17 de septiembre de 2005

Opinion: Die Zukunft ist er unsere, wenn sie uns verlassen


Mientras empujamos la puerta seguimos hablando. Es la sala de espera del aeropuerto. Bueno, la sala vip.
Tuvimos suerte. No somos vips.
Al menos no en su lenguaje versallesco y clasista.
Que si el cliente ¡bla! que si el rey ¡blabla!. No, sólo que se han equivocado a la hora de teclear, porque los apellidos son muy socorridos, sánchez, smith o bourbon por escribir alguno, así que no vamos a renunciar a una cerveza y un periódico gratis.

Tampoco dan tanto estas salas, apenas una sensación de aislamiento cósmico. Bueno, si, aportan algo más, el silencio, ese tono de voz hospitalario, contubernio unidimensional, una almohada de plumas de oca con caducidad en el tiempo, que se rompe cada vez que suena el timbre de un telefonino, celular o móvil. Llámalo como quieras. Pero llámalo más bajito.

Entregamos los billetes en la recepción del santuario vip. Antes de que la puerta se cierre, aparece un payaso en la misma, un tonino, tonete, charlie river, que saluda en alemán a la recepcionista, con una expresión que desconozco, pero que finaliza en tag, etiqueta en inglés, día en germano; pienso entonces que somos algo raros; que construimos la babel globalizante sobre el inglés como cimiento, como base, como bottom, que suena botón en castellano, aunque sin acento. Raros, raros, raros.

Se produce el silencio tras la entrada del alemán payaso. Muchas cabezas dejan de interpretar las expresiones incomprensibles del FT para observar al extraño, al raro.

-¿Quién es? Me animo a preguntarle a mi acompañante, una periodista de la farfolla day news.

-El cliente más importante de la compañía aérea con la que vamos a volar. Contrata más de 300 vuelos mensuales de directivos. Ahora está sufriendo una opa hostil.

-¿Qué?

- Una agresión entre empresas. Cosas del poder y el dinero fácil. Peleas de gallos. O de gansos. Según los contendientes.

-¿Pero, porque aparece así vestido?

-Todos sus directivos le llaman el payaso.

-Y ¿Lo consiente?

-Le da dinero. Le produce satisfacción reconocerlo. Reconocerse.

-¿Cómo Schroeder?

-Él no es un payaso. Es un político. El político, quiero decir, no el payaso.

-¿Acaso se diferencian? Porque al fin y al cabo, hacen reír, animan la conversación de los demás con frases del tipo: ¿Has visto? ¡Qué pasada! ¡Hay que ser payaso! Son muy similares, pienso.

-Hay diferencias. Por ejemplo, los chistes del político son inicuos, malvados, tienen trasfondo. Provocan que les apedreen, lapidación popular, vendetta. Los del payaso, inocuos. Esa es la gran diferencia. Hay más, claro.

-Entonces, los contertulios de la radio son ininos, porque son mixtos.

-No, esos tienen vena bufonesca, hacen chistes a medida del mejor cliente, de su mecenas. Bailan al son del bravucón. Son, tertulianos, una categoría que no recoge la cnae, tampoco el inem. Nadie se apunta con la profesión de tertuliano a una búsqueda de empleo. No hay anuncios para ese, cargo. ¡Qué descargo de conciencia, verdad?

-¿Tomamos algo? Por una vez, debido al error, es gratis. Espero que no les echen una bronca a los picadores de datos.

-Ya, chistes de payaso.

-Para el payaso.

-Y tú, ¿con quien vas? Pregunto, volviendo al tema que estábamos tratando, si alemania por aquí si por allá.

-Con la esperanza, con la ilusión, con el índice de credibilidad.

-¿Domina alguien en eso?

-Quienes voten mucho y bien, esos generan ilusión en los otros.

-No lo entiendo.

-Renovar es bueno. Suele generar ilusión entre unos, desconfianza en los que pierden, tertulianos en quienes desconfiar. Todos salen ganando.

-Ya, pero, Merkel o Schroeder?

-Pues, va a ser que da igual. Depende del momento unos son más útiles que otros. Alguien decía que en los países polarizados, bipartidistas, unos suceden a los otros y comienzan por hacer lo que los otros no hicieron, porque eso fue lo que les sirvió para ganar ascendiente sobre los votantes.

-No lo entiendo.

-En este pueblo de países, por ejemplo, la reconversión industrial la hizo el partido que estaba en el poder, sacó a los empleados de las empresas públicas e inició la privatización. Luego vinieron los otros y aprovechando la consolidaron de nuestra posición en europa y de los dineros que nos regalaban se abrieron hacia el imperio, hasta sufrir de miopía y creer que felipe segundo era una construcción mental y recuperable.

-¿Hablas de Alemania?

-Hablo, sólo hablo.

-¿Y Alemania?

-Ya han estrechado el cinturón de los alemanes. Y mucho más que en otros sitios. El empleo de por vida está tocado de muerte allí, el sistema se ha hecho más cínico. Unos han conseguido que otros se sientan culpables, tontos, inferiores, parásitos. Vienen duras, así que hace falta un caballero blanco, un luchador. Ahora toca ganarle un botón al cinturón, un ojal, no un culo, esperanza, sacarles de la indefensión. Que se puedan mover.

-¿Entonces?

-Que gobierne una mujer. Ya toca.

-Pero has dicho caballero.

-Los caballeros se cubrían de arriba abajo en la antigüedad. No hay testimonios visuales que confirmen sus características de género, que digan que todos eran pollitos.

-Ya, como Tatcher.

- Yo he dicho que prefiero que gobierne una mujer, no argameddon. Por cierto, ¿has visto la foto?
-¿Qué foto?

-Vamonos de aquí, anda, que el payaso ha abierto la maleta.

-Ahora viene el numero de las palomas de la chistera, como en renfe hace más de una década, como en altos hornos, como en ...

-El payaso, ¿es una mujer?

- El payaso es una alternativa. Trae palomas. Y chistera. ¿Oyes? Nos avisan por megafonía.


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