30 de noviembre de 2005

Pablo: Maria's Meet


El flotador es de tamaño familiar.

Parecido a la cámara de la rueda de un camión de tamaño medio, pero en lugar del color negro habitual, está moteado en verde pistacho y fucsia.

Después de inflarlo con gran esfuerzo, realizo ejercicios de respiración.

Me dejo caer en la cama de mi cuarto y me levanto impulsado por un resorte…

-¡Pablo, tienes visita!

No es la voz de mamá la que ejerce de resorte, sino los puntos de mi trasero. Escuecen como la vergüenza. Se oyen pasos por la escalera, subiendo de dos en dos los escalones y aparece ella, María, frente a la puerta de mi dormitorio.

-¡Hola! ¡Cuánto te quiero! Mis palabras me traicionan. Quería decir, tenía en mi pensamiento algo más digno, más defensivo a la par que altanero, del estilo: ¿A qué has venido? ¿Dónde se ha quedado tu nueva pareja? ¿Quién te ha invitado?

-¡Hola, Pablo! ¿Estás mejor? Mientras se acerca y posa la mano izquierda sobre mi mejilla, momento que aprovecho para besar esa mano, lamerla como un golden retriever mal entrenado.

-¡Toma, esto me lo acaba de dar tu hermana! Leelo, que luego te hago la cura que me ha pedido Cecilia como favor. Es que ellos son de otra Comunidad y venir a curarte a domicilio supondría facturarle a la Administración de esta Comunidad 975 euros.

-¡Qué alto cotiza un trasero joven, aunque ande estropeado!

-Tú tienes un culo muy bonito. ¿Vas a leer la carta? ¿Te curo antes?

-Voy a leerla

Rasgo el sobre y dentro descubro tres copias de un documento en papel reciclado, de color crema. Las cláusulas están escritas a mano. Hay tachones en algunas de ellas y símbolos de imprenta en los márgenes, como deles e interjecciones.

“Por la presente, yo, Gervasio… me comprometo a contratar temporalmente y por una duración estimada de 3.200 horas anuales a Pablo…, mayor de edad, según consta en su documentación -aunque no lo aparente-, en calidad de factotum, mozo para todo en castellano.

Con un salario mensual de 375 € mensuales, repito, para evitar dudas de interpretación que a nada conducen, pagaderos en dos plazos, siempre que el cómputo mensual de horas sea de 300, redondeando a mi favor.

Las condiciones de este contrato se acogen al denominado yellow dog americano, porque entiendo que las relaciones laborales han de regirse, como las reglas de la hospitalidad, por las condiciones que establece el anfitrión y no el invitado. Y, en estas circunstancias, yo soy el anfitrión (y en mi casa se hace lo que yo digo y se come a mis horas y lo que yo digo que se coma).

La condiciones, una vez establecida la duración mensual de la jornada y el salario que le corresponde, serán las siguientes:

-El factotum trabajará de uniforme. El uniforme lo diseñará el anfitrión.

-El factotum prestará sus servicios en la forma y condiciones que el capricho del anfitrión determine.

-El factotum estará sometido a los controles que yo decida, porque está en la naturaleza de mi como empresario el desconfiar (aunque en mi naturaleza como cliente de lugares poco recomendables, no tanto).

-El factotum recibirá como beneficios sociales y en prueba de mi magnanimidad los siguientes parabienes:

- Una cesta de melocotes y alubias en Navidad, los años bisiestos.

-Un seguro médico privado o iguala, de la que podrá hacer uso en las instalaciones situadas en la casa del practicante del pueblo. El coste total de los tratamientos a que debiera ser sometido, correrá por cuenta del beneficiario. El periodo de baja, si lo hubiere, le será descontado de su salario.

-Una ayuda económica en concepto de donación altruista a terceros, por un monto de 0,75 euros diarios, para sufragar sus gastos de desplazamiento y manutención. Esta cantidad le será descontada de la nómina. (La caridad empieza por uno mismo).

Me detuve un momento, porque esta cláusula, seguramente redactada por su abogado, me era ininteligible.

-¿Qué quiere decir esto, María?

-Anda, déjalo. ¿No querías un trabajo? Pues ya lo tienes. Túmbate, que voy a curarte.

Me tumbé boca abajo en la cama. María me ayudó a desnudarme. Noté el frío del alcohol y el escozor insufrible. A veces desearía ser mujer, para tener mayor aguante en estas situaciones.

Cuando terminó, se subió a la cama, a horcajadas sobre mis riñones y me besó en la nuca y en la oreja. Sentí un estremecimiento que apagó el dolor que sentía y me provocó una excitación a borbotones. Me giré, pugné con ella y súbitamnete me encontré boca arriba, sobre ella, sus piernas, con la cabeza posada entre sus pechos, con su pelo sobre mi cara, con su aroma imbricado con el olor al alcohol.

-¡La comida ya está servida! Gritó mi hermana… desde el quicio de la puerta.

Me levanté, desnudo, excitado, azorado, con la taquicardia puesta y la respiración agitada.

-¿No irás a bajar así? A la abuela le da algo como te vea “barruntando” con esa trompa.

Me puse las manos delante del instrumento al que hacía mención. Un amante cazado en la cama del esposo, Esa era la pose. Mi pose. Salió del cuarto. María aprovechó para levantarse de la cama, modelar su pelo con las manos y alisar su minifalda.

Me abrazó, me besó con la pasión que yo sólo había tenido oportunidad de experimentar vagamente en las películas, me frotó y sobó con la fruición del que posee un tesoro; se separó de mi cuando estaba alcanzando el nirvana y dijo:

-¿Me invitas a comer?

-¿Dónde?

-¡Qué! Pues en tu casa, tonto. Vístete, anda.

Me vestí, aunque el pantalón no me lo pude abrochar. Había engordado en el hospital, o algo meocurría... Dejé los faldones de la camisa por fuera para ocultar mi excitación, la prueba de mi felicidad instintiva.

Decidí terminar de leer el contrato antes de bajar al comedor.

-El factotum recibirá parte de sus emolumentos en vales de comida, que podrá canjear por diversos productos en los colmados y tiendas de conveniencia que yo determine.

-Este contrato podrá ser modificado sin previo aviso, en virtud del espíritu de Perro Amarillo.

-Y en prueba de conformidad.

