese a que utilizo la sierra o zona mordiente del envase de cartón que contiene el rollo de aluminio...

La plata sólo me gusta con las chocolatinas, porque se puede chupar después, sobre todo si el chocolate se ha derretido en el entretiempo.

Al terminar con la pitanza, pregunté a un carretero que pasaba cerca de la fuente.

-¡Buenos días!

-¡A la par de Dios!

-¿Sabe dónde está la oficina de “Das Modern ETT”, cerca del puente de los escaramujos?

-¡Eso está lejos! Muy lejos. Si quiere le llevo en la carreta.

-¡Muchísimas gracias!. ¡Que Dios se lo pague!

Intenté emular su fe católica acudiendo al refranero de los beatos, que tan buenos resultados le daba a mi madre cuando tenía que adquirir bienes de consumo a crédito en la panadería.

Aunque en el supermercado moderno no funcionan, claro.

-¡Dios ya tendrá tiempo de abonarme lo que me corresponda en el otro mundo, pero en este el recorrido mínimo tiene un precio tarifa estipulado por las ordenanzas del Ilustrísimo Ayuntamiento de Fuensalida, de 8 euros.

-¡Sin recibo, claro!, se permitió añadir, hurgando en mi mezquina animadversión por la Hacienda pública.

-Pero, ¿este pueblo es Chozas de Canales, ¿no? Empecé a sudar, creyendo que la presión emocional a la que me habían sometido las gallinas del vecino de asiento hubiera provocado en mí una confusión espacio-temporal, eso, que me forzara a bajar de la guagua antes de tiempo.

-Chozas forma parte de la Comunidad de pueblos de la alta heredad manchega, y yo dispongo de autorización global para ejercer mi profesión. Vamos, que le llevo en un momento al confín más ignoto de nuestra nación.

En el monedero disponía de dos tiritas, una pequeña piedra de ónice y 7 euros.

Como el billete del autobús lo había adquirido de ida y vuelta, no necesitaba el dinero inmediatamente, pero nunca se sabe cuando estás de viaje.

-¿Podría ser algo menos? Es que no dispongo de tanto.

-Se lo puedo dejar en 7,80, pero con la condición de que al llegar al puente me ayude a darle la vuelta a la carreta. Es que no dispongo de mecanismo adecuado, y el camino es estrecho.

-Sólo tengo siete.

-¡A ver el monedero, señor!

Se lo entregué.

Volcó el contenido sobre su manaza de experto en labores y otras artes rurales o mundanas, y me devolvió el monedero.

-¿Y la piedra?

- Me vendrá bien para el camino. Y se la metió en la boca. A punto estuvo de tragarsela, aunque la esputó con habilidad, soltó un gargajo del tamaño y peso de dos ónices y volvió a introducirsela.

Luego me explicó que el chupar guijarros era un alivio que aprendió de sus mayores. Que le mantenía la boca húmeda, al provocar la segregación de saliva y que por lo tanto, la sensación de sed acuciante quedaba aliviada.

-Como al echar una meada a tiempo, así se queda uno al chupar un canto.

-¡Suba, señorito, que tengo prisa. Aún he de aprovisionar de agua a la bestia y llenar los cántaros!

Su amabilidad conmovió mi ánimo. Me olvidé de lo tarde que se me hacía, otra vez.

Lo que llamaba cántaros eran cerca de 50 garrafas de 5 litros de PVC de agua de Viladrau. La modernidad había llegado hasta aquí también.

Me subí al carro y cuando iba a tomar asiento junto al carretero, me indicó que detrás, que me sentará detrás. Mantuve el equilibrio entre las garrafas, mientras al grito de ¡Arre! la mula o bestia, se ponía cansinamente al paso.

Noventa minutos después llegábamos a una alberca, junto a la cual había un caño entre unas rocas del que manaba un pequeño hilillo de agua.

-¡Beba, que está fresca y es natural! No como la de la ciudad. Y aluego nos ponemos a la faena con los cántaros.

-¡Siento decepcionarle, pero es que llego tarde a una entrevista!

-¡Sinverguenza! ¡Embustero! ¡Hago el esfuerzo de traerle hasta aquí, someto a la Jacinta a una carga excesiva y así me paga!

-Pero si le he pagado.
-¡A regañadientes, con argucias de hombre de ciudad, abusando de mi honestidad!

Se aproximó al carro y recogió algo del escabel. Una especie de látigo, cincha o verga.

Eché a correr tan deprisa como pude.

-¡Ven hacia mi granuja!

Vi el puente, lo crucé tan rápido como las piernas me permitían entre tanto guijarro, tanta ortiga y bosta de cabra, mula y homínido adulto que había sobre el suelo y, de repente, vislumbré la casa solariega con un cartel pintado sobre la puerta.

Das modern ETT.

Salvado.



Etiquetas:

21 de julio de 2005

La polémica sobre los pobres. Lomborg



En el año 2004 le abonaron 30000$ a cada uno de los 8 expertos que se reunieron con Bjorn Lomborg [en la foto], en Dinamarca, para hablar de las cosas que se podrían hacer frente a la pobreza y los principales problemas que afronta la humanidad.
Lomborg, 39 años, rubito, estadístico, una de las 100 personas más influyentes en el mundo, según la revista americana Time, es el profeta del optimismo.

Considera que:

-El mundo nunca ha estado mejor que en estos tiempos.
-Nunca antes hubo menos contaminación en los países ricos.
-Nunca antes hubo menos pobres en el mundo. Será en porcentaje, supongo.
-Nunca antes hubo mejores expectativas.

La reunión del Dream Team, como les denomina el rubito, tuvo como objetivo principal evaluar posibles proyectos que revertieran de manera positiva sobre los graves problemas mundiales.

Este fue el resultado de lo que se denomina el Consenso Danés:

Proyectos muy buenos

1. Enfermedades: Controlar la expansion del sida e impulsar su tratamiento.

2. Desnutrición: Proveer de micronutrientes al mundo en vías de desarrollo.

3. Subsidios y barreras al comercio: Incrementar la liberalización del comercio en el mundo en desarrollo.

4. Enfermedades: Controlar la malaria.

Proyectos buenos

5. Desnutrición: Desarrollar la tecnología agrícola.

6. Agua e higiene: Desarrollar tecnología del agua a pequeña escala para mejorar las condiciones de vida.

7. Agua y saneamiento: Incrementar la gestión a nivel local del suministro de agua y el saneamiento.

8. Agua y saneamiento: Mejorar la investigación en materia de riego y uso del agua con fines agrícolas.

9. Gobierno y corrupción: Abaratar los costes para fundar una empresa.

Proyectos aceptables

10. Migraciones: Impulsar la libre circulación de trabajadores cualificados.

11. Desnutrición: Mejorar la nutrición de los niños y los jóvenes.

12. Desnutrición: Reducir el predominio de niños que nacen con muy poco peso.

13. Enfermedades: Impulsar y mejorar la calidad de los servicios de salud básica.

Proyectos malos

14. Migraciones: Establecer programas de invitación para trabajadores no cualificados.

15. Clima: Crear un impuesto óptimo sobre el carbón.

16. Clima: Implantar completamente el protocolo de Kyoto.

17. Clima: Establecer una tasa sobre el carbón sobre la base del riesgo que supone.

Cuando se opone a la lucha contra el cambio climático lo hace con el siguiente argumento:

“Kyoto no saldrá adelante por la oposición estadounidense. Además costaría, como mínimo, 150000 millones de $ al año. Con ese dinero podemos afrontar la potabilización del agua en los países en vías de desarrollo. Cuando estos países dispongan de suficientes recursos, ellos mismos se preocuparán del cambio climático. Ya pasó en Europa y en Estados Unidos, así que volverá a pasar”.


