10 de septiembre de 2005

Pablo: Un rikishi atípico


Intento cerrar, pero la puerta se encaja contra el suelo, descolgada por los goznes. Tiro fuerte y suena un ¡Pum! al empotrarla en su marco.
-¡Pablo!
Me vuelvo hacia el origen de la voz que me llama. Al fondo del pasillo, María y madame bovary están hablando. Las vislumbro a contraluz, como esas fotos de un zaguán umbrío.

-¡Voy señorita! Me apresuro. Ardo en deseos de disfrutar de la presencia de María.

-¿Sí? Digo al llegar a la altura de ambas. La madame sonríe, con una expresión que asusta.

-Las pruebas continúan, Pablo. Tienes que volver al vestuario y ponerte el mawashi que te entregará María. Y date prisa. Vamos muy retrasados.

No sé que es un mawashi. Pero no me atrevo a preguntar.

-¡Si, señorita! Le doy la espalda y camino detrás de María, que se dirige a la habitación donde me cambié antes, cuando empezó todo ésto.

-Entra y desvístete. Yo vuelvo en unos minutos.

-¡María! Que es un ma..masha..

-Un mavashi. Una prenda tradicional japonesa. Te gustará. Y te sentará muy bien. Se tapa la boca para contener la risa explosiva que amenaza con empequeñecer el cuarto. Está guapísima.

No puedo resistir la tentación de acariciar su pelo. Con un giro de cabeza consigue desprenderse de mi mano. Sale por la puerta con un trotecillo embriagador, que acelera el movimiento en S horizontal de sus caderas. Estoy enamorado. ¡Oh dios, sí, enamorado!

Me desvisto a gran velocidad. Se me resisten los botones de las distintas prendas, pero al final lo consigo. La gayumba se ha quedado prendida en la chimenea de la estufa.

Me toco las bolitas ¡ay! Aún me duelen. Y mucho. Doy un respingo. Unas manos heladas me rodean a la altura de la barriga. Sin darme la vuelta, suelto mis bolitas y trato de desprenderme del abrazo. Las manos se sueltan y me agarran eso. Comienzan a ordeñarme, como a un tubo de pasta de dientes semivacío, uno de esos de la marca colgante.

-¿Te gusta Pablito? ¿Se te pasa el dolor, pequeñín? ¡Deja que la señorita te mime!

No consigo desasirme del abrazo. Ella suelta mi, eso, mete la mano en un frasco de cristal que ha depositado con presteza sobre la mesilla y me masajea las, los… con un potingue. Me sube un calor que acaba por quemar como la cera de las velas.

¡Qué escozor! Hago presión con los codos sobre sus antebrazos, le debe doler, pero no me suelta, no puedo despegarme del abrazo. Su cara está pegada a mi nuca, me llega un olor a ajo insoportable, su pelo me hace cosquillas, el magreo es cada vez más intenso, más…

De repente las manos me sueltan al tiempo que me empujan con fuerza contra la cama. Caigo encima de la colcha, reboto y salto despedido al otro lado de la cama. Me golpeo contra una de las mesillas en la cabeza. ¡Ugghh! Cuando consigo ponerme de pie, no hay nadie más en la habitación. La puerta permanece entreabierta.

Entra María, que se queda a unos metros de mí. Instintivamente me cubro con una mano, como hoja de parra.

-¡Toma! Dice mientras me lanza un trapo blanco y un tanga rojo. Los atrapo en el aire, pero mal, con la mano libre, así que intento cogerlos con la otra, dejando mis cosillas a la exposición de los ojos de María. Maldito instinto...

-¿Eres judío? Me pregunta.

-Fimosis. De pequeño, le contesto, con voz contenida, casi de falsete, gallo adolescente.

-Te hicieron un buen zurcido. Muy bonito.

La eritofobia me invade. Rojo, como un langostino cocido, y confuso, por el sobo y el golpe en la cabeza. Balbuceo.

Dazzed and Confused, Led Zeppelin forever.

-¡Me ha tocado! ¡Y me escuece mucho lo que me ha echado!

-¿Qué?

