3 de septiembre de 2008

Estres posvacacional. ¿Cursos y recursos?

Tomas el taxi, tras abandonar la estación o el aeropuerto. Tanto si te recibe el calor sofocante de la ciudad, como el fresco recuperador, mensajero del próximo otoño, la sensación de agotamiento te anega.

Se le une el miedo generalizado y un pensamiento que ronda la head, tu head: "y el día tal, a las 8:00 en el trabajo. Asco, que asco, que asco".

Utilizando la única técnica que recuerdas de las que te enseñaron durante el curso de Psicología Positiva: Eres maravillos@, del pasado invierno, te dices: BASTA, en un intento para detener ese pensamiento y de paso la angustia que te va embargando. Si ya se llevara también la peste de sudor que emerge del taxi.

- Necesito un baño.

-¿Perdón? -el taxista, sorprendido, te observa por el retrovisor, porque no tenía noticias de que ahora el baño deba ser incorporado al taxi, como servicio de valor añadido para los clientes, que si no, la licencia te la pueden retirar. Que igual lo pones en el maletero, uno de esos químicos, para sitios sin canalización, aunque tendrás que deshacerte de la silla de playa para la partida diaria, allí, durante las esperas vespertinas en el aeropuerto, que es que ahora, desde lo de la desgracia de la Spanair esa, hay menos viajeros. La silla, mejor dentro, en el asiento del copiloto y si por casualidad montan más de tres pasajeros, que ya es muy difícil, porque las familias se han reducido de tamaño bastante, pues nada, a los pies del asiento, con cuidado de que no tropiece con el acelerador ni con el embrague, que no sabes lo que es peor.

-¡Disculpe! Lléveme a Pío Baroja, 98.

En aquel curso hablaban del Crítico que todos llevamos dentro, como si de una periodista de Salsa Rosa o un programa de esos se tratara. Que no para de hablar. El Crítico. De tí, de lo que haces y de lo que no haces. Lo mismo que decía Freud del Superyo, el padre y la madre interiorizados, pero que ahora lo llaman Crítico. Como hay tanto divorcio, esto evita tener que hablar de varios Superyo: el que proviene de tu padre natural, el del primer novio de tu madre, el de la novia de tu madre...Y había otro, sí, el Saboteador. Ese que no te deja hacer las cosas, que dice como que sí, pero con la boca pequeña. Que permite que abones tres matrículas de gimnasio al año, con oferta bono de 6 meses y sauna, que empleas el primer mes, justo hasta que necesitas lavar la ropa y descubres que aun siendo carísimas, las prendas estas deportivas, una vez lavadas, ya como que no son lo mismo. Y había un cuarto. Tu Niña Interior. Que ya andábais diciendo en el curso que cuándo iban a repartir las pastillas, porque con tanta gente dentro de la cabeza.

Estuvo bien ese curso. No te acuerdas de remedio alguno para combatir el estrés del curro. Porque claro, la risa, bailar, un masaje, un polvo, un paseo por la playa, por el parque, irte al cine, darte un capricho, meditar en plan veda, veda, yasurveda total, pues es que en el mismo curro son actividades que no pegan. De hecho, son anticurro, que es el mejor modo de combatir el estrés. Abandonar el trabajo. Pero a veces da como algo de reparo, ¿verdad? Sobretodo si la pasta lo es todo, no como en el caso victoria becham, sino en el de juanita hospicio, esteticiene de profesión y brand manager de loreal, residente en Moralzarzal.

Aunque una de las mejores propuestas para acallar al estrés o al menos cambiarlo de orientación es la pequeña reforma casera pendiente: Ya sabes, 6 meses de albañiles, 45.000 € en la reforma del baño, porque ya puestos, mejor un Niemeyer que no un Roca o uno de estos de los bares, ¿cómo se llama? Ya, si. Ese. Sangrá. Que mira que llamarlos así, sangrar. Retorcido, porque sí, los usamos cuando sangramos, pero principalmente cuando nos lavamos, nos meamos o nos cagamos. Que si entras y dices:

-¡Buenas! Que necesitaba un lavabo para cuando sangre. Y un bidé. Para eso, pa' lo mismo.
Se aleja de las expectativas del dependiente. Comienza a verlo todo rojo, se desequilibra y recuerda que ya desde su más tierna infancia deseaba reparar gatos, por lo que primero los abría y luego intentaba coserlos, pero que eso no funcionaba, entonces decidió dedicarse a la venta de objetos inanimados, mayormente báteres, váteres aprendió luego que se escribía así con la uve.

La reforma te alejará el estrés de la vuelta al curro, de hecho desearás estar en el curro, antes que volver a tu hogar y descubrir:

- Que te ha nivelado los manises un señor de georgia acostumbrado a los baches.
- Que se ha terminado el material.
- Que tendrás que mezclar dos colores, como consecuencia de la rotura de estoques (la palabra stock la va a suprimir el diccionario, bueno el señor que lo confecciona, así que estoc y estoques para el plural son posibles alternativas).
- Y que de los sanitarios con motivos de las Olimpiadas, serie Roca y diseño Mariscal, será mejor que los vayas olvidando, porque ellos, los albañiles de georgia, adquieren los materiales en Pereda o en la Leroy Merlin.

Pero ahora está la cosa mu mal y entonces es mejor no comprar diseño caro. Sangrá está bien.

Además que ellos acaban de desmontar unos en un bar que ha cerrado porque el negocio iba así que así, que bueno, que ellos te los montan en casa. Y por el mismo precio te colocan dos urinarios, de estos de pie. Por si quieren entrar tu marido y tu hermano, por ejemplo, a mear al mismo tiempo.
Bueno y a mirarse, que todos se miran, se la miran.
La esa, ya me entiende, señora.
Bueno, mientras te decides por el pie de ducha o la bañera con patas estilo maría antonieta, cerámica de Limoge, por supuesto, puedes vislumbrar toiletes de medio mundo o algo menos de cuarto y mitad.
¿Y el estrés?
Eso, eso, algo de humor y bienvenid@, como mi felpudo.

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