5 de febrero de 2006

Irresponsabilidad social.


Cuando veo los índices de pobreza y la esperanza de vida de las personas, me pregunto cuáles son los valores que permiten mantener este estado de cosas. Qué hay detrás de los salarios escandalosos, las comisiones no conocidas, las prácticas oscuras, tanto en el mundo de la empresa como en el de la Administración. Mientras crece el despilfarro y los ingresos de parte de la población a costa del esfuerzo de otros, a una gran parte de la misma se la mantiene en los límites de la pobreza, con una esperanza de larga vida que desde luego no les consuela, porque las cosas para ellos simplemente van a peor.

Desde hace algunos años las empresas se han lanzado a producir memorias de responsabilidad social, donde recogen datos que prueban su voluntad de trabajar por la sostenibilidad, que vaya término, fruto de una traducción precipitada de sustainability.

En ese documento que realizan, de RSC o CSR, según el idioma, puedes obtener información de los bosques que ha habido que talar para realizar los documentos que emiten y lo que invierten en repoblación, para mitigar su impacto; lo satisfechos que están sus accionistas por la donación de no sé qué cantidad a no sé qué ONG, la labor social de su fundación para esto o aquello o el salario de los consejeros.

Lo que no suelen contar es la verdadera extorsión a la que someten a muchos de sus proveedores pequeños, que se ven en la obligación de descontar papel -facturas- con crédito y caución o cualquier entidad financiera, porque les pagan a casi medio año vista, o las subastas en las que se aceptan precios que no cubren, claramente, los costes del proveedor, si este cumple con la legalidad; ni las comidas de a 120€ el cubierto, ni el derroche salarial y de retribución en acciones. Ahí tenemos el famoso caso de Altadis, el paquete de acciones del Presidente de Endesa, o los honorarios de algunos socios de... son miles, así que no los voy a mencionar a todos.

En un artículo de TNYT, en el pais del pasado jueves, mencionan los salarios de algunos ejecutivos de empresas que están en la quiebra. Alguien lo justifica, claro, afirmando que es bueno que no se vayan...todavía.

Suena a maquillaje. Este país anda en el puesto 22 del índice que publica TI la ONG de transparencia internacional.

Pero conociendo el dato de las declaraciones a Hacienda –un número ridículo de declarantes con ingresos superiores a los 60.000 euros el año pasado, ¿dónde está la pasta?- sospecho que el índice que se nos adjudica es bondadoso.

Recientemente se han incrementado los análisis y publicaciones sobre el tema de la conciliación entre la vida familiar y laboral, estudios en los que destacan, sobre todo, aunque afortunadamente no son los únicos, investigadores vinculados al iese y su concepción tradicional de la familia: hombre, mujer, abuelos y prole numerosa. El resto no existe para ellos. Sólo mamás de buena clase y misa de 11. Junto con algunas administraciones se plantean el reto de transformar los horarios a fin de adaptarlos a los que rigen en las latitudes del Norte. Incluso se preguntan si podría trabajarse hasta las 16 horas o aplicar un 9 to 17, al estilo alemán o británico. Claro que en Berlín anochece a las 15h 30' y en Noruega se caldean las calles con calefacción. A ver qué cojones hacemos a las 20:30 en la cama. Fabricar su futura mano de obra, no te jode.

Como suele ocurrir, millones de personas que no trabajan en oficinas ni en la Administración, se quedarán al margen de las propuestas de mejora de la calidad de vida laboral. Entre ellos, gran parte de los contratados de la propia Administración. Que para eso son de segunda clase.

