24 de septiembre de 2005

Opinion: La RSC, los zapatos y el guanamino del tercero


La empresa les ha llevado a pintar paredes.

Una empresa que fabrica sus artículos en algún lugar de asia, principalmente, se ha llevado a sus trabajadores europeos y residentes en barna a colaborar en temas humanitarios durante un día, eso sí, de diez a seis, porque lo marca el horario de trabajo.

Me parto.

-¡Oiga, que yo no soy pintor!

-Es por tu responsabilidad … social, ya sabes, la RSC, la responsabilidad social corporativa.

-¿Qué? ¿Me estás llamando irresponsable? ¿He faltado mucho en lo que va de año? ¿He cogido la peste aviar, esa, que a todos os ha dado por llamar gripe? ¿Me he casado varias veces en lo que va de año? ¿He dado a luz con una frecuencia notablemente superior a la humana, pero disfrutando de 16 semanas por parto –no son por retoño, son por parto-?

La empresa maderera de zapatos y ropa deportiva se ha llevado a sus empleados a pintar paredes, desatascar váteres y amueblar -es un decir, vamos- los peldaños de la escalera que da acceso a la segunda planta de la casa de acogida, con papel pintado.

Hace algunos años, todo el mundo dejaba el calzado laboral en su lugar de trabajo, desde los zapatos ignífugos de minero o las botas militares de guarda moro fascista a sueldo del palacio del oriente, hasta el taconazo secretaria del señor conde o los zuecos de enfermero del hospital vall d'ebron. Alguna película americana se hizo eco de la costumbre. Zapatos de tacón en el segundo cajón del gradén de la mesa de oficina.

Los zapatos eran un artículo de lujo, debían durar más de una temporada. Hoy día los zapatos en europa andan por los cien euros. Con marca más, mucho más.

La empresa maderera -timberworld, el mundo del bosque, comerciantes de madera, en realidad- vende zapatos al mismo precio que otras firmas que fabrican en europa.

Ellos venden zapatos vietnamitas –vietnamita, de Vietnam, pues eso- como si fueran aragoneses y al precio de los panama o los gorilas.

Algunos piensan que esto es normal.

Que ya lo hizo la diosa niki al instalarse en china, para vender chinelas deportivas a 150 euros en europa, regalándole una pastizara previamente a los morenos millonarios y canariños del brasil de mis amores.

Yo también lo pienso. Si sucede, es normal. Pero que no me hablen de responsabilidad social.

Que me hablen de otras cosas.

A ver si resulta que las fundaciones que montan desde economistas resabiados y liberales con premio principe de asturias (ya, que solo falta el nombre, ya lo sé, por eso no lo escribo) hasta ricachos buscando rebajar su aportación al erario público, vienen a cubrir el déficit asistencial provocado por msf, naciones unidas o directamente mis hermanos y yo.

Si yo fuera pobre y viviera en una casa de acogida desearía que este tipo de gente se mantuviera lejos, muy lejos de mí.

Preferiría que la expiación se la buscaran en otro sitio. En su iglesia, por ejemplo.

Alguna tendrán, ¿no? Pues eso.

Que sirvan sopa en casa del abuelo. De su abuelo, digo, no del mío.

Guanamino.

-¡Por favor, buana, no!

Opinion
Personal
Reflexiones
Thalasos

3 Comments:

Blogger Lula Towanda said...

Voluntariado obligatorio ¿qué raro?
Estas cosas son artificiales, son puro marketing

12:02 a. m.  
Blogger chousas said...

Ricachos de mierda...
¿Qué se creen?
Uno va a trabajar, hace sus tareas y después cobra por ello. Esa es toda relación en una empresa. Cualquier otra chorrada del corporativismo y bla bla bla me la paso por donde yo me sé.
¿Qué pasa? ¿Dejamos de ser trabajadores y volvemos a ser esclavos?
Cada vez pienso más que el markéting es lo único que realmente saben hacer bien las empresas (y por tanto nuestra civilización occidental).

12:53 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ese voluntariado es una farsa y no creo que sirva de mucho porque cuando se mezcla con el marketing y todas esas cosas, es falso, totalmente falso. ¡qué pena!

1:53 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home