29 de octubre de 2006

Pablo: The room remain the same

Antes de abandonar el extraordinario salón me topé de bruces con mi compañero de asiento durante el vuelo.

-Joven, joven ¡Me alegro de que se encuentre bien! Por casualidad, ¿dispondrá de tiempo durante la cena para hacerme compañía?

-Si señor. Hasta mañana dispongo de todo el tiempo libre.

-Entonces, a las 19:30 en la recepción. ¡No falte! Tengo una sorpresa muy especial para usted.

Se alejó de la entrada a la cafetería, hacia los ascensores. Yo opté por dar una vuelta y disfrutar de los escaparates, como si paseara por la calle Mayor de cualquier ciudad. Entré en el casino.

Porque los letreros luminosos me atraparon. En el interior, mesas y más mesas de juego, máquinas tragaperras y sonidos de campanillas que atraían a los curiosos, incluyéndome entre ellos.

Un hombre joven gritaba eufórico delante de una de esas máquinas jackpot con frutas en el visor y una enorme palanca lateral. El monedero rebosaba de monedas que relumbraban como si la propia máquina acabara de acuñarlas.

-¡Carajo, carajo, me las gané a las meigas, me las gané. Viva el 1!

Hablaba en español, pero con acento gallego. Recogió sus monedas dentro de una gorra azul marino, de esas que utilizan los capitanes de barco y salió corriendo hacia una de las mesas de juego, donde un grupo de personas rodeaban al crupier, gritando al unísono:

-¡UNO, UNO, UNO, UNO!

A lo que siguió un ¡Ah! sostenido por todas las gargantas, continuado por otro:

-¡UNO, UNO, UNO, UNO!

El hombre que llevaba sus ganancias en la gorra tropezó cerca de la mesa con una cadena que se había tensado, repentinamente, a su paso. En un extremo de la misma había una mujer con chador rojo y minifalda a juego; en el otro, una pantera negra, que rugió al notar el tirón en su collar.

Las monedas rodaron por el salón de juegos. Muchas personas se animaron a recoger monedas del suelo. Una de ellas, que gateaba debajo de una mesa a donde habían ido a parar algunas de ellas, fue golpeada con violencia por un hombre que consideró el acto como una ignominia para con la señorita que estaba a su lado.

-¡Bribón! ¡Bastardo! ¡Baboso! ¡Bellaco! ¿Salga inmediatamente del balconcillo!

Recogí una de las monedas que había ido a parar junto a mi y se la entregué al hombre que salía de debajo de la mesa. La recogió con una mano, mientas con la otra se restañaba el trasero del daño que las patadas le habían provocado.

-¡Gracias, amigo! Pumpido Ensoñador, para servirle.

Se acercó a la mesa de los Unos, le dijo algo a uno de ellos y enseguida le soltó un puñado de billetes que Pumpido cogió con su mano libre.

Me acerqué a la mesa, que era de ruleta y vi que encima del uno, rojo, había un montón de fichas de colores, mientras que el resto de la mesa permanecía vacío.

Cuando el crupier giró la ruleta, todos empezaron nuevamente con la cantinela:

-¡UNO, UNO, UNO, UNO!

Salió el uno. Y entonces Pumpido me besó en la frente. Como a un hijo, a un sobrino, a una mascota.

-¡Trajinos la suerte el joven varón!

-¡Apurar, que mañana será un día muy duro! Rodaremos la escena de la muerte del ermitaño Román en el malecón, con Antxon como testigo. Venga, venga, a cenar y a retirarse!

-Pero déjanos disfrutar, Pedro! Danos algo de tiempo.

Al que llamó Pedro quien había hablado en último lugar, se metió la mano en el bolsillo, sacó un buen puñado de billetes y se lo entregó a una chica de color, vestida con vaqueros deshilachados y camiseta negra ajustada, que lo cogió con la mano enguantada, mientras Pedro le decía:

-Cuando nos vayamos a cenar apuesta al uno negro y al uno y rojo, alternando entre las jugadas tres veces al negro y una al rojo. Acaba la serie jugando al 22 y par. Y anota todos los resultados en la agenda. Yo volveré cuando consiga acostar a todos estos.

-¡OK patrón! Le contestó la chica, llevándose la mano libre hasta la sién, a modo de saludo militar.

Cuando se marcharon opté por sentarme en un rincón, desde el que se podía ver la mesa de juego.

Un hombre de aspecto árabe se me acercó. Vestía una chaqueta corta, como de esmoquin, pantalón bombacho y botas de damasco, con la puntera vuelta hacia dentro. Tocaba su cabeza con un turbante recogido a la altura de la frente por una piedra de tonos verdes, que tanto podía ser una esmeralda como un ojo de cristal.