Firmé donde me correspondía. Iba a arrugar el sobre en que lo había recibido, cuando noté que había algo dentro. Un talón de tickets de comida y una nota adhesiva en la portada:

-En prueba de mi buena voluntad te he enviado este talonario con 25 cheques de 4, 56 euros cada uno. No voy a descontártelos. Son un regalo. Cómprate algo, invita a comer a tu familia, lo que quieras.
Firmado: Gervasio.

Conté los cheques, por curiosidad. A medida que los iba pasando iba sumando las cantidades, en un ejercicio de habilidad mental que tantas veces he visto ejercer en camareros y tenderos de comercio tradicional.

Nunca entre los empleados de una franquicia, la verdad. Estos, habitualmente, emplean máquinas calculadoras y registradoras de última generación. Nada de ábacos.

-9, 02, 13, 68, 17, no, 18,24.... 91,20 €. Faltan 6 tickets.

Huevo de Pascua



Etiquetas:

27 de noviembre de 2005

Un paseo por las nubes


Felipe González y su ex íntimo moderan el gesto cuando hablan del nuevo estatuto. Alfonso Guerra recela de los cambios de constitución.

Alguna gente sigue actuando con la regla de haz lo que yo te diga, que velo por tu bien.

El primero de ambos, en una conferencia celebrada en Sevilla, ha mencionado el hecho de que la mayoría de símbolos que reconocen los extranjeros son de origen andaluz.

Pues va a ser uno de los problemas.

De hecho, ese es el principal problema.

Si identificarse significa llegar a tener las mismas creencias y propósitos, andalucía me queda muy lejos. Tanto o más que cataluña, galicia o el país vasco.

Ni entiendo sus tradiciones ni las comparto. Y las de aquí tampoco las entiendo. Pero por más que existan no me van a molestar. Les gustan a millones de personas.

Yo importo un comino.

Pero los símbolos que permiten reconocerse, conseguir que una persona se sienta orgullosa de ellos tienen que ser limpios.
Y los del Estado español apestan.

Como su televisión.

Así que hay sitios que me quedan más próximos.

Internet los ha puesto cerca.

Para John Naisbitt, las naciones sobre la tierra bien podrían llegar a alcanzar el número mil en unas décadas.

No le veo problemas al hecho de que cada espacio tenga sus símbolos, anclajes y peculiaridades.

Las gentes vivimos en muchos lugares y de formas distintas. Y menos mal.

Hoy me he dado un baño de diversidad, aprovechando la barra de blogger.

Algunas personas la eliminan de su espacio, de su blog. Pero tiene buenas utilidades. Puedes buscar otros blogs, buscar dentro del tuyo, buscar directamente en google. Cuando llego a una que no la tiene, me toca dar la vuelta.

Las páginas que encuentras emanan horas de ilusión y trabajo. Mensajes otorgados a la bondad de una mirada extrañamente distante y ajena.

Familias que se nutren de sí mismas y que apuestan por compartir con el vecino y con la patrona unos momentos de poder tecnológico, la ilusión de: ¿Ves lo que he podido hacer?

Los Gang
Los Fernandes
Los Sharp

Blogs de una misma, una persona que se expone, a la par que se resguarda del mundo.

19 something

Blogs sobre la fuerza que tiene una persona para hacer de sí una manifestación continua de vida.

Annie

Blogs de dirección personal, filosofía, ideología y maneras de vivir

Fanatico X
Fanatico Y
Amellie

Blogs cuya propietaria se inicia en la aventura blogera.

Pal

Blogs de futuros presentes.

ModernTimes

De búsqueda y terapia.

En Sudamerca

De narración y camino. De narración del camino. Turístico camino.

Turistas

Blogs de inicio incendiario y tal vez fallidos.

OdioIncipiente

Blogs que son auténticos diarios personales:

Triste el primero, con la espada de Damocles sobre cada minuto. Que tinguin sort.

Leucemia en primera persona

Espumoso el siguiente.

Bobadinas

Blogs que escribe una de las gemelas, Buscaré a la otra en el programa que van a emitir en la cadena de tv Cuatro.

Diana

Blogs personales con dosis de sorpresa: Sobre el trabajo, donde viven y dónde vivirán. Me impresiona que no tome café y trabaje en ese lugar.

Angeline

Blogs de la lejana Sudáfrica. Al menos vista desde aquí.

Bunny

Blogs de Teruel. Casi tan lejos como el anterior.

PuebladelHijar

La mayoría de ellos en inglés. Es que somos un grano. Y ahora que van a necesitar menos traductores al español en Europa, más.

Qué manía con pensar desde el ombligo, desde la caja, el interior de la caja.

Más diversidad y menos demonios. Ni demonios, ni elefantes blancos.



26 de noviembre de 2005

Pablo: Gaviota feliz y retorno al hogar


-¡Taxi, Taxi! Sube hijo. Y ten cuidado. Por los puntos.

-No voy a poder sentarme, mamá. Mejor te vas en el taxi y ya te alcanzaré yo.

-¿Qué vas a venir corriendo detrás? ¡Ay, Pablo, hijo! Qué disgustos me das. Súbete anda. Si este señor tiene un cojín que nos lo preste. Si no, te pones de rodillas sobre el asiento y observas por el parabrisas trasero los coches. Como cuando eras pequeño.

-Señora, que no tengo cojines ni flotadores. Y los pies no me los depositen encima de la tapicería.

-¡Usted qué es, taxista o un almizclero de esos negado para ejercer de taxista!

-¿Almizclero, señora? ¿Qué coño, con perdón, es eso que ha dicho usted? Por que yo soy taxista desde que tengo uso de razón. Hace exactamente 15 años. Mañana los voy a cumplir.

-Que más le valdría liberar esta porqueriza del olor que nos invade a los pobres pasajeros. Parece que ha pasado usted esos 15 años aquí dentro. Con los mismos calcetines además.

-¿A dónde vamos, señora?

-A la calle Tabernas de Alcanfor, en el Pueblo de Vallecas. Vallecas Village.

-Oki señora, oqui.

Una vez que ambos descargaron la verborrea que les ahogaba, pude entrar al vehículo. Me puse de rodillas sobre el asiento y así me mantuve pese a los frenazos, gracias a las correas de los cinturones de seguridad que corren junto al respaldo del asiento. Me agarré con una mano a cada cinturón y domé el vehículo durante todo el trayecto. En un semáforo, los ocupantes del coche de al lado se rieron de mi durante unos segundos.