Wildavsky [está en inglés, pero las tablas se entienden bien] un profesor de Berkeley, ya fallecido, y muy querido por Lomborg, comentaba que:

Las personas de izquierdas tienden a ver con recelo y desconfianza muchos problemas, ya sean de salud o tecnológicos, mientras que las personas de derechas los ven como oportunidades para mejorar. Bueno, más o menos, porque es una traducción.

A Lomborg le sacuden desde todos los rincones.
Sin embargo, se declara socialista y defensor del modelo europeo de bienestar social.

Para pensar sobre ello, o hacerse una nueva lista de soluciones posibles. Aunque no te van a pagar los 30000 dólares por una semana de trabajo, como a cada uno de los 8 sabios de Copenhague.



En la página de Foreign Policy, un debate entre Carl Pope y Bjorn Lomborg. Para saber más. En castellano. Por cierto, que la revista cuesta 5 € en el Kiosko, pero en su página se puede acceder a todo el contenido. Mira, este sí que es un buen proyecto.

19 de julio de 2005

Pablo: Aventura y pan de higo



Al bajarme del convoy en Conde de Casal, llamó mi atención uno de los vagones: se escuchan risas y jolgorio, aunque no puedo ver de qué se trata. Esperé a que se cerraran las puertas y arrancase, secándome el sudor, entretanto, con un 20 minutos que alguien había abandonado en el asiento contiguo al mío. Al pasar frente a mí, alejándose de la estación, vi al vigilante y al nigeriano del suceso narrado con anterioridad, bailando en el centro del mismo y al resto de pasajeros, en pie, haciendo coros y batiendo palmas.
Salí de la estación y me encaminé a la de autobuses.
Al entrar, el olor a suciedad y amoniaco, al cincuenta por ciento, absorbió mi sentido del olfato. Me dirigí hacia las taquillas.
-¡Buenos días! Un billete a Chozas, a Chozas de Canales.
-Primera o segunda.
-¿Perdón?
-Que tenemos clase turista o business. ¿Qué prefiere?
-La verdad es que el viaje es de negocios, pero, ¿Cuánto cuesta cada uno?
-La business son 125 euros, sólo ida y 235 i /v. Incluye brunch, claro, servido por la azafata.
-Ya. Y la turista.
-La turista no incluye azafata ni brunch. Y tampoco sirve, ¡jejeje!, la turista digo.
Gracioso el bolo, pensé en un momento de condescendencia para con mi testosterona.
-Perdone, que cuánto es i /v en turista.
-¡ Ah! Son 18 euros.
-Pues déme uno en turista, por favor.
-¿Tiene tarjeta "la Seal plus"?
-No.
-Lástima. Porque va acumulando usted puntos y consigue importantes premios, gentileza de la Seal, empresa concesionaria del servicio.
-Y la clase esa business, ¿es reciente?.
Bueno, desde lo de las recalificaciones. Los constructores y promotores prefieren aprovechar el viaje para hacer negocios mientras tanto y de paso evitar a la guardia civil y a los radares. Se le ocurrió al hijo del fundador de la empresa de autobuses, después de hacer un viaje a Cuba en clase turista y volver en business con la que hasta ayer fue su esposa.
-¿Ha ocurrido algo?
-Nada que no se viera venir. Los cubanos que escapan de Fidel, ya se sabe.
-¡Ah! Pues muchas gracias.
-No hay de qué. Y tenga, un folleto para solicitar la tarjeta. Si tiene un poquito de dinero, le aconsejo que solicite la tarjeta platino. ¡Sortea viajes gratis todos los meses y dispone de seguro multirriesgo! Por 6 euros de nada al mes.
No le contesté. Mi pensamiento estaba en otro sitio. Había perdido el sombrero y los hilos de agua de sudor me bajaban por el rostro barbilampiño, hasta refugiarse en mi cuello.
Al llegar a la dársena, vi que la puerta del servicio tenía más movimiento que el hotel palace de madrid antes de la comparecencia del inquilino del palacio de la moncloa.
Cuando iba a entrar, dos hombres me taparon la mortecina luz que conseguía escapar de los fluorescentes enjaulados: un magrebí y un gitano español, vestido con un pantalón de luces y una cazadora vaquera sin mangas, a modo de T-shirt, con una navaja en la mano y un tricornio a franjas rojigualdas, como una senyera, del que colgaba una borla negra.
-¡Me cago en la hostia, si tu cree yo terrorista, yo me inmolo aquí!
-No, hombre
-Sí, me inmolo. Pero tú verás antes.
-Se baja el pantalón. ¿Llevará el detonador entre las piernas?
No soy religioso, pero algo parecido a una oración surge de mis labios.
Se baja el pantalón
-¡Como no vengas me inmolo! ¿Molo o no molo?
La oración se queda en una plegaria de rebajas.
-¡Dios mío!
A su lado, el conde italiano parece haber mantenido lo suyo en hielo durante una sesión de anuncios completa, como esas a las que suele someterse mi abuela, entre el telediario de la noche y el estreno de algún emblemático programa de zafiedades, perdón, variedades.
-¡No te vayas amigo! Grita el tunecino, con esa cosa tamaño butifarra colectiva entre las piernas, mientras el gitano español, arrojando la sirla en el cesto metálico de las basuras, se aleja de la zona de impacto inmediato.
Yo, mientras, ando escondiéndome tras de una máquina de refrescos.
Un desdentado sonríe desde el panel plástico delante del neón de la máquina, justo al lado de una lata de refresco con gotas en relieve, promesa de frescor, serigrafiadas sobre el panel.
Me repongo del sobresalto de contemplar esa enorme boca-gruta a la altura de mis ojos.
Conozco al viejo de la fotografía, o serigrafía, de la máquina de refrescos.
¡Ah sí, claro!
Ha sido condenado por los masones a construir una catedral, a cambio de los 15 minutos de gloria prometidos por Warhol.
Y lleva así 40 años.
Qué estupidez, pienso, en un ataque de lo mismo. Competir con Notre Dame.
Mejor destruirla antes. Pero, ¿Cuál de las dos?
Hostia, ya pienso como un terrorista.
Por cierto, que el anuncio es, ya, ya lo recuerdo, de Pepsyes. Sí, es bueno después de todo... lo que se han gastado en él.
El coste de dos catedrales.
Pobre Justo.
Y mi sombrero, pienso. ¡Ah! Se quedó en el andén. Como nos ocurre a la mayoría, recuperar la memoria me compensa de la pérdida. Que haiku acabo de crear. De 8 palabras. ¡Lástima! Impar hubiera sido expléndido. Bueno, algo sobreactuado.
Un policía, de los dos que han detenido al tunecino, lo pisa sin humanidad alguna entre las piernas. El resto de la humanidad presente en la estación les increpa.
Se llevan al tunecino.
Intento olvidar.
Abro un nuevo 20 minutos que he recogido de la papelera. Es del viernes. No importa. Nada caduca. Todo es igual. Me parezco a la abuela, con estos pensamientos.
Mientras espero que el autobús se acerqué a la dársena, le echo un vistazo a las noticias del diario gratuito.
Le pisan el sombrero y apuñala a una paloma.
Bueno, esta noticia es singular, claro.
"Un hombre, sentimental y de 67 años, agredió salvajemente a una paloma. El hecho sucedió mientras el hombre caminaba con su dogo italiano por el paseo de la florida, en la capital de…, bueno en la capital, que es donde suceden estas cosas. La paloma topó con su sombrero que, irremisiblemente, cayó al suelo, donde fue pisado por un camarero de terraza, que en ese momento cargaba una bandeja de cervezas y entresijos.
Según los testigos, un bombero de Lebrija, Facundo S. L., quien le practicó los primeros auxilios, y una pareja de mormones atenienses, de vacaciones en Madrid, la paloma –cuyos datos no se han facilitado-, victima de un ataque de ansiedad provocado por el accidentado aterrizaje, se ciscó sobre el sombrero del presunto agresor.
El hombre, expoleado por el bochorno y el calor a un tiempo, enarbolo un cortaúñas regalo de su nieto, apenas utilizado con anterioridad y despeluchó a la paloma, que se encuentra ingresada en El Refugio.
En sus primeras declaraciones al traductor, la paloma ha afirmado que desea trasladarse a Valencia, donde reside su familia, mientras se recupera del aspecto Ronaldo que muestra después de la salvaje agresión sufrida. El dogo italiano se ha acogido a la inmunidad diplomática para no declarar contra su dueño".