-¿Bazofia europea? Dijo, con una sonrisa, mientras tomaba asiento junto a mi y me enseñaba unos billetes. Las mesas de alrededor estaban ocupadas por hombres vestidos de la misma guisa que el árabe, que palpaban y estrujaban los carrillos de otros hombres y mujeres, en general más jóvenes que ellos. Mi acompañante me estrujó los mofletes con fuerza, hasta que mostré los dientes. Luego sonrió.

-Bazofia europea buena. Yo pago 3.000 por tu culo. Mil más por chupar.

Al tiempo metió una mano entre el asiento y mi cachete izquierdo, buscandome el ojete. Me acordé de la anécdota que contaba el tendero de mi barrio, el señor Julián sobre la primera ocasión en que tuvo que visitar al proctólogo, que era una mujer y cómo le había llegado desde el ano hasta la campanilla, con un dedo largo y frío como una lombriz de tierra.

Le solté una patada en la espinilla, un mordisco en la barbilla -del que luego me arrepentí, pensando que desde las otras mesas se vería mi gesto como una aceptación, no distinguiendolo de un morreo entre hombres libres- y una bofetada y salí corriendo hacia la puerta, arreglandome el pantalón, que con las maniobras del mariquita se me había metido por ahí.

Me dirigí al ascensor, subí hasta la planta, abrí la puerta de la habitación y me desvestí para pegarme una ducha.

Tiré las botas, el mono y los calcetines sobre el lavabo, cubrí el suelo con toallas, recordando el grito hipo-huracanado de mi madre desde la planta baja de la casa:

-¡No tires todo el agua al suelo, que se me llena la cocina de moho!

Porque el agua se filtraba por las juntas del solado y llegaba hasta el techo de la cocina, en el piso de abajo.

Dentro de la bañera, justo debajo de la ducha, había dos relojes con mandos digitales. Uno, para la temperatura del agua; el otro para la música. Lo supe porque en ambos había símbolos, como los que había visto en el aeropuerto. Hice coincidir cada aguja de los relojes con mi elección y esperé.

El agua salía a una temperatura agradable, como reflejaba la cara del símbolo donde había sintonizado. La música, coincidía con la que representaba el símbolo que había elegido: Un gorro triangular acabado en punta, como los capirotes que hacíamos de pequeños con las hojas de periódico, y dos coletas a los lados.

Sonaba el himno de la República Popular China. Lo sabía porque en el taller de Madrid, cuando el trabajo se retrasaba, Huan lo conectaba en un viejo magnetofón de cinta, a más revoluciones de las necesarias -aunque en esos momentos pensaba yo que ya habían tenido suficientes revoluciones allí- para acelerar el ritmo de trabajo. Mientras sonaba por la megafonía, los chinos cantaban en su idioma y yo tarareaba la versión en español:

De pie,
los que rehúsan la esclavitud!
Con nuestra carne y sangre, alcemos una nueva Gran Muralla.
La nación china enfrenta su mayor peligro,
y de cada pecho oprimido surge el último llamado.
¡De pie, de pie, de pie!
Somos millones de corazones que laten al unísono.
¡Desafiando el fuego enemigo, marchemos!
¡Desafiando el fuego enemigo, marchemos!
¡Marchemos, marchemos, adelante!

Mientras me duchaba sonó el teléfono. Había varios supletorios en la suite. Dentro del cuarto de baño sonaron tres. No, cuatro. Me acerqué la alcachofa de la ducha a la oreja y escuché la voz de mi compañero de vuelo, el ciego, como si me llamara desde las mismísimas cataratas del Niágara.

-Me querido Pablo, ¿Le pillo en mal momento?

-No, no señor, sólo estaba aseándome un poco, antes de cenar con usted, contesté.

-¿Cómo dice, Pablo? No le entiendo, hijo. ¿Puede repertirlo?

Alejé la alcachofa de mi oido, tosí todo el agua con la que acabaría por ahogarme y le grité al auricular, desde unos 50 centímetros:

-¡QUE ME ESTOY ASEANDO! BAJARÉ EN 10 MINUTOS

Escuché su respuesta, pero a esa distancia era ininteligible para mi. Así que me tapé la boca y la nariz con fuerza y me lo acerqué de nuevo al oido.

-...se han conocido esta tarde y tiene mucho interés en estrechar la amistad que está naciendo...

Solté la alcachofa y, con un esfuerzo tremendo de mi mano izquierda, conseguí que mi mano derecha dejara de apretar tanto sobre mi nariz y mi boca. Tomé aire, como si acabara de salir de una sesion de buceo y le grité a la ducha:

-¡DE ACUERDO!