Les duró poco la alegría. Delante de su vehículo apareció una mujer con mono blanco de una empresa que se llamaba la Gaviota Feliz, Limpieza en Seco. Sostenía con las dos manos un cepo candado para bloquear el acelerador y el volante al mismo tiempo, uno de esos telescópicos, en color rojo.

Lo blandió sobre sus hombros, como para batear y le arreó un golpe seco al faro de la izquierda, el del lado del conductor. Este hacía aspavientos con las manos y vociferaba desde el interior del vehículo. La mujer de la Gaviota Feliz giró sobre sus tacones, dándoles la espalda a los ocupantes del vehículo.

Levantó la herramienta hasta la altura del pecho y volvió a golpear, con un movimiento espejo del anterior, esta vez sobre el faro derecho. El giro, la armonía de los pies, la cintura arqueada como tantas veces he visto hacer a golfistas en la TV, incluso a kevin kostner en una película sobre béisbol, llegó a emocionarme.

-Espléndido, hijo, ha sido espléndido.

-Si, mamá. Una auténtica belleza de golpe.

-¡Esa mujer está chalada! Gritó el taxista almizclero, mientras se oía por la emisora “721 para Vallecas, ¿alguno más cerca?”. Nuestro taxista contestó y le otorgaron la nueva carrera.

La mujer de la Gaviota Feliz se subió a la furgoneta que había delante del vehículo que acababa de destrozar y aceleró, con el semáforo aún en rojo. Se incorporó a la rotonda y desapareció.

Dentro del coche maltratado nadie sonreía. Hablaban a gritos. Una de las ocupantes de las plazas traseras le soltó una bofetada al conductor, que se echó en ese mismo momento en brazos del volante llorando y haciendo pucheros mientras decía “yo no he sido, no es lo que tú piensas”… Lo supe leyendo sus labios.

El taxista arrancó y tomó la Avenida de la Albufera.

-Les voy a dejar un poquito más arriba si no les importa. En Nueva Numancia.

Detuvo el coche donde le pareció. Un autobús nos pitó y al pasar junto al taxista volvió a hacerlo.

-¿Qué le debo? Preguntó mamá.

-14 con 50, señora.

-Le voy a pagar un poquito menos, si no le importa. Y le dio una bolsa de plástico con monedas de 5 céntimos.

-Aquí tiene 12 euros. Puede contarlos si quiere. Pero nosotros nos vamos, porque también tenemos prisa.

Salimos del taxi Mi madre con facilidad. Yo, gateando desde el lado de la calzada hasta la puerta de la derecha la que daba a la acera.

-¿Cuánto le has dado, mamá?

-Nueve euros.

-Mamá, ¿Dónde consigues los céntimos?

-En la tienda de Tina, la de las chucherías. Los chiquillos le pagan con suelto y ella no se atreve a ir a cambiar al banco. Como ya la han atracado dos veces.

-Vamos a hacer una parada en el bar del señor Antonio.

-Buenos días, doña Pepita.

-Hola. Anda, ya está el chaval fuera del hospital.

-Esta mañana le han dado el alta.

-¿Qué queréis tomar?

-Mi hijo una taza de caldo. Y yo un vino tinto y una aceitunas.

-Mamá, que no quiero caldo ahora. Que vamos a llegar a la hora de comer a casa.

-Tú toma lo que quieras, hijo. Pero el caldo también.

-Déme una horchata, doña Pepita. Le pedí a la camarera.

-¡Y no se olvide de caldo!, añadió mi madre.

Salimos del bar, yo con retortijones y mi madre con un mondadientes en la comisura. Nos apresuramos hasta casa. En lugar de abrir la puerta, mi madre prefirió llamar al timbre. Bueno, mi madre lo hace con un ritmo de urgencias asesinas, que provoca taquicardia siempre. Aunque lo conozcas. Porque esa insistencia dingdong nos sobresalta a todos.

Se abrió la puerta.

-Así que ya estás aquí, dijo mi hermana.

-Sí, ya me han dado el alta.

-Ha llegado una carta para ti.

-¿Una carta? Será el contrato. Gervasio dijo que me lo enviaría por correo. ¡Qué bien huele!

-Es que la abuela ha preparado huevos guisados de segundo. Como sabía que venías hoy. Y de primero. ¡Adivina!

-Lentejas. Al aroma del azahar.

-¡Listo! Pero venga, pasa. Te hemos comprado un flotador redondo para que puedas sentarte. Pero tienes que inflarlo tú. Antes me he encontrado a tú abuela desmayada sobre el sofá, con la cabeza escondida en el flotador.
Me ha dicho que se ha mareado cuando intentaba inflarlo. Así que te toca.

Huevo de Pascua

Etiquetas:

24 de noviembre de 2005

La esfera armilar desde el bar.


-Hoy he trabajado como una mula. Y tengo un dolor en el brazo izquierdo, aquí, cuando lo levanto.
-Ponnos otras dos cervezas, Emilio.
-Pues eso es uno de los síntomas del cáncer de testículo izquierdo.
-¡No me jodas!
-Tranquila, mujer.


-Están buenas las nueces.
-¡Sí! Lo curioso es que cada una de ellas tiene este sello rojo en la cáscara, como si se lo hubieran integrado en el genoma al tratarlas. Son todas iguales.
-Ese sello lo colocan unos enanos.
-¿Enanos?
-Sí, unos pigmeos. Una familia de pigmeos saltarines.
-¿Cómo?
-Pues se colocan debajo de cada nogal, con un tampón y un cubo de pintura y saltan hasta cada nuez y la estampan.
-¿Y las que crecen en las ramas altas, listo?
-Hacen un castellet de pigmeos y las pintan. Que las pintan también, pero las primeras. Antes de estar muy cansados. Para que no se rompa el castellet.
-Pues vas a tener razón. Están buenas estas nueces, sí.
-Son de California.
-¿De California?
-Eso dicen.