Cómo añoro una porción de pan de higo en estos momentos.

A este lado de la puerta no llega la alegría.
Que yo me voy pa’ Cai, que yo em voi pa’ Cai.

Etiquetas:

17 de julio de 2005

Pablo: Pánico y humanidad= Felicidad


-¿A dónde vas vestido así?

Saliendo de casa me encuentro con ella, mi hermana la mayor, que vuelve de trabajar. De 6 a 11 de la mañana y de 16 a 22 de la noche. Optimizan los recursos humanos en el económato, según ella. Y como es ella quien se lo propuso a la alta dirección mientras estaba haciendo prácticas en recursos humanos, decidieron contratarla y que lo pusiera en práctica y ahora... pues le toca dar ejemplo.

-A una entrevista de trabajo.

-Pues con esas hechuras más pareces un picha espuma que un candidato a currante.

-¿Qué es un picha espuma?

-Déjalo, es que estuve el sábado en una despedida de soltera, la de Amelia, sabes quien es, sí mi amiga, la que te hace babear como a un boxer, y fuimos a un local de boys, y uno de ellos iba uniformado de colegio del Espíritu Santo o algo así y tú, con el jersey y ese sombrero…perdona. Que te vaya bien…

Cerró la puerta. Escuchaba sus risas.

Me quedé ensimismado, con el sombrero en la mano, imaginándome en un baño de espuma con la amiga de mi hermana, pero… un picha espuma? Llamé al ascensor y mientras llegaba, busqué la agenda de Minney, que heredé del cumpleaños de mi hermana –se juntó con varias agendas, de varios amigos y ex conocidos, ex escocidos les llamó yo para cabrearla- en la que había pasado a limpio la dirección de la empresa.

El andén del metro está casi vacío. Un individuo de tez oscura se me acerca.
Además de por su estatura, también destaca por un sello de oro en su dedo meñique, una cadena también de oro con un cristo de tamaño casi natural y un reloj en la muñeca izquierda con tantas manillas como deben tener en la torre de control del aeropuerto de Heathrow. Bien vestido, al menos comparado conmigo: camisa negra desabotonada hasta el ombligo, pantalón naranja con rayas amarillas y verdes, pelín rasta, cinturón con una hebilla que es una cabeza que representa a Medusa y cadena de reloj o llaves, una leontina, vamos, que se hunde en el bolsillo izquierdo. Remata el atuendo con unas pantuflas de plástico de color verde y un sombrero de cowboy.

Pienso que cada una de las prendas que muestra es un trofeo. Que se ha apropiado de algún elemento esencial de sus víctimas. Y que ahora me toca a mi.

¿Me robará la agenda, después de asesinarme? Aunque la agenda, en realidad representa a mi hermana, el alma de mi hermana, más que la mía.

¡Oh dios!

Primero me matará y luego irá a por mi hermana.

No, a mi me abrirá en canal y se beberá el contenido de mi molleja, el Eko sopado….¡Puaggghhhh!

Arranco todas las hojas de la agenda, para proteger a mi hermana, las rompo con furia y las lanzo a la vía.

Aunque mantengo la serenidad suficiente como para guardarme en el bolsillo la dirección de la empresa a la que tengo que ir.

-¡Tirar basura en el metro, sin causa justificada, está multado con 12 euros. Su documentación, por favor!

-¿Tienes fuego, hermano?

Un vigilante por la izquierda y el nigeriano por la derecha. ¡Qué hacer? Decido contestar al agente. El nigeriano tendrá que esperar para desollarme al estilo vudú.

-¡Perdón agente! Ahora los recojo.

Salto a la vía y me pongo a recoger los trocitos de papel.

Oigo gritos.

-¡Que lo matan, que se quiere suicidar!

-¿En qué quedamos señora?

-¡Agente, haga algo!

-¡No puedo saltar estando de servicio! ¡Quítese de ahí abajo! ¡El suicidio es delito!

Viene el tren. No, vienen los dos trenes.

Me tumbo en el suelo, entre las cuatro vías, en ese espacio que ocupan los héroes de película en este tipo de escenas. Ninguno de los trenes se ha detenido. Debían ir de retirada.

