9 de octubre de 2007

Que no se mueva ni dios. Dicen mil jefes al tiempo.

La diferencia entre la realidad y la ficción es que esta última debe tener cierto sentido. Tom Clancy

Me cuentan lo siguiente:

Que se han realizado pruebas internas para el traslado a otras funciones, dentro de un programa de desarrollo de las personas en una organización pública. Un concurso de traslados.

El análisis de los méritos, las pruebas, entrevistas y la evaluación final, se han demorado más de la cuenta.

Pese a todo, las personas, lejos de desmoralizarse, han continuado con su faena.

Por fin salen las calificaciones y cada quien conoce cuál será su destino, al que tendrán que incorporarse en una fecha determinada con antelación y conocida por todos... los empleados.

Unos días antes de que se realicen las incorporaciones al nuevo destino, algunas personas -de las conscientes, las que les gustan a los jefes- se dirigen a la unidad de personal correspondiente y hablan con la persona responsable de los papeles, para confirmar que se puede hacer lo que hay que hacer. Que ya está el papeleo resuelto.

- Pues todavía no sabemos nada, así que hasta que no recibamos la notificación, de aquí no se mueve nadie.

- Pero es que ya hay fecha para los traslados.

- ¡Que no se mueve nadie!.

Cada una de las personas que se va a trasladar se dirige a su jefe o jefa directo y escucha:

- Precisamente me acaba de llegar un e-mail de... que comunica que el día 3 todo dios en su nuevo destino.

Bueno, parece que ya está todo resuelto.

- Voy a hablar, no obstante, con el gerente, para ver qué ocurre, porque esto es un poco caótico.

Así que el jefe se larga a buscar al gerente. Y vuelve.

-Oye, que dice el gerente, que de aquí no se mueve ni dios hasta que él lo diga.

Bueno, pues a esperar, pero la fecha está confirmada. En algún lugar y por alguien. Aunque los jefes necesitan saberlo de otra manera.

- Oye, mira, que ha llegado otro correo de... que nos olvidemos del anterior. Que no se mueva ni dios hasta nueva orden.

A la mañana siguiente, gerente, jefes de unidades, responsables del papeleo de personal y cualquier interesado se dirigen a la Central, a recibir noticias frescas y de primera mano.

Ningún empleado tuvo noticias de la solución a tanto revuelo.

Pero el día del traslado, todos se incorporaron a su nuevo destino. Y la institución continuo funcionando. Pese al temor de los jefes.

Las relaciones no son las tareas ni las funciones. Solo relaciones. De poder, pero relaciones. Que no se mueva ni dios.

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