-Son unos zánganos.
-¿Quieres una caña?
-Sí, pídeme una caña.
-¿Qué te ha pasado?
-Que tiene que pasar a las siete y ha pasado a las siete y veinte. Y encima va el tío y se para en todos los semáforos en rojos.
-¿Y cómo hace eso?
-¡Pues eso, que es un país de zánganos! Que he comprado el regalo para Menchu en el corte inglés y cuando he salido a las siete menos diez pues me he ido a la parada y el autobús ha llegado a las siete y veinte y como el tío se ha detenido en el primer semáforo en rojo pues ya se los ha encontrado todos en rojo.
-¡Qué vergüenza!
-Claro, va haciendo tiempo para que se le hagan las siete y media y así no tener que dar dos viajes más. Que son unos zánganos.
-¿De qué habláis?
-Es que se me pone la sangre alterada. Así va el país.
-¿Qué estáis diciendo?
-¡Cuéntaselo a tu padre, niña!
-Que le he comprado un regalo a Menchu, porque iba a comprar dos más pero ya no quedaban…


-Pues hay un escritor que hizo una obra sin emplear una letra e.
-¿Y eso tiene mérito?
-Es que en todo el libro no te encuentras una sóla e.
-¿Ah! Y quién es ese tío?
-George Perac. Disperation.
-¿Pero ese no es de por aquí, no?
-No, era francés.
-Joder con los franceses. Cuando no queman coches, escriben chorradas. ¡Dos cañas, Emilio! Esta cerveza está caliente.
-Es verdad. Pero la botella está fría.
-Sí, pero el caldo está caliente.
-Pues tienes razón. ¿Cómo has dicho que se llama?
-Disparation.
-Pues antes te has confundido.
-Quién, ¿yo?
-No, el francés ese de las es.


-Pues que es un pijo. Y va y me dice…
-Define pijo.
-Pues, no sé. ¿La mujer del futbolista?
-Eso es una pija.
-Bueno, pues… ¡Ya lo tengo! Aquel que quiere cerrarme los ojos cuando ya los tenía abiertos.
-¿Qué?
-Por ejemplo, uno de esos que en las encuestas callejeras, las que emiten a veces por la tele. A ver. Hacen una encuesta. Por la tele. Y salen algunas personas dando respuestas, acertadas, fallidas, falsas. Porque yo casi siempre tengo la respuesta. Y entonces sale el pijo. Y dice, por ejemplo:
-Es una forma de abuso, ¿no? Bueno, que es una forma como de abuso, porque les está pasando a muchas mujeres. Que el gobierno debería hacer algo. Sobre todo en los barrios de pobres. ¿No?
-Eso no es un pijo. Es un imbécil.
-Y además, joven.
-¡Ya está!
-¿El qué?
-La definición de pijo.
-¿Cuál?
-Un joven imbécil.
-Pues vas a tener razón. ¡Emilio, dos cañitas!




20 de noviembre de 2005

Pablo: La interpretación de la bonhomía.


Me ayudan a levantarme. María se aleja hacia la barra en compañía de mi cuñado.

Gervasio compensa al celador por la destrucción del elefante flotador. Parece no estar de acuerdo.

-El elefante era de la niña y ese cariño no queda compensado por el dinero, no señor.

-Setentaycinco, ni un euro más.

-De acuerdo. Así la niña lo comprenderá.

Mientras ellos discuten sobre el cariño, Cecilia entra en el bar y se dirige a mi. La gente se vuelve para mirarla. Los hombres se dan codazos.

-Necesito tu falda, digo, mi falda.

-¿Ahora mismo?

-Acaba de volver el cirujano de un congreso en Miami y no quiero que me vea así. Hace dos meses que me denunció a la dirección del hospital por acoso y lo único que me falta es darle nuevos y mejores motivos.

-Pero usted no le acosó, ¿verdad?

-Sólo un poquito. En el ascensor. Pero yo estaba en tratamiento con hormonas. Fue una reacción química.

-Y ¿dónde me la quito?

-Aquí mismo. Te he traído esta falda escocesa que me he encontrado en el armario. Debe ser de un individuo que tuvimos ingresado hace algún tiempo. Un hincha del Celtic de Glasgow con deliriuns tremens.

-Suena a enfermedad horrible.

-A lo que suena es a cogorza especial de calimocho y mahus. Le entraron en su cuerpo más litros de líquido que a la bañera O’neill.

-¿Un amigo suyo, Cecilia?

-¡Déjalo! Parece que el deporte no es lo tuyo. Devuélveme mi falda y te doy la skirt escocesa.

Allí mismo nos cambiamos. La verdad es que lucía mejor la enfermera con su falda blanca apenas por encima de la rodilla que no con la otra falda, que apenas superaba el tamaño de un cinturón de halterofilia.

En ese preciso momento entró madame bovary, con un portafolio de plástico transparente en la mano.

Cecilia aprovechó para salir de escena.

-Pablo, ¿dónde está don Gervasio?

-En la barra. Allí al fondo. ¿Lo ve?

Se acercó a la barra. Yo me quedé esperando junto a la mesa. Alguien entró, me miró sonriendo y me guiñó el ojo. Retiré la mirada y la fijé en el suelo. El elefante de goma me miraba con el único ojo de cristal que se mantenía en su cara. Con el otro jugaba un niño, metiéndoselo en la boca y escupiéndolo contra el elefante, al momento. Una personas, que debían ser familiares, aplaudían.

-¡Písalo, hijo, písalo!

-Pablo.

-¿Sí, Gervasio?

-Tengo buenas noticias. La madame me ha facilitado tus resultados y estoy decidido a contratarte por un buen precio.

-Pero yo tendría que pensarlo, consultar con mi familia. Es un trabajo delicado y…

-¡Tonterías! Yo dispongo de un presupuesto y gracias a tus resultados me voy ahorrar una buena parte del mismo. No puedo perder oportunidades. ¡Tú me entiendes!

-No sé qué quiere decir. Si usted tiene un presupuesto…

-Sí, lo tengo, pero tú eres muy barato. Mucho. Lo dicen las pruebas.

-Sigo sin entenderlo.

-Verás. Mira este gráfico.

-¿Qué dice?

  • La primera impresión. 75. Nada. Sólo obtiene una puntuación menor que la tuya un yonki rehabilitado durmiendo en un banco del suburbano.
  • Trepismo. 35. Mal. Muy mal. Si estuvieras delante de la oportunidad de tu vida, borrarle los datos del portátil a quien opta al mismo puesto que tú, los guardarías, en lugar de depositar el aparato en la ducha.
-Pero hice la prueba de la cuerda. Y la de los tubos. Trepé.

-Tonterías. Vamos a seguir:
  • Inteligencia. Nada. Tú no eres peligroso.
-Pero si he terminado una carrera en la universidad.

-Pero no eres peligroso. Esta dimensión mide riesgos provocados por el intelecto. No vas a utilizar tu cerebro para obtener beneficios, maltratar el ambiente o redactar un contrato con letra pequeña. Tú, sencillamente, no puedes hacer eso.

