15 de octubre de 2008

Action Day 2008



Dice un personaje de serie de TV que tú vecino respira lo que tú exhalas, que se moja con la misma lluvia, que el sol que le ilumina es idéntico y que esas coincidencias vitales os unen, nos unen, formando una cadena, un sistema, donde quizás se aplique el principio ese del efecto mariposa.
Lo que le pasa a tu vecino te hace más rico o más pobre como persona.
Dice un locutor de radio, rico por herencia y hedonista por decisión personal, que la pobreza, como las hemorroides en su caso o las pastillas de alcanfor para proteger la ropa entre el Verano y el Otoño, son inevitables. Que el sistema necesita que exista un primer mundo, un tercer mundo. Se pregunta, en circunloquio simpatético que cuál es el segundo mundo.

El colocutor, arrimando el ascua a su sensibilidad social le pregunta que si tiene idea de que existe un Cuarto Mundo. El hedonista reconoce su desconocimiento con un tópico: ¡no tenía ni idea!

España tiene un hermoso cuarto mundo, formado por un número elevado de personas a las que las expresiones zen del personaje de la serie les son familiares, incluso las expresan en con esa voz de profesional de la automotivación que tanto gusta de disfrutar el actor, mientras presta servicio de vigilancia desde su vehículo, cargando el mp3 con las alocuciones del heredero de Chopra o de cualquier guru españolísimo.

Caer en el Cuarto Mundo es relativamente sencillo, apenas un movimiento extraño, una conducta inadecuada desde el punto de vista de tu vecino, de tu jefe, del tendero de la esquina, del psiquiatra de turno. Diagnosticarte de propietario de acciones del Cuarto Mundo es casi tan simple como reconocerle a pitt y jolie el derecho a recibir subvenciones del estado francés por tener familia numerosa.

Cualquiera en un medio hospitalario se animará a diagnosticarte cualquier psicosis interesante para situarte en esa coyuntura. Ellos diagnostican lo que ven, pero como lo esencial está oculto a los ojos, que hace decir Saint Exupery a uno de sus personajes, pues harán uno de conveniencia, que tampoco es cuestión de gastar una pastizara en resonancias ni en consonancias para un miembro de esta no categoría humana. Si acaso en alguno de los cachorros de la familia pitt-jolie.

Dicen que una Olimpiada devuelve con creces la inversión; que una carretera también; que las inversiones en cultura, medios, instalaciones, por supuesto. también dicen que para que esas inversiones se produzcan hace falta el subsuelo africano, para que los arquitectos, artistas, políticos, utilicen su teléfono móvil, se reúnan tras aparcar correctamente el audi, reunirse en el refugio construido por albañiles tercermundistas.

Para caer en el cuarto mundo basta con que alguien lo diagnostique.

Para ser del tercer mundo es suficiente con nacer en los lugares de la tierra convenientes. Que además como es por lotería genética, tampoco genera demasiadas culpas en el primer mundo, que ellos no lo pueden podemos predecir. Que ya hacemos lo bastante adoptando niños subvencionados por el estado.

Una medida para el tercer mundo sería construir las mismas infraestructuras en cada país catalogado así. Poner el mismo entusiasmo en un tren de alta velocidad Rhuanda-Tanzania, Mali - Senegal, Naminia-Zimbawe; un festival de otoño en Sierra Leona, la copa del mundo de fussbol en Somalia-Etiopía, la próxima sede de Pepsi Company para el hemisferio Sur en Burundi, el próximo observatorio mundial en Libia, la sede de Harvard para asuntos africanos en el Congo, la conferencia del G8 en Madagascar. Si para el capitalismo el retorno de la inversión es la piedra roseta que mide todas las cosas, invirtamos de forma parcelada en todos aquellos lugares donde no se hace.

Dicen que el medio en el que el ser humano es capaz de sobrevivir debe cumplir algunas condiciones y que estas sólo se encuentran en dos lugares: La sabana africana y el resto del mundo. Los hombres se han olvidado de que están hechos apra vivir en África también. Los hombres del primer mundo. Los del tercero lo saben perfectamente.

Con mis deseos de que la conciencia de los poderosos les psicotice, les haga ver con el corazón que el aire que respiran lo acaba de exhalar alguien del tercer mundo de paso por el cuarto.