A veces tengo la impresión que quienes deciden lo hacen a espaldas de realidades sociales, tratando de casar lo que son deseos con situaciones más que abusivas. Así, mientras existen convenios colectivos con 1600 y menos horas anuales de trabajo, condiciones sociales extraordinarias y medidas de la actividad al minuto, para compensar con días libres o con dinero el “sobreesfuerzo”, otros rondan las 1900 horas anuales, mantienen tablas salariales de hace 20 años y tienen a sus esclavos realizando jornadas de 12 horas o trabajando a tres turnos y en condiciones próximas a las de la intemperie –desde los almacenes y plataformas que usan las grandes distribuidoras, hasta los trabajos extenuantes por el esfuerzo y asquerosos en cuanto a salubridad que han de ver con la limpieza industrial, el reciclado o mierdas similares, incluyendo la construcción, otro trabajo asqueroso y peor regulado, en el que quien coloca los ladrillos ha de soportar la plusvalía de hasta cuatro compañías intermediarias: la gran constructora, la subcontrata de confianza, el chiringuito que ha montado un sinvergüenza con la ayuda de un concejal primo suyo y la ett que “pone la carne”-.

No veo la igualdad por ninguna parte. Personas que jamás perderán su puesto de trabajo, como los jueces, por malos que sean, mientras hay gente con más de 100 contratos a sus espaldas después de apenas 5 años de vida laboral.

Al mismo tiempo se da la paradoja que pese a la búsqueda de la transparencia, la bondad y la ética para el trato con los seres humanos, apenas existen extranjeros en trabajos de calidad, mujeres en empleos tradicionalmente varoniles o una ética medianamente aceptable de contratación de personal.

Porque en todos y cada uno de los anuncios de empleo que puedo ver se discrimina por razón de edad, género u otro tipo de condiciones, independientes de lo que todos entendemos por cualificación profesional. Y ello pese a que es sencillamente ilegal, porque discrimina. O sea, qeu dicen en Serrano, que está prohibido ¿oyes?

Esta es una sociedad multimoral y un tanto farisea, donde al tiempo que se demanda una mayor permanencia en el empleo de la población activa, para cubrir las necesidades económicas de la sociedad, se prejubila a diestro y siniestro –hay un plan para sacar del mercado laboral a 25.000 funcionarios, prejubilados en diversas formas. De momento está en barbecho, pero saldrá en breve, veremos que sí-, se invierte una miseria en actualización de personas que están fuera del mercado laboral y se derrochan millones de euros en subvencionar a empresas que no lo necesitan, ignorando otros frentes. Por ejemplo, la mayor parte de las subvenciones en materia de formación las cobran grandes empresas.

Al final resulta que muchas personas disfrutan de una calidad de vida y un nivel de consumo próximos a los del americano medio –que adquiere 50 unidades textiles al año, desde bañadores hasta gorros, por ejemplo, o que tiene dos coches- mientras otro montón de millones de mileuristas las pasan canutas, no pueden preocuparse de ahorrar o se quedan sin vacaciones –un millón de madrileños no sale de vacaciones; imagínate el número de gallegos, extremeños o aragoneses que tampoco lo pueden hacer.

Creo que la transparencia es importante, la mejora de las condiciones también, y las ayudas públicas, desde luego.

Pero se tarda demasiado en adoptar decisiones que redundarían en el beneficio de la mayoría. Como serían un mayor control sobre las subvenciones a los ricos –que en la agricultura se lo llevan absolutamente todo, por ejemplo- o la ilegalización de los requisitos de edad, sexo, apariencia física o vehículo para trabajar. Si además se rebajaran las cotizaciones a la seguridad social, que son un auténtico quebradero de cabeza para los autónomos –más de 700 euros al mes si quieres emplearte por tu cuenta, como mínimo- quizás se movería un poco más la estructura social de pobres y ricos. Porque de los cerca de 8 millones de jubilados, la mayoría cobran una miseria. Y si dependen de ellos otras personas, la miseria crece, pese a los que digan que no es verdad, que se trata de pura exageración.

En la tv hablaban del incremento del desempleo en enero, el peor dato en muchos años, justo cuando se habla de que seguimos con un crecimiento económico formidable, aunque basado, eso sí, en el ladrillo –yo me voy a regalar un camión volquete para mi próximo cumpleaños, uno de esos metálicos a escala, en color amarillo. Por ir entrando en el negocio, que nunca se sabe.