El sombrero se ha ido con uno de ellos. A cocheras. Acabará en la cabeza de un mecánico.

¿Cuánto gana un mecánico? Qué obsesión por el trabajo.

Levanto la vista.

De repente el andén parece superpoblado. Más de 30 personas en uno de ellos, agrupados, para no perder ripio.

-¿Estás bien?

Un coro, como el orfeón donostiarra se preocupa, al unísono, por mi bienestar.
Adoro a los humanos.

Me pongo de pie y me sacudo. Mis manos cambian de color con la grasa de las vías, que ahora está en la ropa.

Negras.

¿Y ahora, dónde me arreglo antes de llegar a la entrevista?

-¡Sí, muchas gracias! ¿Me ayudan a subir?

Me agarro de una de las manos, al azar. Me izan como una grúa.

Cuando alcanzo el andén, miro hacia arriba. Es el nigeriano.

-¿Hermano bien?
-Sí, gracias.

Aplausos en la estación De repente me emociono. La gente, como si de un show impecable se tratara, como si hubieran contenido la respiración, la tensión, durante un éxodo interminable, aplaude y se abraza y ríe y grita.

Todos, de repente, están felices.

Y soy yo quien lo ha provocado.
El vigilante da saltos de alegría, mientras grita ¡Soy cojonudo, cojonudo!

Yo me pregunto ¿Porqué él es cojonudo?

De pronto se detiene, me mira desde el otro anden y hace el gesto de OK, que en el lenguaje militar significa “sin víctimas”, no Knock out.

Eso es, se ha librado de redactar un parte con detalles del suceso, emplear la “manta del muerto” que existe en todas las estaciones del metropolitano y acabar en comisaría declarando. Hará su turno normal. Todo bien. Todo OK.

Viene un convoy. Se abren las puertas. Me siento. No miro si hay ancianos o no. No pienso levantarme ni aunque me lo pidan. El asiento, por esta vez, me pertenece.

Etiquetas:

15 de julio de 2005

¿Oportunidades de trabajo? No las veo así



Algunas ofertas de empleo vistas en el infojobs. No, prefiero no poner su enlace. Yo opino que te puedes ganar la vida cobrando una comisión por difundir ofertas de trabajo. Es un servicio que prestas. Aceptado. Pero algunas ofertas podrían no difundirse. Porque son ilegales. En su descripción, en sus demandas, en su concepción del ser humano como un trozo de carne y en definitiva en los valores que muestran respecto de lo que es el trabajo para ellos y de lo que les importa la gente que busca uno. El cuarto mundo existe. Aunque sea menos importante que el tercero.

Carretillero. Mos. Pontevedra.
Carnet de carretilla.
Vehículo propio. A lo mejor tiene que poner él la carretilla. O un BMW para no llegar tarde.
Horario: de 7 a 15 o de 15 a 23.
De 6000 a 12000 euros, brutos, anuales.

Peón. Tarancón.
Persona responsable y trabajadora.
Vehículo disponible. Disponible ¿para quién?
40 horas.
Contrato temporal.
900 euros, netos, al mes.

Becario redactor para un diario. Cuenca. Licenciado o casi. Quarkpress (maquetación).
360 a 450 euros al mes.
Trabajo en Julio, Agosto y Septiembre.
Horario: de 10 a 14 horas y de 17 a 21:30.
La gente del Diario de Cuenca se sale, definitivamente.

Panadero. Zamora. Turno nocturno.
Experiencia. Ganas de trabajar.
12000 euros, brutos, anuales.
Se le van a quitar las ganas durante el primer mes.

Esto suena muy bien:
Multinacional norteamericana dedicada a los Teleservicios, gestionamos los Contac Centre de nuestros clientes. Líder mundial, presencia en 18 países, bla bla bla...
Ofrecemos
Incorporación a la compañía líder mundial.
Promoción interna.
Plan de formación continua.

Su oferta no suena tan bien
Gestor telefónico
¿Que es un gestor? El diccionario ayuda: Persona de una empresa que participa en la administración de ésta.

Lo que piden para ser gestor:

Cou/ Bachiller/ Ciclos formativos/ Diplomados /Licenciados.
Informática avanzada a nivel de Office. Igual tiene que diseñar las macros en Excel.
Inglés medio.
Experiencia en tareas administrativas y en recepción de llamadas.

Lo que de verdad ofrecen:

Trabajar en Las Rozas. A 17 kms de la puerta del sol y a muchos más de cualquier otro lugar.
Durante el mes de agosto.
De 9 a 18 horas. Una hora para comer.
Por 12000 euros, brutos, anuales. Divide por 14, a ver qué te sale al mes.
Con un contrato por obra o servicio.
Para un buen cliente: Hewlett Packard.

Una Perla:

Carly Fiorina, quien la semana pasada renunció a uno de los puestos más altos alcanzado por una mujer en el mundo empresarial, recibirá 45 millones de dólares en concepto de indemnización por su tarea como presidenta del gigante informático Hewlett Packard.(extracto de hace apenas unos meses)

Ya voy atando cabos, ya.




14 de julio de 2005

Pablo: La mañana. Madrugar. Ilusión.



¡Riiiingggggg!

El golpe sobre el freno del timbre mecánico del despertador lo envió más allá de la caja donde había guardado los libros del colegio.

Abrí un ojo. Lo primero que observé, entre la nebulosa previa al enfoque nítido de las pupilas fueron los Episodios Nacionales de la vecina, sobre los estantes de la pared del fondo.

Me levanté. Estaba sudando. El pijama de felpa daba calor. Mucho calor. Me acerqué a recoger el despertador, sin cristal y sin pulso. Estaba detenido a las…

¡Las 11 y cuarto!

La primera entrevista era a las 11, así que no iba a llegar.

Me volví a acostar. Quedaba tiempo para la segunda. Pero desconocía la dirección exacta y además tendría que coger dos autobuses y el metro. ¡Ah! Y la camioneta hasta Chozas de Canales. “Das Modern ETT”. Suena bien. Aunque un poco alemán para tener la sede central en España, en Chozas.

Me volví a levantar.

Los calcetines se habían secado. El bidet estaba lleno de un barrillo blanco y endurecido. Me metí en la ducha.

¡Uahhhhhhhhh!. Cerré el grifo, escaldado. El agua salía hirviendo.

-¡Si quieres ducharte con agua fría, abre el otro, hijo, el del agua caliente!

-¡Gracias mamá! Balbucí, llorando de dolor. La herida del hombro, debido al agua caliente, me dolía más.

Sonó la puerta de la calle. Debía ser mi madre. Como trabaja de cocinera en un bar del barrio, no tiene que madrugar. Bueno, aunque a las 7 ya está cantando copla. La oigo por la ventana.

