24 de diciembre de 2006

Prickly-pear monkey bread

"La restricción calórica puede hacer más longeva a cualquier criatura; entre un 2 y un 7% más".

- Sí, pero a mi me está sentando fatal. Se me hiela la sangre en las arterias, apenas doy un par de giros alrededor de la jaula, se me enerva el estómago, sueño con hamburguesas de pan de higo.

- No te quejes, que en cambio a mi, que me han cebado. Apenas me restan fuerzas para cambiar de canal. Todo el día viendo supervivientes y la casa de la vida de los otros.

- ¡Silencio, que entra Jaume, el cuidata!.

Con una bolsa del Wendy conteniendo un refresco con 17 cucharadas de azúcar, una burger de 1000, un postre de 250 y patatas por valor energético de otras 400, mira hacia las jaulas antes de tomar asiento frente a los monitores.

- Owen, cómete tus bolas. Por tu bien -le dice Canto al gordito.

Uno de los Rhesus, el mono más amigo del laboratorio humano de todos los monos, utilizado en mil y un experimento, se llama Owen. Atiborrado, con 800 calorías diarias de comida en pienso.

Tiene 26 años de edad pero aparenta 27, que ya son muchos para uno de los suyos. El otro, Canto, alimentado con la mitad de la cantidad, 400 gramos, tiene 25 años de edad, pero aparenta 24.


- Sí, tendré que consumir mis propias bolas. ¡Quiero una hamburguesa decente! ¡Pan de higo ya!

Jaume se volvió hacia las jaulas, con la boca repleta de burger, masticando y deglutiendo con ansia, mientras se introducía un manojo de 6 patatas Mccain, fritas a la francesa con grasa [de grasas] vegetal.

- ¿Ya estás salivando, Owen? Ten cuidado a ver si provocas otro cortocircuito, como ayer.

En ese momento salta el generador de emergencia, se abren las jaulas automáticamente y Canto y sus congéneres saltan hasta el exterior, apoderándose de la comida que hay sobre la mesa y de los restos de patatas que cuelgan de las comisuras de Jaume.

- Joder con los monos, dice el cuidador, mostrando los dientes jaspeados de restos de ketchup en los intertiscios, semejante a un mono dominante y de aspecto feroz, para un pobre rhesus.

Entra el contratado de mantenimiento.

Enjuto, al igual que Canto. Con el mono de la ETT Manpower, etiqueta que luce a la izquierda de su pecho. También luce el logotipo sobre su espalda. Manosea los cables, cambia un par de transformadores y conecta el interruptor maestro, mientras Jaume se afana por capturar a los monos, que se han apoderado temporalmente del laboratorio.

- Malditos omnívoros. Se han comido mi hamburguesa. Menos mal que regreso a Barcelona por Navidad. Allí podré disfrutar del pan de higo que hace mi abuela y de las hamburguesas del Fast Good de la calle Balmes.

- Yo he visto preparar esas carnes de burger. El esqueleto de la vaca, colgado de un gancho resistente, es pulverizado con una manguera a presión, con la potencia de las que emplean los gendarmes franceses para disolver manifestaciones.
La carne se va desprendiendo de los huesos, cae sobre una cinta transportadora que la ...

- ¡Calla, calla! Y si has terminado, ayúdame a encerrar a los rhesus!

- Sólo si me invitas a una hamburguesa después.

- De acuerdo, de acuerdo. Pero tú ahora ayúdame con los monitos.

- Del B. King. Son más grandes.

- De acuerdo, pero tú ahora ayúdame. Y coge a Canto. Que siempre se me escapa.

- ¿Quién es ese?

- El que va por allí, el que corre más deprisa que un Bobby inglés en una playa nudista ibicenca.

- A mi me parecen todos igual de rápidos.

- ¡Qué sabrás tú de monos rápidos! ¡O de bobbies británicos en pelotas!

- Pues menos que tú. Pero sé más de burgers.

- Si, si, de burgers. Donde se pongan las del Alfredo's, con su queso Cheddar y su bacon de...

- Serán caras.

- Eso sí, porque por menos de 9 pavos, cerca de 12 pavos yankis, no te haces una.

- Demasiado. El otro día leí en el blog de thalasos que si calculas la cantidad de carne que consume a lo largo de su existencia un humano occidental, tres filetes de 125 gramos por semana y desde los 6 años, más o menos, salen unos 490 kilos. Eso, sólo de carne de vaca, en 25 años.

- Pues calcula los de pescado, arroz, pan de trigo, mortadela sevillana, mazapanes y dulces navideños... ¡Deja de hablar y coge a Canto!

-¿Dónde está?

-¡A tu espalda! No, ese no. ¡Joder! Ese es Owen. Déjale en paz, si casi ni se mueve. ¡El otro es el peligroso! ¡Qué se va por la puerta!

