Que no se mueva ni dios. Dicen mil jefes al tiempo.
Me cuentan lo siguiente:
Que se han realizado pruebas internas para el traslado a otras funciones, dentro de un programa de desarrollo de las personas en una organización pública. Un concurso de traslados.
El análisis de los méritos, las pruebas, entrevistas y la evaluación final, se han demorado más de la cuenta.
Pese a todo, las personas, lejos de desmoralizarse, han continuado con su faena.
Por fin salen las calificaciones y cada quien conoce cuál será su destino, al que tendrán que incorporarse en una fecha determinada con antelación y conocida por todos... los empleados.
Unos días antes de que se realicen las incorporaciones al nuevo destino, algunas personas -de las conscientes, las que les gustan a los jefes- se dirigen a la unidad de personal correspondiente y hablan con la persona responsable de los papeles, para confirmar que se puede hacer lo que hay que hacer. Que ya está el papeleo resuelto.
- Pues todavía no sabemos nada, así que hasta que no recibamos la notificación, de aquí no se mueve nadie.
- Pero es que ya hay fecha para los traslados.
- ¡Que no se mueve nadie!.
Cada una de las personas que se va a trasladar se dirige a su jefe o jefa directo y escucha:
- Precisamente me acaba de llegar un e-mail de... que comunica que el día 3 todo dios en su nuevo destino.
Bueno, parece que ya está todo resuelto.
- Voy a hablar, no obstante, con el gerente, para ver qué ocurre, porque esto es un poco caótico.
Así que el jefe se larga a buscar al gerente. Y vuelve.
-Oye, que dice el gerente, que de aquí no se mueve ni dios hasta que él lo diga.
Bueno, pues a esperar, pero la fecha está confirmada. En algún lugar y por alguien. Aunque los jefes necesitan saberlo de otra manera.
- Oye, mira, que ha llegado otro correo de... que nos olvidemos del anterior. Que no se mueva ni dios hasta nueva orden.
A la mañana siguiente, gerente, jefes de unidades, responsables del papeleo de personal y cualquier interesado se dirigen a la Central, a recibir noticias frescas y de primera mano.
Ningún empleado tuvo noticias de la solución a tanto revuelo.
Pero el día del traslado, todos se incorporaron a su nuevo destino. Y la institución continuo funcionando. Pese al temor de los jefes.
Las relaciones no son las tareas ni las funciones. Solo relaciones. De poder, pero relaciones. Que no se mueva ni dios.
Etiquetas: trabajo
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