13 de junio de 2005

Pablo: Visita al hospital

En el hospital me hicieron esperar un buen rato. Había mucha gente y seguramente peor que yo.
Me senté en una silla, sin mirar. Cuando me llamaron por megafonía me incorporé y noté que algo me retenía, me impedía levantarme. Al darme la vuelta comprobé que una gran bola de chicle masticado pugnaba consigo misma: conocer mundo pegada a mis pantalones o quedarse en la silla hasta que apareciera alguien más, más... más ¿qué?
Es igual. Cogí una hoja del periódico viejo, el que siempre me acompaña y despegué parte del chicle de mis pantalones. Sólo una pequeña parte. El resto me acompañó hasta la consulta.
-¡Siéntese!
No hice caso. Por tres veces me lo indicó. Por tres veces negué.
Ante su gesto interrogante, me di la vuelta y me levanté los faldones de la camiseta que me había puesto.
Debió pensar que estoy tarado.
Pero solo hasta que vió la bola de chicle mascado.
Las carcajadas se oyerorn en la sala de espera...dos plantas más abajo.
-Perdona, chico, pero es que ....¡JAJAJJAJAJJAJJAJAJA!
-Bueno, está bien...ya...ya se me pasa...no es necesario que te sientes...¡JAJAJJAJAJJAJJAJAJA!
Una risa igual a la anterior. Estuve por marcharme, como hice en la dinámica de grupo, pero el sonido feraz de mis intestinos me previno de hacer tonterías.
-La enfermera te dará dos recetas. No comas nada hoy. Chicle tampoco...¡JAJAJJAJAJJAJAJA!
Salí de allí y me encaminé a la farmacia.
Un día entero a base de agua de litines no me hacía gracia alguna.
Además que mañana tengo la segunda entrevista de trabajo.

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