25 de junio de 2005

Pablo: Más cerca de mi cuñado


En el libro los sueños de Einstein, Lightman, Alan, cuenta la misma historia desde los distintos ángulos del tiempo. Una belleza. Como la teoría de las cuerdas o algo similar. Cuando estás en lo alto, en la montaña, la vida se ralentiza. Cuando estás en la orilla de mar, por el contrario, se acelera. Aunque en la superficie del mar, en el mar mismo, una de las teorías no se cumple. ¿Cuál?...algunos conceptos se vienen abajo. O no alcanzo a comprenderlos. Será esto último.

Me lío.

Llegué al edificio. Impresionante. Arquitectura tipo objetivo 11 s con un poco de delicuescencia femenina en los bordes. Los adornos de hormigón te podían caer encima a poco el aire se lo propusiera como ejercicio de verano.

- ¡Buenas tardes!

Ni me miró.
¿Qué les ocurre cuando tienen el auricular en el oido? Ya, ya sé que hablan. bueno, por el micrófono.

- ¡BUENAS TARDES! -El yupi de al lado se sonrió. Creo.

- ¿Si? Con ojos de pescado fresco y cara de mortadela bolonesa.

Trabajar de ésto debe ser más duro que desmochar mazorcas por su nombre; vaya M...de trabajo.

- ¡Vengo a ver a mi cuñado!

- ¿Perdón?

- Al despacho...espere...143214567432143219 absalón_was not was.

- Sí, un momento. Es la extensión 123.

Quiero volver al refugio: la escuela, la tienda de chucherías de Tina o el KiosKo de venta y cambio de TBO's.

- Preguntan por usted.

- ¿De parte de quién?

- De Bligo, Om Bligo.

Contesto con la primera bobada que se me ocurre. No entiendo qué me ha despertado esta animadversión hacia ella. Quizás el desprecio que me ha mostrado desde el inicio. El yuppy se mueve. Miro hacia sus zapatos. Antes de llegar hasta ellos descubro el porqué del desprecio de la recepcionista. El tío tiene una erección. Así que les he debido interrumpir el período de galanteo.

Su cara dejaba pocas dudas.

- ¿Perdón?

- No, perdón no es mi nombre, Bligo es mi apellido. Señor Bligo.

- Del señor Bligo, creo... vamos...

La risa de mi cuñado llegó diáfana.

La hierática de recepción acababa de cortar la comunicación. Pero la risa se balanceaba sobre la cabeza del yupi de al lado. Cogí mi mochila y esperé-

- ¡Planta 22, segundo pasillo, tercera puerta, cuarta estancia, señor Bligo!
Menudo soy yo.

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