El que inicia, tiene el porte de la rubia. Año sorprendente. Pero nada de nada. Puro apresto. Convencional, tirando a picante.
Hoy, al mediodía, casi todos estábamos deseándonos feliz 009, el nuevo agente secreto, que provoca temor, como en las celebraciones milenarias. Aún con estas, con esas del miedo, aparecía la gente divertida, obsesionada con estrechar la mano a quien se cruzara en su camino. Tal era el afán, que los "30 something" -thirtysomething, treintaytantos, el cónclave de la peor generación entre las recientes, los tontos del culo- arrastraban la derecha, a la altura del suelo, enorme. Vi, incluso, uno de ellos, atorado en el enclave de una exclusa de alcantarilla. Su dedo índice, atrapado entre los topes de la rendija. Aparentaba treinta y tantos.
-¿Cómo llego a la cena ahora? -Y peor, ¿Cómo cuento esto? Incapaz de meter los dedos en la alcantarilla, le espeté:
- Espérate a mañana. Que viene la rubia del 009.
Me miró con furia, se cabreó conmigo y luego con su mano derecha -¿Dónde habrá estado esta?- tiró hasta sangrar y salió de la trampa. Se sacudió la ropa, la mano recuperó el tono y, con sorna, me deseó feliz año.
Con tanto tópico, seguro que se engancha en el próximo registro de tuberías y alcantarillado. Dos meses más allá.
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