Cerré los grifos, cogí una de las toallas, empapada, del suelo y me sequé la cara. Casi. Fui a la habitación y abri los armarios, uno por uno. Había gran cantidad de ropa, colgada y cubierta por las bolsas que les colocan en las tintorerías. También tenían etiquetas, escritas en varios idiomas, un bolígrafo de marca sobre el techo del gradén y un bloc para anotar el número de lo que se fuera utilizando.

Podían ser olvidos de viajeros anteriores o deferencia del hotel. No lo sabría si no preguntaba. Pensé que usarla costaría dinero. Y después de los precios que había visto en el ascensor, utilizarla no me pareció una buena idea. Busqué en los cajones. Llenos de ropa perfectamente doblada. también etiquetada. Encima de uno de los armarios había un altillo.

Acerqué el taburete del cuarto de baño y me encaramé para curiosear. Encontré lo que buscaba, ropa olvidada o colodada expresamente allí por los viajeros, toda desigual, pero al menos gratis.

Frutos del olvido o de alguna discusión de pareja, porque había ropa interior masculina y femenina, dos corbatas con el logotipo de las líneas aéreas KLM, un tenedor doblado y varias magdalenas mordisqueadas y cubiertas de hormigas, 5 zapatos, dispares, tres de mujer y dos de hombre, una chaqueta blanca, de camarero, con chorreras y hombreras, estas últimas de color verde, tres camisas de Iberia Líneas Aéreas, un frasco de colonia de Maderas de Oriente casi vacío, una camiseta roja de Riotinto Minera, con un enorme logotipo de ERT y unos pantalones de pintor, manchados al temple.

Lo abracé todo con las manos y me lancé al vacío. Aterricé en el suelo, cubierto de migas, por las magdalenas, y de hormigas, por las hormigas mismas.

Me probé el pantalón de pintor. Me estaba grande. Así que pasé por sus trabillas del una de las corbatas de KLM y me lo sujeté bien fuerte a la cintura. Me coloqué la camiseta roja, una camisa de piloto encima, la chaquetilla de camarero, dos zapatos de mi número, me perfume con un poco de la colonia que había encontrado y bajé a la recepción.

Allí estaba mi compañero ciego, con el árabe que me había intentado ligar y otros dos hombres, con el pelo largo, dividido por una crencha central y tocados con una boina diminuta, una de color rojo, la otra azul cielo. Eran gemelos o mellizos. Y sonreían. Mucho más al verme, como si se alegraran de volver a saludar a un pariente. Aunque yo no les reconocí.

Me acordé de una frase atribuida a Macbeth: "Una vez atravesado el límite subjetivo del valor no hay límite".



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22 de octubre de 2006

Amazing Internet: But, because of the problematic nature of your order...

Desde que al primer guru, sensu estricto, Deming, se le ocurrió partir hacia Japón a enseñarles el procedimiento Plan-Do-Check-Act, la calidad como teoría y aplicación a algunos procedimientos no deja de sorprenderme.

Cuentan, como leyenda urbana, que cuando Honda se hizo cargo de la fábrica de motos Montesa, en Catalonya -o fue Yamaha al adquirir Sanglas? Y yo qué sé-, los mandos se sintieron orgullosos del nivel de defectos que podían mostrar: Apenas un 3, 5 o 7%, muy bajo desde su punto de vista. Escandalosamente alto desde la óptica japonesa. ¿Porqué?

Los japoneses entendían el porcentaje como unidades completas, no como proporciones. Para ellos significaba que de cada 100 motocicletas de pequeña cilindrada que se ponían en la calle con la marca Montesa, 3, 5 o 7 eran una auténtica caca y no que en cada moto hubiera:
  • raspones en el 3% de la superficie pintada o
  • muescas invisibles en el 3% de las soldaduras o
  • defectos en el 3% de la superficie de la llanta
Incluso les preocupaba el hecho de que el día de la inauguración fuese el rey o cualquier otra autoridad quienes fueran obsequiados con una auténtica caca de 125cc.

Porque si algo podía salir mal, desde luego que...

Ellos concebían la no calidad como el fracaso absoluto de un producto o servicio.

Como en este caso:

En agosto compré tres libros en Amazon, que nunca llegaron a mis manos.

Así que ellos decidieron compensarme con el coste del envío, devolviéndome el dinero, 14,4€, 18$, que reembolsaron en mi cuenta -creo.

La iniciativa del servicio de atención al cliente les llevó a emitir una nueva orden de pedido, por los mismos libros, cargando en mi cuenta el precio, pero reembolsando al mismo tiempo lo que yo había pagado antes.