Aunque en la comunidad de Madrid los datos sean "buenos" y provoquen euforia en las miradas de los opusdeistas seguidores de Gracián -qué asco le tengo a la obra de este jesuita, la verdad- y de san Pablo que nos gobiernan –que me da vergüenza ser madrileño, con estas gentes y ordalías de compaña- pese a que su gasto se ha disparado -la deuda por madrileño debe andar rondando los 600 euros, no está mal- andan jodiendo a la población con un montón de reformas pro vehículo privado –la cultura del moco, porque la mayoría de conductores se hurgan la nariz ahí dentro, cosa difícil de observar en el metro o autobús- y provocan que alguien les diga en una carta al Director: “Tengan en cuenta que yo, como otros muchos ciudadanos, no queremos que talen más árboles por nuestro bienestar. No se preocupen tanto, estamos bien como estamos (Irene López García, el pais, 5 de febrero).

Me gustaría salir a las cuatro de trabajar, claro, y ganar una pastizara, claro, pero antes de eso me gustaría ver que algunas cuestiones se abordan con firmeza. Porque si existe la capacidad para prohibir fumar, o cambiar los horarios de millones de personas por decreto, también se podrá aplicar a otras transformaciones más necesarias.

Claro que si alquilarse el piso a sí mismo para desgravar es legal, –lo hizo Piqué, un señor público- y colocar a los periodistas y amigos en la línea de salida también –las televisiones que le han regalado a un periodista de la Cope, los parlamentarios europeos sin especialidad conocida salvo su vinculación a algún partido, la sinecura del ex alcalde de esta ciudad, un cargo de 90 mil euros y chofer-, los cambios vendrán, como siempre, de la lucha por los derechos y las denuncias. Que estos sujetos no dan ni la hora, por temor de que les birles el Patek Philippe de 15.000 euros.

A ver cuando se inicia la próxima oleada de huelgas salvajes. La próxima, de prejubilados, jubilados y menores de 16 años, pobres. A ver dónde dejan a los niños estas señoras defensoras de la familia y el orden, cuando el abuelo ande con un casco de motorista y un bate zurrándole la badana al escaparate de la entidad bancaria en cuya fundación ejerce la pobre señora. Me encantará verlo. Porque protestar es cosa de pobres… casi siempre. Estoy de la doble moral del pais más católico de Europa hasta los huevos. Y eso que es domingo. Ya me temo al lunes. Bueno, pero me he queddo bien a gusto.

4 Comments:

Blogger Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx said...

Altadis... Endesa... Pa mi que hoy he leído mucho en la prensa sobre estas dos empresas... ;P

9:25 p. m.  
Blogger chousas said...

Hay mucho cabrón con corbata suelto.
Vamos para atrás, y lo jodido es que la peña sigue tan contenta O.o'

Que nos sacudiera una crisis para despertar al país del sueño no iría mal, la verdad... A los ilusos que creen que se podrá tirar eternamente del ladrillo les dará un soponcio jajajaja (aunque me quede en paro en la tesitura me reiré cacho cuando vea sus caras XD).

12:51 a. m.  
Blogger Thalasos said...

Cuando te asomas al metro en la mañana ves qeu apenas han cambiado los rostros. De hecho, parecen hasta más tristes. Bueno, igual de tristes. A medida que el día avanza se hace el esfuerzo por arreglarlo. Suena el arrebato. Ya se celebra a Mozart, gracias a los músicos, huele a bocadillo, se mueven las tiendas. Ninguno de los señores de cualquier empresa entiende eso. Mala conducta y peor efecto. Y lo saben.

9:44 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

El mundo está hecho para los ricos. La posición y el poder se hereda, y son pocos pobres los que pueden conseguir una posición medianamente digna en la vida, con un trabajo mas o menos bien remunerado (aunque estes explotado y muerto de asco).

2:24 p. m.  

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