-Bueno, si alguna vez hay que hacerlo...

-¿Ves lo que te digo? No tienes. Si tuvieras lo negarías.

-Prosigamos:
  • Honradez. Muy mal.
-¡Oiga, Gervasio! Eso no se lo consiento.

-No, ojo, si honrado sí eres. Pero es que esta escala se lee al revés. Es la falta de honradez lo que puntúa. Y tú tienes menos 80 puntos. Es que la media, hijo está en el cero. ¡Y tú no alcanzas ni eso!

-Bueno, yo pienso que la gente es honrada. La mayoría.

-¡Pero tienen un precio! Por eso la media es de cero. No son ni dejan de serlo. Todo depende.

Pero tú, ¡Menos 100! ¿En qué mundo vives? Si por lo menos dieras visos de vender la conciencia por un puñado de diamantes o de garbanzos. Sólo en caso de necesidad, ¡Ojo!

-Para terminar:
  • Suspicacia. Nada. Menos que nada.
-Y eso, ¿como se interpreta?

-Que te fías de la gente. Demasiado diría yo. Demasiado incluso para lo que es aceptable desde el concepto de bonhomía.

-¿Y esa que se ha saltado?

-¡Ah! Sí. ¿Afán de logro? ¿Tú que esperas conseguir de la vida y del trabajo?

-¿De la vida? Que sea larga.

-¿Del trabajo? Ser feliz con lo que haga, no arrepentirme de nada, aprender. Ser bueno. Ganar lo suficiente para que la vida pueda ser larga.

-¿Lo ves? Si las pruebas no mienten. Esto es la ciencia, hijo, la ciencia.

-¿Entonces?

-Tú vete a casa, recupérate y ya hablaremos. Mejor, te enviaré el contrato por correo.

-Vale. Hasta otra.


Etiquetas:

13 de noviembre de 2005

Lo hace todo el mundo.


-Qué tendrán estos curillas bajo la sotana que hasta consiguen hacer sonreír a la vicepresidenta.

-¿Pero no era socialista?

-Sí pero es que un hombre con falda pone. Y mucho.

-A Boris, a Jesús, a un redactor de la revista zero, a ellos, quizás, pero ¿a la segunda jefa?

-A esta más. Como es de izquierdas, tiene menos roce con ellos. No se confiesa ni nada.

-Así que la emoción le ha podido.

-Si, si, la emoción. El deseo.

-¡Qué fuerte!

Contaba el antiguo ministro de cultura del primer gobierno socialista que al llegar al Ministerio entrevió a algunos curas de los de sotana. Que no se dejaban ver abiertamente, pero que se notaba su presencia. Como si de espíritus santos tratárase.

Y que un día les preguntó a los funcionarios ¿Qué hacen estos por aquí?

Los servidores públicos le contestaron que siempre estaban por allí. Cuidando de lo suyo.

-¿Del rebaño?

-No, señor ministro. Ese ya se cuida sólo. Del dinero.

Que además sentían curiosidad o recelo por saber cómo era un ministro socialista… de cerca.

Ayer salieron todos de detrás de la cortina para… no sé para qué salieron, la verdad. Supongo que cada uno mueve sus peones cuando lo necesita, incluso comiendo al paso, que se dice en el ajedrez.

Te comes el peón que queda en tu misma horizontal, situándote un escaque más allá, como si lo saltaras.

Supongo que volverán a cambiar esta ley de educación.

Bueno, pero, ¿para qué salieron?

-¿Dónde llevas a tus hijos?

-Yo, a los maristas.

-¿Y es bueno ese colegio? Porque yo estoy de los nervios con el público. Que el otro día atracaron a la maestra recién salida de la clase. Seguro que fue alguno de los niños estos de afuera que se lo ha dicho a sus hermanos mayores o algo así. Es que el colegio está lleno de negritos.

-Pues el colegio de los hermanos maristas es buenísimo. Además, es concertado. O sea que hasta el bachiller no pagas nada. Y luego, tampoco mucho, menos que la guardería.

-Estará complicado entrar.

-Sí. Pero si los apuntas ya, en dos años te los admiten. Seguro. Bueno, lo que ocurre es que dan puntos por el irpf, por proximidad y por hermanos que hayan estudiado allí con anterioridad.

-Lo del impuesto no hay problemas, porque presento la declaración de mi marido que es autónomo y ya está. Seguro que cuela. Pero lo de la proximidad.

-Pues lo empadronas en el barrio. ¿No vive por allí tu hermana?

-Y eso, ¿se puede hacer?

-Lo hace todo el mundo.

-Me acabas de dar una alegría. Por cierto, que ya me he enterado que por fin se casa tu hermana la pequeña.

-Sí hija, ya se va a casar. Cuatro años después de marcharse a vivir con Juan.

-Pero no tiene hijos, ¿verdad?

-¡No! Lo que faltaba, que los niños le sujetaran la cola.

-¡Ah! O sea, que se casa por la iglesia.

-Sí. Casi un año han tenido que esperar. Es que quiere en la de los sacramentinos. Y hay que esperar una eternidad. Por cierto que me ha dicho que “la voluntad” en esta iglesia son 600 euros.

-¡Qué barbaridad! Seiscientos euros. Jolines con el curita. Y el fotógrafo será el oficial de la iglesia, claro.

-Claro, claro.

-Pues dile que me invite. Y le haré un buen regalo. Porque ella dinero, no querrá.

-Pues fíjate que sí. Porque la casa ya la tienen puesta. Como son cuatro años conviviendo.

-Claro, claro.

¿Para qué salieron, me sigo preguntando?

Si tienen las arcas llenas y el país atestado de meapilas y santurrones.

Santurrón. Adjetivo. Gazmoño, hipócrita que aparenta ser devoto.

Personal
Reflexiones
Thalasos

9 de noviembre de 2005

Metal de hierro y escorias


En la fundición llaman escoria al deshecho del hierro. Pero siempre obtienen algo del metal dentro de esas escorias. Siempre. Por eso rascan la cuchara. Cuesta más obtener el metal de estas impurezas, pero ellos no lo descartan. Porque ese hierro también vale.

La reunión debió terminar tarde.

El Director había convocado al Consejo de Dirección del Centro a partir de las 12 de la mañana.

Así que por la tarde no hubo clase.

Fidel quedó con nosotros a las 13h30’.

Apareció con un par de libros de la colección naranja de Anagrama.

