14 de junio de 2005

Pablo: Mi listado de preguntas


Estoy nervioso.
Y me duele la tripa.
Me he tomado los litines. Me ha entrado un dolor fuerte, bueno uno de esos que te hacen doblarte, pero menos. Como son conocidos.

He ido al cuarto de baño y...lo que ya sabía. Mis calzoncillos se han bajado con el pantalón. Asi que esta noche duermo en pelotas.

Aunque también puedo estrenar uno de los pijamas que me suele regalar la abuela. Tengo uno de monitos que parece muy suave. Como de felpa o algodón. Aunque hace un calor. Bueno, ya decidiré esta noche.

-¿Hijo? ¿Estás ahí dentro?

-¡Sí, abuela!

-¡Termina pronto, hijo! ¡Necesito entrar!

-¡Voy abuela! ¡Me estoy probando el pijama que me regalaste en Navidad!

-¡Pero si ya es verano! ¡Este niño!

Oí sus pasos al descender por la escalera. Me limpié y me lavé... como pude. Al no poderme deshacer de la ropa -porque el pantalón y los slips, bueno, eso, la ropa que todos llevamos por dentro, bueno, por fuera pero por dentro- el agua de la esponja me goteaba... en la ropa.

Cuando acabé de vestirme, me notaba fresquito... muy fresquito.

Bajé la escalera y volví a la sala de estar, el living en las películas antiguas.

-¡Ahora voy yo! dijo mi abuela.

Busqué un bolígrafo que escribiera en el búcaro de encima del televisor. En tiempos había contenido una orquídea. Pero acabó en la ensalada... que preparé el día del cumpleaños de mi hermana. Hace tiempo de eso.

Entre los post-it con recetas, cigarrillos secos y abrecartas recuerdo de algún viaje exótico a Estepona o Tudela, encontré un Rotring del 0,8. Una especie de tiralíneas moderno, con carga de plástico.

De cuando hacíamos dibujo lineal en el Instituto.

No pintaba. Lo lamí. Una y otra vez. Y otra. Y otra. Lo agité sobre el papel.

-Pero, ¡Hijo! ¿Qué te has hecho?

Me sobresalté y se me cayó el Rotring... sobre la alfombra. Una gran mancha negra apareció sobre la imitación de blasón de color verde que destacaba sobre el fondo arenisca del entelado.

Mamá le había sugerido a una modista que lo tejiera sobre la alfombra. Encontró una reproducción de nuestro escudo de familia o algo similar en una página del veinte minutos, uno de esos diarios gratuitos de origen escandinavo. ¿O es eslavo? No, no, escandinavo.

La mancha negra también se extendió sobre mi lóbulo derecho. O sobre el hipocampo o el ... ya no me acuerdo. Eso se estudiaba en quinto de ESO o más allá.

-¡Qué te ha pasado en la boca!

No era una pregunta. No estaba preocupada. Sólo sorprendida. La abuela es muy sensible.

- Nada. Me aburría y le he hecho el boca a boca a un bolígrafo, abuela.

-¡Cómo sois los jóvenes!

Subí de dos en dos los escalones. Entré en el cuarto de baño, cogí el cepillo de dientes -ahora no recuerdo si era el mío o el de mi hermana- lo froté contra la pastilla de jabón y... ¡Los intestinos!

Me bajé el pantalón, me senté y froté fuerte contra las encías.

El listado de preguntas tendría que esperar.

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