Como existe la opción de cancelar un pedido, decidí hacer uso de ese derecho, siguiendo sus sugerencias y procedimiento.

Ahora viene lo divertido.

Como en realidad sólo existe un procedimiento universal en esa casa para tratar todas las incidencias, optan por hacer un nuevo reembolso y dejar que los libros lleguen, sin cargo alguno.

Si la cuenta me sale, entre cargos y reembolsos habré obtenido, sin buscarlo, 14,4€... y dos de los tres libros que ya han sido expedidos, sin cargo alguno.

Pero la solución, lejos de ser óptima para ambas partes, produce resultados paradójicos.

¿Porqué?

Amazon te pide que optes o bien por un único envío con los artículos comprados o bien por que se "embarquen" a medida que vayan llegando a su almacén. Yo opté en este pedido por el envío conjunto. Cuando los tengan que lo envíen.

Pero al tratar de compensarme, optan por enviar dos libros ya mismo, -ignorando mi respuesta a la pregunta ¿Cómo los quiere?- sin esperar a que el tercero se encuentre en su plataforma.

¿Resultado?

Que ellos no cobran por esos dos ejemplares.

Pero que yo, seguramente, tampoco voy a recibir NUNCA el tercer ejemplar. De ello se encargarán porque es fácil anularlo "desde dentro". El procedimiento se puede saltar. Y como se trata de dinero, ahora "su dinero", que no el mío, pues evitarán perder más con la operación.

Así que allá por diciembre de 2006 o enero de 2007 [no me han aclarado si los recibiré por la mañana o por la tarde] recibiré dos libros, 4 o 5 meses despues de solicitarlos, pero me quedaré con las ganas de estudiar el tercero, casualmente el más atractivo.

Bien, ¿Existía otra forma de hacer la reparación... de la moto? Eso es lo que me pregunto.

Curiosity kill the cat:

Los que ¿recibiré? Ahí van:

- Harvard Business Review on Compensation $12.97
- The Sales Compensation Handbook $63.75

El que jamás recibiré:

- The Compensation Handbook $53.84

Y entretanto han llegado las Cantatas Alemanas de Bruhns, el doble del Trio Beyond, Saudade, dedicado a Toni Williams y el primero de Steps Ahead, de igual título, alguno de ellos imposible de adquirir en el "mercado espaniós", a precio extraordinario y en apenas 6 días.

Amazing Internet. [Un vídeo extraordinario]

14 de octubre de 2006

Consultame sobre tu talento, porque no se nada de ello

Una de las actividades más agradables en los últimos tiempos ha de ver con las charlas en inglés de los sábados.

Como existen tantas oportunidades de usar la lengua del imperio en este distrito federal, Madrid, en el que vivo, como de pasear por el bosque, he encontrado a una persona encantadora que me ayuda en la faena.

Hablamos y hablamos durante un par de horas, por un precio de 50 €, sin libros de gramática de por medio ni guía de uso.

Un cuaderno, un par de diccionarios - español-inglés y viceversa el uno, inglés-inglés el otro-, y toda la semana que contarnos pero empleando el Inglés. Esta persona, emprendedora y con muy buenas ideas, ha dirigido hoy la conversación hacia el talento individual. Así que hemos charlado sobre ello y le he prestado un librito de Tom Peters sobre el tema. Muy bien diseñado y a todo color. Uno de esos compendios de grandes ideas y mensajes, un catecismo de la nueva era. Pura cuestión de fe.

Muchas patatas y poca chicha, dicen los niños al encontrarse con el potaje del viernes. Con estos libros sucede algo parecido.

En la consultora donde trabajo ahora, existe una línea de negocio que versa sobre la detección del talento y el coaching posterior.

Básicamente, el procedimiento consiste en exponer a las mismas pruebas a un grupo de personas, evaluar su rendimiento -percibido- en la mismas y hacer recomendaciones sobre sus puntos fuertes y las líneas de mejora a seguir, si es que quieren acometer nuevos retos dentro de la empresa -o fuera de ella.

Esa información de diagnóstico la reciben tanto los responsables de la compañía que contratan el servicio, como los interesados, es decir, quienes han sido examinados. El servicio se completa con lo que hoy día se denomina coaching. Charlas dirigidas (pero no -directivas, es el cliente el que se equivoca, no el entrenador), en las que no se reciben respuestas sino que se nos formulan multitud de preguntas.

El objetivo último persigue completar la formación del carácter de alguien que desee triunfar, hacerse notar en un colectivo, destacar.