Tomamos unas cañas en el bar El Merengue. Hoy no había dinero para una concha de ensaladilla.

Ferrer dijo que algo tendríamos que hacer. No era necesario algo muy grande pero sí especial.

Que supieran que nosotros estábamos en contra de la medida. Y la expulsión era, si no injusta, excesiva. Máxime cuando las causas eran políticas.

Echarle azúcar en la moto al más destacado de los fachas del Centro tampoco era para tanto.

Bueno, quizás lo de pegarle en las escaleras del Instituto sí.

Cada uno se fue a su casa. Fidel me prestó uno de los libros que había sustraído de la librería Laos. Me preguntaba, aún me pregunto, como era capaz de hacerlo. Todos los pasillos del establecimiento tenían sistema de control por espejos. Él era tan gordo y tan grande que no podía pasar desapercibido.

Su mochila de color verde oliva, siempre al hombro, debía despertar sospechas. Y su chaquetón marino de lana, con esos enormes bolsillos laterales, del tamaño adecuado para un volumen de 15x23 cms. A veces pensaba que la librería podía ser propiedad de algún familiar. Que no sustraía los ejemplares, sino que se los prestaban.

Al día siguiente tampoco hubo Instituto. Iban a pintarlo. Durante la reunión habían decidido qué colores emplear. El verde carcelario-hospitalario desaparecería de las instalaciones.

El viernes sí hubo instituto.

Por la tarde no quedaría casi nadie. Algún profesor en el claustro. Alguno en su despacho, quien lo tuviera.

Volvimos a ver a Fidel.

Había quedado con Emilio en lo que se debía hacer. Apareció con varias bolsas de plástico, la mochila y los bolsillos repletos.

Dentro, los sprays de pintura.

De todos los colores.

Volvimos al Instituto.

Hicimos la faena.

Y nos fuimos a casa.

El lunes, a la puerta del Instituto, el Boluda, de historia, saludó a la bandera, desplazando el ala de su sombrero hacia arriba. Como hacía siempre.

Había nerviosismo entre nosotros. Desde los distintos grupos de estudiantes nos lanzábamos miradas huidizas. No fueran a saber el resto de alumnos.

Sonó el timbre y entramos.

El ruido de las voces era mayor que en otras ocasiones. Los alumnos estaban perplejos. Sobre los paramentos pintados en distintos colores pastel destacaban las pintadas de protesta. Todos los pasillos, todas las escaleras, señas de identidad, nuestras señas de identidad.

Nos llamó el Director, don Pedro. A todos. Sabía quiénes y sabía porqué. Pero no lo entendía.

Dejó de tratarnos con deferencia. Hasta que acabó el curso dejó de saludarnos, de gastar bromas sobre la política o cualesquiera asunto de los habituales, el Celta, la montaña, el mus.

No podía entenderlo. La protesta sí.

Pero no en nuestra propia casa, como solía llamar al Instituto. Nuestra casa.

Como no llegaba el presupuesto, las pintadas fueron cubiertas con cal.

Pegotes de color blanco sobre la nueva pintura.

Todo un año para recordar las consecuencias de nuestros actos.

Fueron readmitidos.

De haber sido hoy, de haber sido otros, quizás le hubiéramos quemado el coche.

O el Instituto. La casa.

Los adultos queremos estar en posesión de la verdad. Así que otra verdad no es posible.

Pero una protesta es una protesta.

Y siempre tiene consecuencias.

Para don Pedro nos habíamos convertido en escoria.

Para el ministro francés Sarkozy, hoy, seríamos escoria también.

Les faltan fundidores.

5 de noviembre de 2005

Pablo: Aceite. ¿Búlgaro? Aceite.

Las puertas abatibles dan acceso a la cantina. Hay más ruido que afuera. Varias personas corren detrás de algo, debe ser un animal.

-¡Ya lo tengo! ¡Aghh! Me ha mordido. ¡Será mamón!

-¿Qué están buscando? Le pregunta Gervasio a un celador.

-Un armadillo. Se ha comido al gato de la hija del propietario de la cantina y los camareros se han puesto hechos una furia.

-¿Cómo ha llegado hasta aquí?

-Uno de los camareros, sudamericano, lo trajo desde su país.
-¿Y son carnívoros?
-A veces.
-Así que se ha comido un gato.

-Sí. Por lo que he podido oír el dueño veía en su país la serie Alf, la del extraterrestre, con el armadillo en los brazos.

-Demasiada televisión no puede ser buena, añadió Gervasio.

-No, en este caso ha sido responsable de la locura transitoria del animal.

-¿Y qué van a hacer con él?

-Mañana estará de primer plato en el menú. Con el caparazón construirán un instrumento musical. Y se lo regalarán a la niña. En compensación por la irreparable pérdida.

-¿Qué pérdida? Pregunta Gervasio, intrigado.

-La mascota, el gato que se ha comido.

-Ya, ya. Bueno, vamos a sentarnos por ahí, lejos de la animación.

Nos acercamos a una mesa cerca de la puerta y alejada de la barra. Inmediatamente se nos acerca un camarero llorando.

-¿Qué van a consumir los señores? Nos preguntó, sorbiendo al mismo tiempo los mocos que se le acumulaban y mezclaban con las lágrimas en algún lugar de su cabeza.

-Dos Cola Cao. ¿Te gusta el Colacao, Pablo?

-Me encanta. Bien caliente, por favor.

-El mío frío y con pajita. Dice Gervasio.

-En seguida, señores.

Se alejó mirando hacia el grupo de camareros que sujetaban a un animal enorme, de casi 50 kilos de peso.

-¿No te vas a sentar, Pablo?

-Mi culo.

-Ya, eso, que si no vas a sentar tu culo.

-Es que tengo puntos de sutura y no puedo. Si hubiera un flotador.

-Espera un momento. ¡Celador, celador!

-Se acerca el hombre que nos puso al tanto de los acontecimientos.

-Ya lo han cogido. Ahora quieren que sea la niña quien desolle al animal.

-¿Cómo podemos conseguir un flotador para mi amigo? Es que tiene puntos en el trasero y le cuesta sentarse.

-Pues aquí no tenemos, fíjese. Pero tengo uno de mi hija en el coche. Ahora mismo se lo acerco.

Al momento apareció con un enorme flotador elefante. Lo puso encima de la silla, pero como no cabía, acercó otra mesa y lo colocó encima. Me ayudaron a encaramarme al flotador. Tuve que agarrarme con fuerza a la cabeza y a la trompa del elefante para no caerme. Gervasio empezó a hablar.