-¡La madame! Que me ha echado algo aquí y me escuece mucho.

-¡Qué tontería! Si la madame, como la llamas tú, es gay, ¡A ver, déjame que te lo vea!

Agachándose delante mí y obsequiándome con sus preciosas piernas, comienza a soplar hacia ahí, provocándome alivio y excitación al mismo tiempo. Al observar mi respuesta física, se pone de pie.

-¡Bueno, ya está! Y vístete rápido que las pruebas van a continuar. ¿No querrás perder, verdad?

Se dispone a marcharse, cuando se da la vuelta y dice:

-Esto es para que te lo puedas abrochar, lanzándome un imperdible.

Me pongo el tanga rojo, pero me roza la fístula y es molesto. Así que me lo quito, me enrollo el extremo del cinturón ancho, el mavaloquesea que mide como dos metros, alrededor de mis partes y del muslo derecho dos veces y el resto alrededor de la cintura, por debajo del ombligo.

Lo sujeto con una mano, para que no se me deslíe, mientras que ayudado con la otra mano meto los pies en el tanga y me lo voy subiendo, hasta que la cinturilla elástica de la prenda me sujeta el trapo blanco, el mawashi. Uno ambas prendas con el imperdible y me miro al espejo. En la cinturilla hay un logotipo, que he visto con anterioridad, cavin klain o similar.

Ya recuerdo. Sí como el que lleva un futbolista en una marquesina publicitaria de la parada de autobuses. Aunque no nos parecemos mucho. Mi imagen es más, bueno, distinta.

-¡No! Me he colocado el tanga al revés. Tengo que desvestirme y hacerlo bien esta vez.

Entran en el cuarto. Es la madame.

-¡Pablo, vamos, que están todos esperando en el gimnasio!

-¡Sí, señorita! Salgo detrás de ella, cojeando, con toda esa tela blanca apretando sobre el muslo e impidiendo que me mueva con agilidad. Las bolillas me arden, la tirilla del tanga me presiona el perineo. Me froto el chichón de la sien con la palma; la otra mano sujeta mis testículos, parezco un rapero yogi, un gandhi colocado de laúdano. Y mientras le doy vueltas a una idea:

¿Qué tipo de combate me esperará?

Humor
Personal
Thalasos

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8 Comments:

Blogger Lula Towanda said...

Me encantaba Madrid cuando estaba empapelada del futbolista con calzoncillos Calvin Klein. La mejor campaña publicitaria del 2004. Le compré unos de estos calzoncillos a mi hijo en el Corte Inglés y me cogí un puñado de postales de modelo para repartir entre las amigas.

2:34 p. m.  
Blogger Thalasos said...

Si es que mi Pablo tiene mucho que aprender del mundo, Lula. Y yo también.

5:49 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo sigo esperando las fotos de tu atuendo. ¡Ahora ya de marca y todo!

6:16 p. m.  
Blogger Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx said...

Hola Thalasos... Gracias por visitar mi blog. Un besote

10:26 p. m.  
Blogger chousas said...

¡Esto se anima! A lo mejor cuando me quede en paro voy a la empresa esa y todo XD

9:46 p. m.  
Blogger Thalasos said...

Este es un post a demanda del cliente, o sea, chousas.
El autor no se responsabiliza de los daños a terceros ni de las interpretaciones que se hagan sobre el resultado último. Influir en el tiempo es peligroso.
De hecho, todos los personajes que aparecen en la escena, apenas tres, han protestado al impedírseles, abusando de su libertad y conculcando derechos consolidados, improvisar la escena.
Pablo está que trina, porque esta, en concreto no la recoge su contrato. Y al mencionarle que igual ha de vestirse como el hijo perezoso de un auténtico luchador de sumo, ser fotografiado y pasearse por la red... me ha golpeado con la bota amarilla.
Joder, Chousas, al final vas a ir tú a Chozas a examinarte con la madame.

Gracias por comentar, amigo.

Suerte con el examen.

10:07 p. m.  
Blogger laceci said...

thalasos, puedes usar la reclamación sin problema!

10:01 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hio),

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Regards,
stainless

5:56 p. m.  

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