Y tiene mucho que ver con lo de la marca personal, otra de esas cantinelas -buzzwords, zumbidos- que atrona en los oídos.

A fuer de ser sincero, y considerando parte de lo que se ha escrito sobre el éxito y el fracaso de las personas, y la influencia que tienen los demás sobre el éxito individual, tales pruebas dicen poco sobre el futuro y mucho menos sobre el presente. Son experimentos contaminados. Muchas variables extrañas, poco controladas. Comenzando por los examinadores y continuando por la escasa información que aportan sobre la realidad de los sujetos examinados.

Ni tan siquiera se aplica un test retest, someter a las mismas pruebas dos veces para analizar la correlación de resultados, medir su fiabilidad y extraer conclusiones sobre el impacto de... que no, no se hace.

De hecho, los pocos estudios longitudinales que se han hecho sobre los predictores del éxito de las personas, concluyen que apenas dos o tres cosas o variables obtienen una probabilidad media-alta (del 60% o más) de estar en la base del éxito:

  • La constancia (y ser ordenado), la extraversión y algo de inteligencia.

Trabajo duro como principal indicador.

No detestar el mundo, como segundo indicador y la inteligencia general, entendida como la capacidad de encontrar las relaciones precisas entre diversos elementos. Silogismos, rectas y curvas, planos, palancas, operaciones matemáticas, acertijos... A veces, decisiones de carácter empresarial como en el método del caso también miden este tipo de inteligencia.

Aunque se suele hablar de muchas inteligencias, el factor general de inteligencia es un universal en psicología básica. Otra historia es para lo que se emplee por quienes lo miden. En general, para discriminar.

Así que en los estudios longitudinales -que siguen, más o menos, la trayectoria de un grupo de personas durante 20 años, como media- nada hay sobre eso que denominamos inteligencia emocional, definida por variables como la empatía, el autoconocimiento y algunos términos igual de complejos. Pese a quien pese, no son fáciles de determinar con una prueba. Mejor preguntar, pedir referencias a otras personas sobre una cualquiera a la que se quiera investigar. Y tampoco es fiable al cien por cien. Porque la opinión nunca es neutral.

También se incluye en los estudios el afán de logro como una variable importante, entendida como la búsqueda del reconocimiento, ese sentimiento individual que nos hace disfrutar de un sobresaliente en clase de matemáticas o en latín, según los gustos y los tiempos. El equivalente al impulso -el drive, en psicología- que moviliza a una persona para conseguir algo.

Aunque el afán de logro se define internamente, en realidad son los demás quienes lo ratifican.

Alguien logra algo porque los demás están ahí para confirmárselo, sea dinero, fama, otro puesto, el aplauso de un cliente o la puntuación que le otorgan a los aspirantes a alumno de un MBA.

Volviendo al tema del talento, curiosamente, la mayoría de las instituciones y empresas rebajan sus requisitos a medida que el número de candidatos ahí afuera comienza a escasear.

Por ejemplo, si en los años 70 un aspirante a Vigilante Jurado debía medir 1,80, ser atlético y contar con el Bachiller Superior como formación mínima, mira hoy lo que se exige. Nada. Literalmente, nada. Si una Universidad de las de prestigio demandaba... mira ahora dónde sitúan la puntuación de corte. Si para trabajar en... por lo que los criterios empleados en un tiempo caducan para el siguiente. Se mueven en función de los intereses de cada momento, porque en realidad muchas personas son válidas para casi todo, exceptuando los límites genéticos que perfilen su naturaleza.

Las comunidades humanas suelen exigir más de lo extrictamente necesario para realizar la actividad. Destacar por el perfil mínimo de sus miembros. También lo hace la Cienciología. Antes el Ku Klux Klan. Y las órdenes religiosas. Y la IBM. Y...

Conceptos como talento son eso, criterios con fecha de caducidad en su genotipo. Al menos, si se sigue empleando como sinónimo de triunfo de una actividad.

En los otros estudios científicos, los que dan como resultado la aparición de un best seller, no obstante, (cual es el caso de uno de los últimos: Purpose, The Starting Point of Great Companies) intentan ayudar con otro tipo de afirmaciones, orientándonos sobre lo que debemos hacer para triunfar o explotar nuestro talento.

Ponen ejemplos de presidentes y emprendedores que han hecho grandes sumas de dinero, (a veces se atreven con algún científico de perfil popular) y nos cuentan en el libro cómo dicen ellos -los protagonistas del libro- que lo hicieron. Más patatas.

En "ocasiones veo muertos" y le doy vueltas al hecho de que esos perfiles de los que nos hablan y nos venden, con ser ciertos, se alejan mucho de la universalidad con la que se nos presentan. Porque se trata de fotos incompletas. El panegírico, la elegía al triunfador, al finado, donde se ensalza lo que es deseable mostrar, ocultando lo que invalida la hipótesis.