-Bueno, pues continúo con la historia. La chicas se marcharon a Francia. Pero hubo cambio de planes. Como la pista era pequeña para que aterrizara un Airbus 300, tuvimos que trasladarlas en avionetas Cesna. Mucho más caro el pasaje, más pilotos. Además que el viaje no se podía realizar del tirón.

-Así que inauguramos dos franquicias del aeropuerto, una en Zaragoza y la otra en San Juan de Luz. Perdí mucho dinero. Las primeras chicas que retornaron estaban irreconocibles. El novio de una de ellas empezó a contar cosas en la taberna del pueblo, que llegaron a oídos de algunas madres, que pusieron el grito en el cielo. En el plazo de un mes todas habían retornado.

-¿Se acabó el negocio?

-Desafortunadamente sí. Tuve que devolver la licencia a aviación civil. El aeropuerto quedó inservible, el tiempo cubrió de maleza las instalaciones que ya te comenté y además llegaron los rumanos.

-¿Los rumanos?

-Sí, varias familias de gitanos y cíngaros que se ubicaron en la embajada de Bulgaria.

-¿Qué?

-En las instalaciones. Las llamamos así debido a la costumbre de algunas de las mujeres de estas familias. Cuando les requerí para que desalojaran mi propiedad algunas tuvieron la osadía de darme la espalda, subirse las faldas y mostrarme el trasero. A uno de los guardias que me acompañaba le dió por recordar el chiste de señora de mediana edad enseña el búlgaro.
Desde entonces le cambiamos el nombre al lugar. Y así continúa. Un neotopónimo.

-¿Siguen allí?

-No, que va. Les tocó la bonoloto y se compraron un pueblo abandonado en Soria. Creo que viven allí todavía.

-Y el trabajo que me ofrece, ¿tiene que ver con… la embajada?

-¡Lo has adivinado! Necesito que la vigiles por la noche. Bueno, la embajada no, los olivos de alrededor.

-¿Los olivos?

-Tengo 50 olivos centenarios. Los traje de Grecia. Tienen un valor incalculable. Esconden un secreto. Algunas personas desean hacerse con ellos, porque…

Al aparecer el camarero con las bebidas, permaneció en silencio.

El camarero sonreía. El mismo que antes lloraba. Junto a él, el armadillo, como si de un perro lazarillo se tratara.

-He conseguido salvarlo de la cacerola. Les he dicho que transmite una enfermedad.

-¿Y es verdad? ¿La transmite?

-No, pero se lo han creído. A cambio de la vida de Juan les he de comprar un gato persa y 10 kilos de chuletas de lechal. Para el menú de mañana.

Gervasio abonó las consumiciones. El camarero y Juan se alejaron de allí. Siguió hablando.

-Adquirí los olivos de Delfos, en la montaña de El Parnaso. Iban a destruirlos para construir una zona residencial. Los obtuve a muy buen precio.

-¿Cómo los transportó hasta aquí?

-En patera. Conseguí un contacto en Marruecos que por un módico precio se encargó de todo. Vinieron por mar. En patera. Y luego los replantamos aquí.

-¿Y ese secreto tan bien guardado?

-El aceite que se extrae de sus olivas es especial. En USA puede alcanzar un precio de hasta 6.000 por galón.

-¿Tanto?

-Una leyenda cuenta que Minerva solía orinar en ellos. Por eso son especiales.

-Suena a patraña. Además, ¿Que efecto tendría una meada en esos árboles?

-Es que Minerva, en aquel entonces estaba embarazada. Imagínate, una diosa embarazada. Con toda la concentración de hormonas. Lo curioso es que he hecho analizar las olivas en un laboratorio y están cargadas de… ¿No lo adivinas?

-¿Estrógenos?

-¡Ca! Eso hubiera sido lo esperable. Pero no. De esteroides. Más concentración de ellos que en una inyección intramuscular de las que les administran a los deportistas. Este aceite, bien tratado, se convertirá en el mejor producto dopante del mundo. Y natural. Indetectable.

Mi interlocutor había bajado la voz hasta convertir su charla en apenas un murmullo. Me había acercado tanto a él que perdí el equilibrio y me caí de la mesa, sujetando el flotador por las orejas de elefante. Se escucho un ¡Boom! Al reventar el flotador al llegar al suelo.

Afortunadamente yo no me hice nada por esta vez. Desde el suelo vi pasar a mi lado unas hermosas piernas. María. A su lado mi cuñado. Me relajé un poco al comprobar que sí llevaba ropa interior. Mi cuñado llevaba un trapo en la mano. Una servilleta a cuadros que yo, desde la distancia, había confundido con ropa interior. La que llevaba puesta María era del mismo color naranja que los cuadros de la servillta ¡Qué intuición la mía!

-Tengo que hablar contigo Pablo.

Su voz, tan sensual, tan francesa, me desarma.

Etiquetas:

3 de noviembre de 2005

Personal: News. No news, good news.


En la tv. Debate.

-Yo sí tengo coche porque así me evito mogollón de gente que no conozco.
-Ya, que has venido al mundo a hacer amigos, ¿no?
-Pero es que voy en mi coche, con mi musiquita, tranqui. Tengo más libertad.
-Sí, que tienes libertad para elegir atasco, es lo que dices.
-Y para más cosas.

En la prensa. Un periodista incombustible. Bueno, igual no.

Ella es un ejemplo de abnegación. Altruista hasta la muerte y entregada a los demás. Como su madre. Una Holenlohe. Ha montado un salón de te para ayudar a mantener un proyecto en Tanzania.

-El salón de té, en Tanzania, ¿no?

No me he enterado de la noticia.

En un bar. Dos clientes y un camarero que ejerce de psicólogo.

-¿Qué vodka tienes?
-Smirnoff.
-No, si es para... que baja ahora.
-¡Ah!
... Que baja ahora
-¡Hola! ¿Qué vodka tienes?
-Smirnoff, la misma de antes.
-¿A ver?
Botella sobre la barra.
-¡Ah! Vale.
-¿Con hielo?
-Si. Ponmela en copa de balón.
-¿Y qué refresco carbónico quieres para acompañarla?
-¡Naranja! FantaSchweppes me vale.
-Sólo tengo Fanta o Schweppes.
-No preguntes más, que esto parece un test de cultura y voy a suspender.

Minutos después, en la intimidad de la barra.