-Este debe ponerse morado de hamburguesas. No veas qué energía tiene.

- Cada vez que se escapa, tengo que llamar a los de la perrera para que me lo lacen en el Wendy.

-¿Y pagáis lo que se come?

-¡Toma, claro! a 3,75 $, se escapa, como media, tres veces en semana, y tiene 25 años por lo menos. Unos 5.000 €. Más el pienso diario.

-Pues menos mal que aún no han abierto un fast good por aquí.

6 de diciembre de 2006

Este niño es un demonio

Claro, lo sacaron en la tele. Un muchacho de 15 años intentando agredir al profesor. Éste le había encontrado fumando en las instalaciones del colegio, en un período en que, además, estaba expulsado. Así que le reprendió y le quitó el paquete de cigarrillos. Como hubiera hecho con su hijo.

Pero el chico no era como su hijo. Era un chav. Uno de esos duros de ambiente duro.

Un hijo de clase blanca, o no tan blanca, trabajadora.
Se habla mucho de ellos.
Los chavs. Esa "basura blanca" de extrarradio que alimenta las tasas de fracaso escolar, los ejemplos de bullying -aunque no todos, los niños "bien" también le dan al sado masoquismo en los coles de a 1.000€ /pro month- y las ventas de Nike, Ice T o Air 1.

Ellen Oneill, a quien citaba una investigadora, Kusserov, sobre el trabajo en el aula con los chicos de la clase trabajadora comentaba:

-"Es como si no quisieran aprender". Llegan tarde, no trabajan en casa, como mucho la mitad de ellos. Y lo peor es que los padres no son mucho mejores".

Dicen los investigadores británicos que la basura blanca se distingue de otras culturas en el crisol anglosajón, quizás porque los otros, asiáticos y musulmanes, tienen un esquema de valores familiares más estable, más tradicional, donde el esfuerzo personal es considerado un valor.

También dicen que en los exámenes PISA quedan muy por detrás del resto.

En España una investigación revela -como si no estuviera claro desde el principio- que los chicos de familia posicionada son mejores que los chavs en lo de lo exámenes. Y que el colegio al que vayan influye menos que el origen y la posición familiar.

Hablaba Kusserov de la experiencia de un profesor que quiso mostrarle a un padre de clase trabajadora el trabajo de su hija de cuatro años, el portafolio, a través del cual se expresaba -según el enseñante- el yo único y auténtico de la hija del worker.

Este le contestó: "Me da la impresión que usted está tratando de psicoanalizar a una niña de cuatro años a través de lo que hace con sus manos mojadas en colores sobre un papel. Se toma usted muy poco en serio el trabajo con una criatura de esa edad. Me parece ridículo".

Añade la investigadora que quizás existan diferencias no tan sutiles entre las clases sociales, esas que llevan a afirmar:

-"Por supuesto que mi hija no será camarera".
-"Por supuesto que mi hija no va a ser cirujana".

Concluyen los investigadores que obtener lo mismo de dos sujetos procedentes de entornos distintos exige métodos también distintos.
Prudence Carter, un profesor de Harvard opina que el colegio está institucionalizado con los valores y crencias de la clase media y que en esas circunstancias las clases sociales más desfavorecidas están sencillamente en desventaja.

Cuando un profesor les pregunta:

-¿Porqué querías pegar a fulanito?

Cuando le pide:

-¡Usad vuestra imaginación!

Sencillamente no les entienden. Uno contestó: "Yo no tengo imaginación".

Como el sentido de pertenencia es vital para cualquiera de nosotros y como es francamente dificil desenvolverse en más de un entorno social al mismo tiempo, quizás los chicos duros no estén en condiciones de renunciar a su entorno para ascender en la escala social.

Cambiar sus hábitos, sus modos de expresión y pensamiento, sustituirlos por los que emplean los otros no está a su alcance. Porque si lo hacen tendrán que desnudarse de sus ropas trasegadas en el barrio y cambiar de moda, vistiendo su cabeza con mensajes que no son de los suyos, ideas extrañas, modelos problemáticos.

Tiene tan poco en común la conversación de dos parejas con niños en un parque de Aravaca o Pozuelo con la de sus equivalentes en Villaverde Alto, que hace falta un traductor universal para hilarlas en una correa de transmisión. Si eso fuera posible.

Habrá que buscar uno para el profesorado. Porque estos sí que son un peligro. Dice un sociólogo que el cole es responsble de la socialización fina, la que llega un poco más allá de los convencionalismos naturales, los que podemos enseñar en la casa.

El catedrático de Sociología Mariano Fernández Enguita niega la mayor, para empezar: no cree que las estadísticas que se han estado difundiendo sobre los profesores quemados sean fiables en absoluto.

T
endremos que adoptar a los profes durante el verano. para que nos conozcan. Para que conozcan también a los niños.

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