Recuerdan el principio de causalidad, por el cual si vamos eliminando todas las causas posibles una a una, la que nos quede al final sería la causa principal.

Una aplicación irónica de ello se hacía en un chiste, donde el protagonista, tras una borrachera de anís con tónica, modificaba su hábito y se pasaba a la ginebra con tónica, luego al ron con el mismo refresco, y así con el resto de licores, llegando a la conclusión de que la tónica le emborrachaba.

Muchas de las personas que triunfan en las empresas lo hacen con un talante verdaderamente antisocial. Muchos líderes y triunfadores no son extravertidos, ni tan siquiera trabajan bien.

Tampoco destacan por su buen carácter, sino todo lo contrario. Aplican procedimientos en el trabajo como explotar debilidades, ser desconsiderados, dividir para vencer, despreciar las buenas ideas, hacer mobbing de los próximos, no perdonar los errores y detestar a los demás competidores dentro de la firma. Aplican estrategias de combate. Y lo saben.

Cuando me pongo a pensar sobre ello, lo que sí encuentro como causa posible de su éxito consiste en que saben codearse con los de su misma especie. Es decir que quienes triunfan, quienes muestran eso que denominamos talento para la dirección, para emprender, para hacer carrera dentro de la empresa, en definitiva, se caracterizan por identificar perfectamente de dónde procede el olor del dinero, quienes lo tienen y qué hay que hacer para que quieran compartirlo contigo. Metafóricamente hablando, apartan las patatas y se comen la chicha.

Claro que en los 45' de coaching a la semana que un consultor te dedicará, con suerte, difícilmente te mencionará esta realidad.

Te hablará de empatía, comprensión de los otros, todo lo blando que hará de ti un desclasado. Ni serás tan duro como los de arriba, así que perderás, ni serás tan duro como solían ser los de abajo, la clase trabajadora, aquellos que fichaban en punto tanto a la entrada como a la salida del puesto de trabajo, porque tenían claro que vendían parte de su preciado tiempo por un poco de dinero, pero no estaban muy dispuestos a vender su alma... por tan poco.

Pese a que la conducta ruda y deleznable, cruel desde luego, de los poderosos es la que está en la base de lo que llamamos talento empresarial, no se habla de ella en los libros de texto sobre el talento. Ese -el codearse con los poderosos- es el mismo procedimiento que se sigue en la Universidad para promover a profesor titular, en las grandes multinacionales para preparar la sucesión, en el Banco Mundial, en la ONU con los candidatos a sustituir al inefable Anam, en el Gobierno americano para programar la reconstrucción de Irak acudiendo a los últimos de Harvard y fracasando en el empeño...

Así que me pregunto qué quiere decir nuestro querido Tom Peter o nuestra Pilar Jericó cuando hablan de talento, esa famosa guerra que desplegó en USA la firma Mckinsey con la publicación de un libro del mismo título -la guerra del talento- hace años.

Sé no obstante lo que quiere decir mi profesora de inglés:

Que vivimos una época donde hay que buscarse la vida, bailando al sonido del tambor. Claro que yo no lo veo tan distante de lo que hacían mis abuelos para sobrevivir. De lo que hacen hoy los palestinos, los judíos israelíes, los conquenses o los vendedores de crack. Los televendedores del call centre, sin ir más lejos.

Buscarse la vida con las reglas del juego dadas en un momento de la historia. Aunque hay reglas que son eternas.

Como no morder la mano que te puede dar de comer si quieres que te recompense reconociendo tu talento ¿Empatía? Talento es una moneda. Y no existen coincidencias casuales en el mensaje.

La empatía se queda para el común de los mortales frente a los amigos, algún familiar querido y el falso cabreo de un cliente.

En el trabajo son otras las reglas no escritas. Y aunque no las recogen los libros, suelen ser muy conocidas por quienes las deben cumplir para triunfar.

Porque el talento, como el liderazgo, por definición, detestan la democracia. Son aristocráticos.

Pero adoran a las masas, que son quienes los reconocen. Como se reconoce la chicha en el potaje.


7 de octubre de 2006

Jubileo desde la mansión. Ay, las Cajas.

Una de las prestaciones atractivas del móvil: Captar lo pasajero de nuestra percepción diaria gracias a su cámara.

