30 de octubre de 2005

Reflexión: Esto no es lo que parece


Persistencia: Mantenerse firme o constante en algo.

Se define el pobre persistente como aquel que ha sido considerado como tal en el último año y en varios anteriores.

El término tiene algo de actividad voluntaria que me choca. Igual los gurús que hablan en indi y se exhiben ante los turistas, con sus guedejas legendarias y sus uñas esculpidas por el tiempo lo sean. Persistentes.

Pero las parejas de indigentes que salen con una bolsita de alimentos del albergue justo a la hora en que se pueden cruzar con los yuppies de la capital que se dirigen a cualquier local moderno para ingerir una nutritiva pitanza por apenas 35€, incluido el sushi de atún rojo mediterráneo, quizás no lo sean.

-Usted es que no quiere dejar de serlo. Es usted un persistente. Así ¿Cómo vamos a hacer carrera de usted, señor mío? A ver. Denos alguna pista. Ilústrenos. ¿Pretende hacernos sentir mal a los demás?

El pobre no contesta. No entiende lo que dice esta señora. Como es polaco.

-¿Es eso? Usted está mal y como consecuencia, nosotros hemos de compartir el sentimiento. ¡Qué persistencia la suya! A ver si le pone remedio, porque caso contrario, tendremos que intervenir. Y seremos persistentes en la advertencia. Usted no sabe lo que podemos llegar a ser.

"A partir de diversas definiciones y de variables de ingresos o de gastos se contextualiza la pobreza en la Unión Europea"

Europa. Qué gran palabra. El otro día un concursante dudaba sobre la ubicación del Parlamento Europeo. Así que decidió emplear el comodín del público.

-¿En qué ciudad europea se encuentra esa institución? Enuncia el presentador.

El voto del público presente en el plató de tv dictaminó, por un aplastante 74% que la susodicha se encuentra en Bruselas.

El concursante fue expulsado con cajas destempladas -que es un tambor con el parche flojo para conseguir un sonido más sordo-, por ignaro, por no saber.

Y los parlamentarios, muchos de ellos disfrutantes de una sinecura que les corresponde por favores prestados más que por méritos propios (buscar la lista de servidores públicos europeos da como resultado una sorprendente orgía de apellidos y nombres de invitados a ese condumio salarial), van a recibir una carta por la que después del puente de todos los santos se deberán presentar en Bruselas.

Porque así lo ha decidido la gente. De la noche a la mañana tendrán que compartir habitación en un hotelucho de ínfima categoría, hacer cola para telefonear a casa y maldecir ante una sopa de col y un mendrugo de pan francés.

Así podrán ahorrar gran parte de los 7000€ mensuales que se han asignado y los 1500€ por cada viaje que realicen en avión.

A partir de la fecha en que entre en vigor la nueva soldada, vamos a proponer que los pertinaces pobres decidan sobre sus propios emolumentos.

Que fijen su salario de integración. Total, si son persistentes en la pobreza, tampoco se lo van a elevar mucho. Y encima nos harán sentir bien.

-Y tú, ¿Qué tienes en contra del Parlamento?

-Yo nada. Es el pueblo. Que los ha enviado desde Estrasburgo hasta Bruselas. Así los tienen a todos controlados y no necesitan repartir los insultos entre diversas ciudades francófonas. Una y no más. Que te sale un ¡Joputa! Pues con una carta a Bruselas resuelto. Luego se escanea, proyecta en pantalla cuando estén todos juntos, se traduce simultáneamente a las diversas lenguas del estado y resuelto.

Somos unos persistentes. En la pobreza y en el desconocimiento de lo que los inefables eurodisputados hacen por todos nosotros. Y por los pobres.

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