-¡Qué bien canta tu madre! Dicen algunas vecinas, con retintín.

Salí del cuarto de baño, con los calcetines en la mano, una toalla de tocador alrededor del abdomen y una de bidet con la que me sacaba el pelo. Como llevaba los ojos cerrados tropecé con alguien. Y se me cayó la toalla que me rodeaba el cuerpo.

-¡Perdona, abuela!

Allí estaba, sobre el suelo. Con las medias a la altura de los tobillos, la redecilla nocturna cubriéndole la permanente y restos de crema reparadora nocturna en las cejas.

Peor que Divine.

Y yo en pelotas, sujetando la toalla del bidet.

-¡Perdona, abuela, es que yo…!

-Aléjate hijo, que si nos viera alguien… Esto parece una violación en toda regla.

Tápate anda, que ya me levanto yo sola.
Me puse colorado bermellón. Huí hacia el cuarto. ¿Una violación? La abuela está invirtiendo demasiado tiempo en los programas modernos.

Al abrir el armario me llevé una alegría.

¡Había dos camisas blancas colgadas en las perchas! Como son las madres. Seguro que las había planchado mientras yo dormía y mi abuela se gripaba con el top manta de los aspirantes a famoso en alguna cadena.

Me enfundé en los pantalones del uniforme del colegio. Los de mi cuñado estaban completamente arrugados y sometidos a cuarentena entre la caja de los libros y la montaña de comics que reposaba en el suelo.

Los pantalones me estaban algo pequeños. La cremallera subía hasta la mitad del recorrido. Si tiraba de ella la rompería. ¡Idea! Cogí el Pulligan azul del uniforme del colegio y me lo até alrededor de la cintura, bueno por debajo, a la altura de ahí, de la bragueta.

Busqué en uno de los dos cajones inferiores del armario y encontré el sombrero. Uno que me habían regalado hacía varios años. Cuando terminé el bachiller.

Un sombrero de ala corta, copa algo más alta de lo normal, en color aguacate. Aunque era de fieltro y el tiempo era muy caluroso, pensé que para la excursión que me esperaba me vendría bien. Y como no tengo gafas de sol…

Me perfumé con Denenes y bajé a desayunar. La abuela seguía peleando con su cuerpo para conseguir que le hiciera caso. Al pasar por su lado puse mi brazo debajo del suyo y entre esa ayuda y la del bastón que ella sostenía ente sus dedos hicimos palanca, la suficiente como para que recuperase su dignidad.

-¡Gracias, hijo! Pensé que me iba a quedar aquí hasta que volviera tu madre del trabajo.

En la cocina encendí el fuego, puse leche en un cazo y cuando se derramó y llenó la casa del característico olor a leche quemada, le añadí 6 cucharadas de Eko, 8 de azúcar y sopé media barra de pan dentro del mejunje. Todo en el mismo cazo.
Hoy voy a necesitar toda la energía posible, me dije.
Necesito ese trabajo, sea de lo que sea, de lo que sea.



Etiquetas:

12 de julio de 2005

Decisiones en Banca. OpenBank




Poseían la segunda entidad de banca electrónica en España, Open Bank.
En 1999, adquirieron el Banco Patagon a su fundador argentino, Wencesalo Casares, por 536 millones de euros.
En 2001 le devolvieron la licencia, por una cantidad simbólica (menos de un céntimo de euro), a su antiguo propietario, Casares, para operar en América del Sur).
Le cambiaron la denominación al Open Bank, por la de Patagon. El Banco fue presidido por Corcóstegui.
El Grupo Santander, propietario de la Entidad, lo presidían en aquel entonces el señor Botín y el señor Amusátegui.
Coste de la prejubilación del señor Corcóstegui, 108 Millones de euros.
Coste de la prejubilación del señor Amusátegui, 43,7 millones de euros.
El domingo 9 de julio anuncian en la Prensa la reaparición de la marca Open Bank.
Las cartas emitidas a sus clientes el pasado 7 de julio y que llegan a sus destinatarios a lo largo de esta semana anuncian el recambio de la denominación de la Entidad financiera: De Open Bank a Patagon a ...Open Bank, nuevamente.
536 millones de euros, lo que pagaron por la marca que ahora desaparece permiten contratar a 15.314 personas durante un año, con un coste salarial de 35.000 euros; a 5.000 personas durante tres años al mismo coste, a …
Las decisiones de los poderosos, a veces, pueden provocar estas situaciones.

9 de julio de 2005

Pablo: La segunda entrevista


Bajé las escaleras con el paso de la oca cambiado, debido al dolor de pies que seguía padeciendo. Había buscado una caja de sales Saltratos que desde hacía años, muchos años, guardamos en el armario de aseo donde está empotrado el lavabo.

Mi madre piensa que los productos en polvo no caducan nunca. Si le preguntas y pones en duda su creencia, te contestará.

-¿Acaso caduca la arena de la playa? ¿La sal? ¿El jabón en polvo? ¿El biacarbonato del doctor Álvarez que tomaba tú padre, que en paz descanse? Aún lo conservo dentro de la caja de latón grande, la de los recuerdos, esa que tengo encima del armario del dormitorio, con las dos goletas lacadas, una a cada lado. ¡Es tan bonita!

-¡Mamá! ¡Sabes dónde están los Saltratos?

-¡Pregúntale a tu abuela! ¡Que esta mañana no salía del cuarto de baño y he tenido que llamar al marido de la vecina para que me ayudara a abrir la puerta con una aguja del 1!

Me acerco al saloncito a buscar a la abuela, apoyándome sobre los talones, para que no se me revienten las ampollas que me han surgido entre el dedo pulgar e índice del pie.

-Abuela, ¿cómo estás? Que si has visto la caja con los polvos Saltratos, los de los pies, la caja roja que tiene una bolsa de plástico y dentro unos polvos de color blanco. Que son calmantes. Para los pies y los callos y los sabañones y todo ese lío. Lo de los pies.

Cuando hablo con mi abuela me comporto igual que algunas personas cuando se dirigen a un extranjero; les tratamos como si fueran niños muy pequeños. Yo a mi abuela le hablo en ocasiones como si fuera idiota, no, yo no, ella. Cuando en realidad sólo es mayor. Mayor que yo.

-¿Qué caja dices, hijo? ¡Ah, ya, la roja! Pues se ha acabado esta mañana.

-¿Y cómo ha sido? Porque estaba casi media, abuela.

-Pues que no me he podido aguantar. Tenía un sabañón en el dedo pequeño, ¡Mira, aquí! ¡Toca, toca!

La abuela ha abandonado por un momento el programa de reality show sobre el que mañana en la comida mencionará que es un asco y que apenas si lo mira, se ha quitado una de las zapatillas y me ha plantado el pie sobre el sartorio, el mismísimo sartorio, o sea, la cara anterior del muslo.