-Si no me ducho por la noche, cuando salgo de aquí, es que duermo mal.
-Pues yo, con lo calvo que estoy, por la noche es que me da frío.
-Lo que hago es plancharme la ropa por la mañana. Me ducho y mientras me corre el agua por la calva me plancho lo que sea. Me lo pongo y esa sensación...
-¿Pero la ropa ya está planchada? ¿La vuelves a planchar?
-¡Eh! Que estoy loco, pero no jilipollas. Cojo la ropa del armario, sin planchar. La plancho y es lo que me mola. Plancharla, no. Ponérmela recién planchada. Así, con ese olor a vapor. Vamos, aunque se trate de unpantalón viejo. Pero planchado.
-¿Tu mujer no plancha?
-¿A las 6 de la mañana? Ni que estuviera loca.
-Ya. ¿Te pongo otra?
-Vale. Pero esta vez de Fanta. La Schweppes me da ardor.

En otro bar. Camarero y camarero.

-Y anoche. El calvo, lo bien que habla el calvo.
-El Lleida. Durán Lleida.
-Si, y la señora esa de madrid.
-De la Madrid.
-Estos sí que hablan bien, no la Aguirre. Y si me apuras, ni el Simancas. Que lo tiró todo por la borda cuando ya había ganado las elecciones.
-¡Joer! Estos de anoche sí que hablan bien.
-¡Ya! Pero como no los ponen nunca.
-Eso. Que no los ponen.

En la Prensa. Noticia.

En la subasta de Sothebys ha alcanzado la cifra de 264.000€, la foto BigNudeIII.

Conversación casi irreal.

-¿Qué?
-Una foto. De Helmut Newton.
-¿Cuál?
-Esta.
-¡Vaya precio para una foto!
-Es de una tía. Desnuda.
-Ya, tron. Pero con el puño ahí delante. Boyera fijo. Esta ha salido del armario. Bueno, de la coqueta. Que las tías son muy finas.
-Si, claro, de la cómoda. Ha salido de la cómoda. Del segundo cajón. Del primero has salido tú.
-Así que la foto es del tal Newton. El de la manzana.
-Sí. El de las peras, chaval. El de las peras. Que no veas cómo las fotografiaba.
-Y esa foto. ¿Vale tanto, de verdad?
-Es que mide dos metros.
-¿La tía?
-No, las manzanas. Digo las peras. Digo, la foto. Y es que es única. Va. tómate otro botellín.
-Vaya peras, ¿no? Caras, digo. Muy caras. ¡Una tapita, oiga! Sí, de peras al vino. Vale.

En el bar.

-¡Buenas noches!
-¡Buenas noches señora! ¿Una cerveza?
-Si. Un tercio.
-Ayer no la vi.
-Yo a tí sí. Estabas leyendo ahí afuera. Que vas a coger frío.
-No. Aguanto bien. Es que por la mañana me gusta leer el periódico.
-Pues cuando te ví, venía al primer trabajo. Ahora vengo del último. Ahora termino. A als 19:30.
-¿Quiere una patatas?
-No, que me voy a casa, ya va siendo hora. ¿Vas a traer lotería?
-Tengo ya.
-El año pasado la compró Paco.
-Sí. Y no tocó nada. Así que... ¿Para qué va a comprar?
-Porque igual este año sí que toca.
-Igual. Claro.
-Pues cuando cobre te compro uno. ¡Hasta mañana!
-¡Adiós señora! ¡Gracias!
-¡Hasta mañana!

Personal
Humor
Reflexiones
Thalasos

1 de noviembre de 2005

Opinion: Un trolley, dos trolley... llevo ya el montón.


El señor Martinez se ha fijado en ellos.
En los que empujan los carritos del aeropuerto.
Dice que pueden ser un ejemplo de la teoría de los rendimientos decrecientes. En cualquier tipo de actividad productiva, si se incrementan gradualmente las unidades de un factor, permaneciendo constantes las demás, el volumen de producción, la relación entre éste y el factor variable y la productividad marginal, primero crecen más que proporcionalmente, luego aumenta menos que proporcionalmente y finalmente decrecen).

A más comensales, menos tortilla y más pan. Por mucho que los camareros se multipliquen en las tareas.

Bueno.

Si el señor Martinez lo afirma, podemos pensar que algo ocurre. Apenas una disfunción.

Pero es que empujar carritos está muy cotizado.

La gestión de los carritos


Pero los contratos que más le costarán al ente público son los relacionados con limpieza, seguridad y, sobre todo, el de servicio de gestión integral del sistema de distribución de carros portaequipajes. El importe de licitación establecido para este concurso es de 31,3 millones de euros por siete años y las empresas que se han presentado son Smarte Carte Iberia, Piamonte Servicios Intefrales, Eulen, Clece y Globalia Corporación Empresarial junto a Ekinsa.

Eulen es uno de los grupos que se ha presentado a más concursos (limpieza, seguridad, atención al público, gestión de los carros y otro tipo de servicios), pero en los listados de empresas interesadas en hacer negocios con AENA figuran compañías de lo más variopinto.

Convenio vigente de handling para las UTEs de EUROHANDLING
Operario
Son los trabajadores que, a las órdenes de sus superiores, realizan la carga y descarga así como el trasbordo de pasajeros necesitados o discapacitados, equipajes y mercancías, tanto en el aeropuerto como en las oficinas de la Empresa, estando igualmente encargadas de la distribución de las mercancías y equipajes a su destino. Igualmente están capacitados para la conducción de vehículos ligeros y equipos de rampa, y realizan trabajos generales de mantenimiento y limpieza de equipos. Adicionalmente a las órdenes del capataz o capataces y siguiendo sus instrucciones, podrá realizar funciones de coordinación y supervisión de las tareas propias de su categoría. Se comprometen a mantener el orden y la higiene de las instalaciones.

Iberia ha diseñado sus nuevos espacios para hombres de negocios con un número muy amplio de facilidades. Entre otras destaca el servicio de duchas, un nuevo sistema de información que se basa en un mayor despliegue de pantallas y en un contenido de información más intuitivo para los clientes. Las tres salas contarán con un área especifica de trabajo, otra de reuniones, una zona para relax y un bar par la degustación de los vinos que se ofrecerá a bordo.

-Y encima nos cuentan cuántos carritos empujamos.
-Si hemos empujado más de 1000 ya, chaval…

Personal
Humor
Reflexiones
Thalasos