Con la Ley de Dependencia recién aprobada , la persona jubilada del tinte podrá disponer, cuando lo necesite, de algún servicio a domicilio, prestado por las nuevas líneas de asistencia que amanecen ya en los sufridos departamentos de creación y diseño de productos y servicios de las ETT mundiales y otras entidades que ya entrenan y esperan, desde el banquillo, su oportunidad para saltar a la cancha de las jugosas plusvalías.

La muchacha o el muchacho jubilado podrá optar a nuevas e impensables formas de ayuda social, lo que generará empleo a tiempo parcial y redundará a su vez en el incremento de los parámetros de conciliación entre vida familiar y laboral de quienes se dediquen a este tipo de trabajo.

No, los servicios no podrán ser gratis en su totalidad. Ni siempre. Algo habrá que pagar, según los tramos de renta. Hasta el 30% del coste del servicio, para las estimaciones de la Administración, quien a su vez invertirá unos 375€ por persona y mes para que estén bien cuidados.

La muchacha también podrá contratar un seguro, para cubrir esos costes, si la pensión como autónoma no le llega.

Otra fórmulas se avecinan en el horizonte. Para ello, las archisantas cajas de ahorro, antiguos montes de piedad, intentarán consolidar su producto estrella ante el negocio que se avecina: La hipoteca para la tercera edad:

...puso como ejemplo el de un jubilado de 85 años que con una vivienda valorada en 200.000 euros podría constituir una hipoteca de 120.000 euros, lo que le reportaría una renta líquida al mes de 1.003 euros mensuales de manera vitalicia y garantizada. A su muerte, los herederos tendrán que saldar el 60% del precio de la hipoteca formalizada en su día, que se vería rebajado por la revalorización del inmueble en ese periodo. Mientras, el propietario, familiares o posibles inquilinos podrían utilizar libremente la vivienda.

Suena a broma lo de 85 años. ¿En qué estaría pensando el bancario que puso el ejemplo? ¿En una caja de pino?

En realidad, si la propietaria de la tintorería, agraciada con el premio a una jubilación convencional, es decir, alejada de las prebendas de los poderosos dispone de una vivienda en propiedad con un valor de tasación de 300.000€, por redondear, podrá obtener una renta mensual de 580€, que le permitirán hacer frente a parte del desembolso que le vayan a suponer los servicios de que disfrutará gracias a la nueva ley.

Y ese dinerito lo podrá cobrar gracias a la generosidad de la Caja, durante un período de 15 años. Si por mor del destino la Supervivencia excesiva llama a la puerta -igual por eso calculan sobre personas de 85 años ya cumplidos-, podrá seguir disfrutando de esa cantidad siempre que -mujer prevenida vale por dos- haya firmado y pagado previamente un seguro de 21.000€ aproximadamente. Sí 21.000 y cerca de 5000€ de formalización de la hipoteca.

El valor actual de los 580€ invertidos mensualmente al 6% durante 15 años es de 68.732,04€. No significa mucho. O sí. Compáralo con los 300.000€ originales del bien. Mucha garantía para tan poco rendimiento, ¿no?

Cuando la ex dueña de la tintorería acumule 14 años de cobro, seguirá recibiendo 580€, pero en el año 2020 necesitaría disponer de 1.014,44 € para mantener su poder adquisitivo actual, que tampoco es excesivo. Prácticamente le tendrían que duplicar la cantidad, considerando una inflacción media del 4%. Ni locos piensan hacerlo.

[Añadido el domingo 8] El valor futuro del dinero que recibirá el joven jubilado 580€, durante 15 años a un interés del 6% es de 168.675€. Si consideramos la inflacción del 4% será de 240.343€. Si la vivienda se le revaloriza al 5% anual, su valor futuro es de 650.000€, redondeando. Así que la cantidad mensual asignada es muy baja, comparada con la garantía solicitada. Podrían actualizar, al menos, el valor del dinero que le prestan cada cierto tiempo. Demasiado trabajo para el analista de riesgos.

Y aún le quedará un año para abandonar la casa... o pagar lo que deba hasta ese momento. Salvo que en el año 2006 apoquinara la suma de 21.000€ del seguro, lo que no hubiera limitado tanto sus percepciones, sino que las hubiera mantenido hasta el final. Bueno, y ¿Cuánto debe en el 2021 la señora? Eso, que se lo diga el Banco. Perdón, la Caja. Es que me suenan igual.

Si durante estos años se ha decidido por operar con una cuenta corriente de esa Caja tan generosa, la Entidad le habrá concedido un 0% de interés a su dinero siempre que esté por debajo de los 60.000€ de saldo medio.


Claro que si estuviera por encima: ¿A qué cojones mal vender el bien?
Seguro que hay otras fórmulas de financiación. Como disponer de fondos familiares o solidarios que realicen la misma función que las Cajas, sin generar tantas plusvalías. ¿Qué tal fondos de pensiones éticos que financien contra la garantía y sin abusar del particular necesitado, al 2 o al 3% anual? Al fin y al cabo, los fondos de pensiones de renta fija generan menos interés. De hecho, negativo en los últimos dos años. Como el interés que se refleja en el extracto de CajaMadrid. También negativo. Será para financiar la reconstrucción del retablo de Santa María del Santo Sepulcro en Brunete? Un decir. Otra solución: sencillamente, que el Estado les preste el dinero a interés cero. Aunque este último, bastante tiene con amamantar a sus futuros jubilados. Parece que otras fórmulas no deben ser de este mundo.

PS: Si has llegado hasta aquí, por favor, no te olvides de recoger tu ropa del tinte lo antes posible, que tengo una entrevista con la Directora de la Caja. ¡Me va a oir!!!

1 de octubre de 2006

Vivir bien en Canarias

-Pues sí, voy a darme de alta como autónomo.
En enero del próximo año.

-Te va a costar un dineral.

-No, son doscientos y pico euros al mes.

-Y, ¿No te interesa hacerlo como sociedad limitada?

-No, ¿Porqué?

-Porque si lo haces como autónomo, respondes con todos tus bienes frente a cualquier contencioso que tengas con una empresa cliente. Pero eres una SL, sólo respondes con los 3.000€ de capital.

-¡Hosti, tú! Pues yo eso no lo sabía. Cambiando de tema, ¿Has visto el follón que se está montando en Canarias?

-¿De qué follón me hablas?

-De los inmigrantes. Se les está llenando de africanos aquello.

-Y de blancos disfrazados de inmigrantes.

-¿De blancos? ¡Qué me estás contando!

-Que se publicaron los datos del INE hace ya un tiempo y los gastos familiares por persona y mes son ridículos, comparado con lo que se gastan entre el Gobierno Canario y el Central en un menor africano. Así que hay un par de agencias de viaje que por un módico precio te trasladan al Senegal, te someten a un tratamiento intensivo de Rayos UVA y si te has pasado con la edad y ya no eres menor, te gestionan un tratamiento en una clinica dermatológica. Y lo mejor de todo, lo abonas a plazos.

-¡No puede ser!

-Tu di lo que quieras, pero ya han detenido a 9 personas con acento valenciano, pero sin identificación personal, que ahora mismo están viviendo en Canarias.

-Pero los devolverán.

-¡Qué va! Están viviendo en dos pisos de alquiler, hacen vida normal hasta que los puedan expulsar e incluso van a un Centro de formación profesional. Con los 30.000€ les da incluso para ahorrar y amortizar el coste de la clínica.

-¡Tú me estás tomando el pelo!

-Piensa como quieras, pero mi hermano ya se ha puesto en contacto con uno de estos valencianos. ¡Tienen hasta móvil 3G! Y le ha enviado un MMS con lo que se gasta y lo que ahorra. Incluso puede viajar tres veces al año al Senegal. Ida y vuelta por 670€, desde Canarias.


-Ya. Pero si es valenciano, ¿para qué va a querer viajar al Senegal?

-No es que quiera, es que tiene que hacerlo. Para gastarse el presupuesto.

-¡Estás de guasa!

-Pero si tiene un presupuesto para él sólo de 2.500€ al mes. Más que un Canario. Que tiene 664€.

-Claro pero no vas a comparar. Un canario no paga por la jaula ni por el alpiste. Eso lo paga el dueño del pájaro.

-Y a él, ¿Quien crees que le paga?

-¿Al dueño del canario? No se. Supongo que su jefe.

-Pues el valenciano este le ha dicho a mi hermano que a él, sinceramente, le da lo mismo quien pague, pero que él no se vuelve a Torrevieja.

-Entonces, ¿es de Torrevieja?

-¡Se me ha escapado! Como se entere mi hermano...

-Pues a mi me interesa esta aventura. Porque con el 15% de comisión que me pagan en la empresa como agente comercial ando un poco justo. Vamos que los 30.000€ me venían que ni pintados.

-El dinero no te lo dan. Te lo gestionan ellos. Te dan la casa, pagan los gastos, los seguros, la ropa, las gestiones administrativas, billetes de avión, universidad.

-¿Universidad?

-Claro. Con los 7.000€ de presupuesto para educación te envían a la Universidad.

-La Universidad. Sí, sí que me interesa. ¿Hay que firmar?

-Pues cuando te cuente que, según mi hermano, hasta puedes ahorrar... Ya te mando yo la información. Por Internet. Que los MMS están muy caros todavía.