-¡Pero tócalo! A que sigue ahí ¿eh?

-¡Sí, parece que sí! ¡Está rojo! En realidad el pie está rojo, del color de los carabineros. Los saltratos contienen algo de sosa caústica. Si se ha dado un baño de pies con media caja, ha debido crear una pasta, espesa como el yeso fresco, en el bidet.

-¡Que nadie use el bidet, hasta que mañana pase por aquí el señor Juan a arreglarlo!
Mi madre, leyendo mis pensamientos desde la cocina.

Cortan el programa con un fundido en espiral que termina en el logo de la emisora e inaugura la película de anuncios de 26 minutos de duración.

Terminas de cenar y aún llegas a tiempo de embrutecerte un poco más, de ver el final de la emisión.

La abuela continua hipnotizada frente a la pantalla. Yo comienzo a estarlo.

- ... el índide de natalidad en España ha subido un 2,4 por ciento en el último lustro.

- ¡Hay que ver, hijo! Acaban de dar esa misma noticia hace un segundo en la otra cadena.

- ¡Pero abuela! Si es un anuncio de sopa.

Un anuncio que comienza como si de un telediario se tratara.

-¡Que no! Que es la misma noticia. Si ya lo decía Parménides, que en paz descanse.

¡Nada fluye!

La abuela, como estudió filosofía en Madrid, entre el año 34 y el 36, sale a veces con expresiones que me provocan catalepsia. Se me detienen las conexiones neuronales, el reflejo respiratorio y las Trompas de Eustaquio.
Dejo de oir, ver y actuar.

Me pregunto qué vinculación encontrarían Aranguren, María Zambrano o algún otro filósofo de por estas tierras entre la filosofía presocrática, el incremento de la natalidad y la sopa fresca en lata.

Una llamada.

-¡Coger el teléfomo que tengo las manos llena de harina!

Seguro que hoy toca pescado con pimientos. Hasta aquí llega el olor que las sabias manos de mi madre extraen del aceite de oliva virgen a 210º, el pescado del día, bacaladillas casi siempre, apenas a 2 euros el kilo -sabia compra ésta- y los pimientos verdes, los que denominan italianos (dulces, poca carne, mucha piel, si los ingieres durante la cena te repetirán hasta la madrugada) cortados en tiras oblongas, libres de las pepitas que amargan.

Descuelgo el inalámbrico de color verde pistacho y con forma de manzana -¡Qué contradición!- que nos regalaron en el Club de Lectores al conseguir que la vecina del quinto se hiciera socia del mismo durante un período mínimo de dos años.
De ésto hace ya 19 meses. La semana pasada bajó a pedirnos un par de estanterías prestadas.

Guardé los libros de la EGB, que aún tenía disponibles en mi cuarto, en una caja de cartón y ella colocó los 38 volúmenes de los Episodios Nacionales en los estantes que dejé libres.

Me dijo: -¡Es que son un regalo para mi marido. Pero aún me faltan otros 22 volumenes, y ya no tengo sitio donde esconderlos. Se los quiero regalar cuando cumpla los 60 años.

O sea que le faltan 11 meses aún, a razón de dos volúmenes por mes. Adiós a mi cuarto.

-¿Si?

- ¡Buenas noches! ¿Es usted..?

-¿Si?

-El teléfono se oye mal. Un nutrido colectivo de parásitos compuesto de de diversos tipos de pppppgrrrruuiuiuiuibrrrrruu me impide escuchar lo que me dicen al otro lado.

-¡Hijo, ven corriendo!

Olvidándome del dolor que me provocan las rozaduras, intento aligerar hasta la salita, pero inmediatamente me sale un

-¡Ay, coño! Llego a la salita.

-¿Si abuela?

-¡Mira! Han vuelto a decir la misma noticia. La mismísima noticia de antes. Ya van tres veces.

Llevátela al río, Parménides.

La llamada se ha cortado.

Antes de que llegue de nuevo al comedor para colgar el inalámbrico sobre la base vuelve a sonar y al mismo tiempo le oigo decir a mi madre desde la cocina.

-¿Quién era?

-¡Era para mi, mamá!

Me viene a la cabeza la primera expresión de las cartillas del número 0 en este país y en esta lengua: mi mamá me mima.

-¿Si?

-Antes se ha cortado. Verá es que le llamo de "Das Modern ETT", una empresa multinacional de asesoramiento y servicios a empresas mundiales. Hemos recibido su curriculum y desearíamos...

-Allí estaré. No no tengo coche. Sí. Conde de Casal. De acuerdo. Y la camioneta hasta.... Si.

Lo voy apuntando todo en el sobre de una factura de telefonica que hay sobre la mesa de estilo castellano con un lápiz de sombras para los ojos, de color verde, que mi abuela o mi madre han debido dejar olvidado junto a la base del teléfono, .

El lápiz se queda sin mina y la última instrucción se marca sobre el papel, pero no se lee.

-¡Adiós!
V
aya, vaya. Mañana tengo dos entrevistas. Parece que voy a tener suerte.
Lo que no recuerdo es a que hora me ha citado esta señora.
Subo a mi cuarto y busco dentro del pupitre de plástico decorado con calcamonías de bollicao y phsosquitos, que me compraron a la edad de cuatro años, un lápiz. Pienso marcar las señales del sobre con el grafito, como en las películas de espías, a ver si, blanco sobre oscuro, aparecen las instrucciones que me han dado. Le saco punta con un afilalápices y bajo de lado las escaleras. Doy un salto impar de siete escalones, pero a la pata coja, para no dañarme más el pie, pierdo el equilibrio y estampo mi cabeza contra la pared frente a la que termina la misma.

¡Qué porrazo!

-¡Pero qué ha pasado! Mi madre, con la rasera en la mano y éstas, las manos, rebozadas de harina, me observa perpleja, mientras yo me presiono con la palma la zona de la frente donde en segundos aparecerá un hermoso chichón.

-Que me he dado un golpe. No es nada.

-Algún día, con esos saltos, vas a aparecer en el piso de abajo.

-¡Qué ha pasado! He oido como un golpe.

Mi abuela, en bata de color salmón, regalo de una de mis tías, surgiendo entre las jambas de la puerta como una aparición.

- ¡Cuatro! Ya son cuatro veces las que han contado la misma noticia. Y ¿sabéis lo mas extraño? Que la cuentan con un bol de sopa en la mano. ¡Qué raro!

-Venga, vamos a cenar que se enfría. A ti hijo, como estás tan desganado te he hecho una tortilla de patatas.

Mis intestinos, en un idioma incomprensible, lanzan una advertencia. Yo procuro ignorarla.

-¿Con pimientos mamá?

-Con pimientos hijo. Por cierto, ¿quien era esta vez?

- ¡Ah! Para una entrevista de trabajo. Tengo que ir mañana.

- ¡Que tengas suerte hijo!

La abuela sonríe desde el marco de la puerta y apoyándose en su bastón, sin dejar de sonreir, llega a mi altura y me besa y abraza.

Yo también. Quiero mucho a mis mujeres.


Etiquetas:

8 de julio de 2005

Libros de autoayuda


En el diario Expansión del 2 y 3 de julio, la edición de fin de semana, aparece una lista de los libros de autoayuda para directivos más vendidos. Los autores del artículo, M. Lezaun y A. Méndez, los denominan libros de gestión. Yo no. Creo que son libros de autoayuda.
¿La lista?
  • El reloj de arena, La mística de los recursos humanos y Érase una vez, jefes, jefazos y jefecillos. Autor: Juan José Almagro. Directivo en Mapfre y profesor del Iede. 6000 ejemplares. No sé si de cada uno o de los tres.
  • La lógica del corazón, El mito del líder, Desde la adversidad y Paradigmas del liderazgo. Autor: Santiago Álvarez de Mon. Profesor del Iese. 7000 ejemplares. Tampoco sé si de cada uno de ellos o en conjunto.
  • El pez que no quiso evolucionar. Autor: Paco Muro. Presidente ejecutivo de Otto Walter. 9000 ejemplares.
  • Búscate la vida. Autor: Miquel Bonet. Profesor de la UB y de Esade. 15000 ejemplares, entre éste y otro texto dedicado a la contratación laboral, creo.
  • El bosque del líder, la sensación de fluidez, En un lugar del talento y Tú guru particular. Autor: Juan Carlos Cubeiro. Antiguo consultor de Hay Management, Fundador de Eurotalent. 10000 ejemplares. Ignoro si de cada libro, igual que antes.
  • Un adiós a la empresa y El gran empujón. Autor: José Félix Pérez Orive. Fundador de su propia empresa, ex-alumno del Iese. 22500 ejemplares. Ignoro si en conjunto o no.
  • La buena suerte, El vendedor de tiempo y Marketing lateral. Autor: Fernando Trías de Bes; el primer libro en colaboración con su amigo y compañero de trabajo Álex Rovira. El segundo en solitario. El tercero con Philip Kotler. Ex alumno de Esade y de la Universidad de Michigan. 2000000 de ejemplares. En este caso importa poco si es en conjunto o cada uno de los libros. Mucha pasta en derechos de autor. Muchísima.
  • La brújula interior y La buena suerte. Autor: Álex Rovira. El primero en solitario. El segundo con su amigo Trías de Bes. Ex alumno de Esade. 2000000. No, no me he equivocado. Un montón de ejemplares también.
¿Qué tienen en común?
Desde mi punto de vista, varias cosas:
  • Se han formado en centros de élite, prácticamente todos. Entre Esade e Iese, la mitad o más.
  • Aparecen con corbata en la mayoría de las situaciones públicas.
  • Saben gestionar su agenda, el Rolodex -el sistema de tarjetas que nos enseñan en las películas de detectives; todas las tarjetas perforadas por el centro, para poderlas localizar, girándolas sobre el eje; ya no se emplean, - como si a cada uno de sus contactos profesionales los conocieran desde siempre.
  • Se han dedicado o se dedican a dar conferencias y compartir su cerebro con nosotros durante un rato.
  • Saben que si algo funciona en otro lugar, en el Imperio, vamos, aquí también. Estos libros se venden muy bien en el mundo anglosajón. Y los de cocina de autor más.
  • Sus páginas, la de quien la tiene, claro, son de lo más en marketing personal.
  • Al menos tres de ellos se sirven del mismo representante en Internet. O del mismo servicio de página profesional. Como los futbolistas caros, que comparten al suyo.
¿Más cosas en común?
  • Algunos de los libros, la mayoría, se basan en las técnicas más antiguas de transmisión de conocimientos: El cuento. Cada título es un cuento. No como los de Andersen. Pero casi.
  • Los libros son dulces, melodiosos, nos transportan a la paz de espíritu, al afrontamiento de nuestros miedos y al triunfo desde el círculo interior.
Como si tu hada madrina lo hubiera realizado ex-profeso para tí.

Pero no nos podemos entusiasmar, porque están catalogados como libros de gestión. Así que a las chicas despedidas por Samsung en Barna les recomendaremos alguna ETT, porque para hacer el MBA del Iese me temo que andan un poco escasas de fondos y de tiempo, por lo de cuidar de los niños pequeños y defenderse de la depresión con Litio o, si hay suerte, Seroxat.
Bueno, hay que ser optimista. Hay más libros, no sólo éstos.
Aunque igual de peligrosos, desde mi punto de vista, que no vale para nada obviamente.
Podemos citar: Caminar sobre cristales rotos, Sopa de pollo para el alma, Para salir del laberinto -sin duda, el libro de autoayuda en español que más me ha gustado -lo que no es mucho decir, verdaderamente- y luego los de guerra, los de estrategia para la guerra, perdón, pero aplicados a la vida diaria de los ejecutivos, a la negociación entre empresas y al liderazgo.
Desde el pensamiento de Maquiavelo, Klausewitz, Sun Tzu, hasta ...Bueno ya aparecerá alguno basado en el inefable mister arbusto.

Por mi parte, ya estoy escribiendo uno de autoayuda. Pero como es de autoayuda de verdad, pues lo tengo sobre la mesilla de noche. Un par de cuadernos de espiral y cuadriculados, marca Centauro, adquiridos en el todo a un euro de enfrente de casa.

Ya he escrito el título de la primera página. Se titula la paja en el ojo ajeno. Pura envidia. La mía, digo.

6 de julio de 2005

Salario de pesadilla



Y le van a pagar 25 millones de dólares, a sus 60 años, por dirigir uno de los mayores bancos de inversión del mundo: Morgan Stanley se llama el banco, John J. Mack él.

Abonando salarios de 72.000 dólares, añadiendo costes sociales de un 40% y un 30% más en concepto de servicios utilizados –el espacio, el teléfono, las facturas generadas, el consumo de fungibles y una secretaria por cada tres ejecutivos fichados-, se podrían contratar 198 personas, con un master en finanzas cursado en una de las mejores escuelas de negocios, un cociente intelectual medio de 125 y unas ganas de trabajar enormes.
Y si les queremos mimar y estamos dispuestos a llegar a los 125.000 dólares de salario, podremos contratar a 117 con experiencia en finanzas y encima nos sobran 88.000 dólares para organizar una jornada de acogida en la organización, de ensueño.
¿Qué probabilidades tendrían esas personas de encumbrar a la organización?
Muy altas.
No olvidemos que en Informática ya se trabaja con capacidad de cálculo distribuida.
Así, por ejemplo, la búsqueda de indicios extraterrestres se ha alimentado de la capacidad de cálculo no empleada por los ordenadores caseros.
Y muchas organizaciones aprovechan estos modelos de distribución de tareas para realizar operaciones complejas.
¿Verdaderamente una persona puede calmar las aguas de una gran organización por esa cantidad.?
Un Director-dios, como es el caso que nos ocupa, se reúne con una 20 personas como máximo a lo largo de una jornada. De ese colectivo, confiará en dos o tres –como la mayoría de los humanos, en el trabajo apenas se hacen amistades profundas.
Por otra parte, las jornadas maratonianas a las que le someterán unido a su edad le producirán un agotamiento generalizado que sólo podrá ser compensado con el médico de cabecera.
Al mismo tiempo, estará sometido a todos los prejuicios de pensamiento que a los demás nos afectan.
¿Serán mejores sus decisiones que las que podrían adoptar ese grupo de casi 200 cerebros?
Seguramente no.
Pero a él nadie le discutirá las decisiones que adopte.
Cuando determine una línea de actuación, a partir de los datos masticados por algunos de los equivalentes a esos posibles fichajes, cuando presente las líneas de acción que más le hayan convencido de las expuestas por el equipo de sabios y analistas, cuando realice preguntas, un ejército de asesores internos y de brillantes matemáticos y físicos dedicados a las finanzas, adoptarán el rol de pensamiento distribuido.
Con esa información en su poder tomará la mejor decisión, no nos quepa duda.
Y lo mejor de todo: nadie la discutirá. Porque será la mejor de las posibles.
Y si no es así, es que se habrá vuelto más tonto que la mayoría de nosotros.
Todos en la empresa necesitamos que alguien diga lo que vamos a hacer a partir de lo que el grupo de cabezas pensantes sabe que hay que hacer.
Y si decide pensar por su cuenta, le echarán.
Con cajas destempladas y un paracaídas de oro, que le resolverá la vida aunque no los quebraderos de cabeza futuros.
De ahí los 25 millones que le van a pagar.
Es fácil comprenderelo.
Aunque no nos guste.


5 de julio de 2005

Pablo: A casa, A cenar.


Al salir del ascensor he pasado por la recepción sin decir nada, he salido al fuego exterior que representa este verano de via crucis y me he encaminado al suburbano, dispuesto a disfrutar del aire acondicionado que tan bien funciona en esta línea de tren, la que arranca o finaliza en la Milla de Oro, la de las oficinas de lujo y los rascacielos tipo Singapur o Benidorm.

La gente me mira.

Será por los tapones de la nariz.

Los arrojo a una papelera, pero le dan en el bolso a una mujer joven vestida con un traje de corte sastre en color beige. Zapatos y bolso a juego. Pendientes esmeralda y plata. Reloj de oro.

Los mira con repugnancia, torciendo el gesto, como si hubiera olvidado que la belleza es incompatible con la manifestación de ese tipo de emociones.

Se ha puesto fea de verdad.

Un puchero de indignación y unos ojos coléricos la han convertido en una especie de Lola Gaos en la película Furtivos. La emitieron por la tele hace poco, de ahí la conexión.

- ¡Mamón!

Acelero el paso, antes de que aparezcan valedores de la señora que quieran darme un escarmiento.

En verano, los episodios de agresividad se incrementan en la gran ciudad.

Bajo las escaleras del suburbano de tres en tres, olvidándome de terminar en impar.

Oportunidad perdida de acumular augurios para la entrevista de mañana.

Al llegar a la altura de la taquilla, busco entre los bolsillos, aprovecho para acomodarme la ropa interior, pero el abono de transporte no aparece.

Derrotado y sin dinero, decido extender la mano, alguien se apiadará de mi y me comprará un viaje sencillo.

Media hora después, anegado de miradas tan poco sutiles como la que le lanzó Moises a su pueblo en la leyenda desértica del bellocino de oro, me encamino a abandonar el vestíbulo de la estación.

-¡Hola hijo! ¿Todo bien?

El sudor recorre mi esqueleto, provocándome escalofríos. Mis pies, lastimados tras la caminata de hora y media, piden agua fría y un poco de bicarbonato.
Me abandono sobre el sofá.

-¡Ay! Yo también me he clavado una pieza del ajedrez, el alfil blanco, en el trasero.

- ¿Has subido corriendo las escaleras? No deberías hacer ejercicio con este calor.
Anda, sube a tu cuarto, lávate un poco y baja para la cena. ¡Pero si ya son las nueve de la noche! Como aún es de día, ni me había enterado. Y usted, madre, ¿Qué va a cenar?

- ¡Ay, hija, con este calor, no me apetece nada. Unas migas de las que sobraron al mediodía y un par de huevos cocidos. Luego me tomaré un tomate con una sardina de esas tan buenas que trajo la niña y un yogur desnatado. Es que no tengo hambre.

No conocí a mi abuela de moza, pero su gula en tiempos de guerra debió hacerla sufrir tanto como a mí los zapatos en este momento.

Subo, cojeando, hasta llegar al cuarto de baño. Apoyo un pie sobre el talón del otro y lanzó el zapato izquierdo con fuerza contra la bañera. ¡Qué alivio! Realizo la misma operación pero con los pies cambiados de posición. El segundo zapato, como si tuviera vida propia, decide precipitarse por la ventana entreabierta que está junto a la cabecera de la bañera.

Su suicidio no me sorprende. Con este calor. Luego tendré que bajar al patio de

...oigo cristales al romperse y un exabrupto se cuela por la ventana, más entreabierta que antes.

-¡La madre que te parió! Cuando bajes a por el zapato te diré lo que cuesta el espejo que acabas de cargarte, majo.

-Pero, ¿Qué ruido es ese? ¿Qué pasa?

-Los de ahí arriba. Que se han cargado el espejo.

-¡Hay que joderse con el mamón! Seguro que ha sido el mamón.

Seguro, me digo para mis adentros. Aunque ya hace tiempo que no mamo.

Abro el grifo de la bañera, me siento en el borde y dejo que el agua fría me bendiga las rozaduras de los pies.

En contacto con los calcetines produce una especie de infusión color zarzaparrilla, como la cocacola. Casi negra. La infusión, a medida que el agua sigue corriendo sobre mis pies, va cambiando de tono, aclarándose. Cuando el tono de la misma es inapreciable, cuelgo los calcetines sobre la barra de seguridad que tiene la bañera. Mañana podré usarlos para ir a la entrevista.

Con este calor seguro que a las diez están secos.

-¡Niño! ¡La cena se enfría!

Bueno, ya me ducharé mañana por la mañana.

Etiquetas: