29 de septiembre de 2005

Opinión: Quinto festival blogs: la estrategia, dafo y el peón de ¡andá!

[Este post ha sido rehecho el 10 de octubre de 2005 en lo que a color se refiere debido al cambio de plantilla, porque no se veía bien con el fondo actual]

Josué Martual ha sido seleccionado por Charlitos del Val, hijo del fundador, para iniciarse en el mundo de la comunicación uno a uno, sin ataduras en el lenguaje, sin maquillajes, sin colores zurcidos por cualquier estratega de la firma de consultoría aventure, nada, cara a cara, Manuel y el otro, no los de afuera, no, el Otro, el blogger.

Josué, josu en casa de la amá, embelesado por la oportunidad de teclear sobre lo que de verdad quiere hablar, sus cosas, dentro del marco estratégico y de valores de Hiladuras Internacionales del Val, empresa fundada por Don Cosme, Presidente Honorífico en la actualidad, decide investigar.

[Don Charles insiste mucho en la seriedad, somos una compañía seria, turno fijo discontinuo, pero serios, porque es fijo, o sea que no va a cambiar, salario bajito pero asegurado, bajito, sí, pero, bueno, voy a investigar. A ver, eso gogle, ahora bitácora...]

¡Andá! “los portales de pedospe cierran por problemas…"

No, voy a intentarlo otra vez, ¡no! Que es google, ¡ah! Bueno, voy a dejarlo, que es la hora del bocadillo. A ver, déjame mirar…

¡Andá!Tortilla con jamón y tomates de mata ¡Humnnn!

15’ después

A ver, google, bitácora, ¡Ya está!

"Pedospe no es emepetres, es legal y hasta educativo”

No, me parece que Charlitos habla de otra cosa. Voy a mirar por aquí, ¡Sí! Aquí está. Un postit con la bitácora de mi amiga, a ver, http…

¡Ya está! Si quieres agua bebe de la fuente. Eso.

¡Andá!

"Agárrate los machos. Tengo entre mis manos… "

No, no, esto tampoco va a ser.

Hay otro aqui escrito, pero este, bueno, voy a probar…

La red social de un blog: dos semanas después.

No se, no se, a ver barrabajo…

"Pingüinos funcionarios"

¡Uy, uy, uy…pingüinos! No me gustan los pingüinos.

Los de la Patagonia que residen en el zoo de Berlín son raros. No se perpetúan. Prefieren el amor filial o algo así. A ver. Si esto está siempre en gogle, control c control v ya está.

Texto de la búsqueda:

poblacion activa por tipo deberlin zoo gay penguin

Andá! Si no he quitado lo anterior.

Ni el color, tampoco.

Pues no sé. Buscaré, eso buscaré... ya está… ¿Qué dice aquí?

"put, putyou, ..."

Bueno, tengo ahí al lado el curso de tell me more, no problem, control y seguridad absolutas, velocidad del viento, nimbos sobre 300 pies, ¡Cómo me gusta esto de volar, encima con permiso de Don Charlie!

¡Andá!

"S... stuck at work. Series of MMS between my husband and I style."

¡Qué fea sale esta señora. No, si tan fea no es, que sale así con esas cosas en la nariz y tan dormida y…!

Tengo que profundizar en esto de la bitácora.

Dafo, dafo, a ver, voy a traducirlo con con el curso de tell me more..

Weak, Threat, Strength, Opportunity.

¡Ya está! WTSO ¿Qué? ¡Osti, tú! Una emisora de radio. Claro, lo del marketing de la empresa, lo del dafo, wtso en inglés. Voy a escuchar un poquito…

Unos 45 minutos después.

-¡Josué, ven aquí inmediatamente!

-¿Sí, don Carlos, digo mister Charlie, digo? Quitándose las manos de los oídos que rodean los cascos para disfrutar del ambiente techno que genera la cadena…

-¡Calla, calla, que nos pueden oír! Vamos a mi despacho.

-¿Tienes ya un informe?

-Don, digo, mister Charlie, he investigado en profundidad y he llegado a varias conclusiones generales:


  • Una bitácora no es un cuaderno, no señor, es apenas un folio escrito deprisa y con estilo periodístico, donde se habla de lo que ya se sabe.


  • En ese folio, la gente se expresa sin propiedad, como en las series esas que usted tanto critica.


  • Se habla de todo, incluso de cosas que son particulares, íntimas, vamos, de uno mismo, ya me comprende.


-¡Al grano, joshua, al grano! ¿Hay negocio?

-Eso, ya, negocio, bueno, con el dafo ese, pero traducido al inglés, parece que la cope o alguna de las emisoras sí que lo hace, sí. ¡Y regalan viajes!

-¡Gracias, joshua, gracias! ¡Hala, sigue con el trabajo!

-¡Si, señor!, digo, ¡Si, mister, don, Charlie!

[Le ha gustado. Mi consejo le ha hecho reflexionar. Un minuto, en apenas un minuto ha visto las posibilidades. Está hablando. ¿Con quién? Voy a escuchar. Igual me ascienden, bueno, me da un dinerillo o algo, un sobre.]

-¿Sí? …De parte de Carlos, Carlos del Val. Sí, espero, gracias.
-¿Martínez? ¿Cómo estás, hombre, si, en la quedada? ¿Y Enrique? Ya. Bueno, que te he llamado para quedar, para hablar de negocios. Sí. Pues, quedamos en el restaurante José Luis. Sí, al lado del IE. Cuando te venga bien. Sí, claro, y si vienes con Enrique, si y el cachondo, de… Es que en la empresa queremos que cada empleado tenga su blog. Va a ser una bomba. Nos hacemos con las hiladuras turcas. Claro. Antes de que se incorporen a Europa o lo que quiera que sea esto. Bueno.

Y que pago yo. Venga. Otro para ti.

-¡JOSUAAA, ven inmediatamente!

-¡Andá!

Los entrecomillados y dexcontextualizados en naranja surgen de estas páginas, que han sido accedidas, que no cedidas, en el 28 septiembre del año de nuestro señor.

Si por algún casual el post ofende al respetable, el mismo se autodestruirá.

El personaje de Josua Joshue Jo... está inspirado en un idem que no tiene nada que ver con el que he caricaturizado aquí.

El original tiene web propia y estupenda.

Los propietarios de las páginas accedidas también son estupendos.

http://laceci.blogspot.com/2005/09/agárrate-los-machos.html

http://www.adelat.org/index.php?title=p2p_no_es_mp3&more=1&c=1&tb=1&pb=1

http://barrapunto.com/~sinmas/bitacora

http://edans.blogspot.com/2005/09/la-red-social-de-un-blog-dos-semanas.html

http://putyourflareon.blogs.com/putyourflareon/2005/09/stuck_at_work.html

http://www.espn1070.com/main.html

Este post ha sido escrito bajo la influencia del señor Martinez.

No, yo no sou Josua.

Soy su albacea testamentario. Descanse en paz en la bloglosfera.

Aimen. Digo, amen... ¡Joshua!!!!!

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28 de septiembre de 2005

Pablo: A room with a view


La cama está situada en la cúpula de la casa, un observatorio oscuro, que de repente se abre a la habitación estelar que ocupan las estrellas en el páramo, vistas a través del cristal de la ventana abuhardillada.

El olor a noche se encumbra en el reducto. Una puerta pequeña y maciza, barnizada en negro chocolate y con pomo de falleba da acceso a otra estancia más pequeña y fría, húmeda.

Tanteando la pared encuentro un interruptor de pera, de esos colgantes, cadena de cisterna de agua reconvertida.

Al presionar se hace la luz, una bombilla de 40 watios que ilumina sobre el retrete de pie, una letrina algo corroída por las necesidades aliviadas durante décadas, un lavabo monogrifo y un pie de ducha con desnivel, de esos característicos de los hoteles de origen luterano, tan frugales como el desayuno compuesto de café y achicoria a partes iguales, sopado con pan sentado del día anterior.

Junto a la cama una mesa camilla, una lamparilla de cristales typhany descoloridos, con cadenilla de bronce acerado y un tubo de… lacasitos.

Me giro y en la puerta, sonriendo, la abuela.

-Ya lo he arreglado todo con el arqueólogo, bueno con Seras, que me ha dicho que estás muy bien situado en las semifinales para el puesto de trabajo y que la habitación sólo la tendremos que abonar si no consigues el empleo.

-¿Tú le has creído? Digo que si piensas que es sincero, abuela.

-¡No seas preocupadizo, mi niño! Acuéstate, anda, descansa y confía en el señor. El proveerá, hijo mío. Dame un beso. ¡Muacs!

Me acompañó hasta la cama, encerró en el sobre, me llenó de baba la mejilla y remetió la frazada hasta que la sensación de seguridad me embargó con el cosquilleo que produce la felicidad inmediata, la calma.

-¡Hasta mañana!

-¡Adiós, abuela. Buenas noches!

-¿Te dejo la lamparilla encendida? No –se contestó a sí misma. Mejor entorno la puerta.

-¡Abuela! Grito, recordando algo importante.

-¿Qué pasa?

-Tú, ¿dónde vas a dormir?

-Tranquilo hijo. Yo no tengo sueño. Voy a charlar un ratito con Seras. No te preocupes. Y descansa.

Intranquilidad. El cosquilleo me abandona, dejando en mí el sinsabor de la incomodidad. Tengo necesidad de levantarme. Dejarle la cama, acostarla, que descanse ella y hablar con Seras, bueno, con Serafín, porque no tengo tanta confianza con él como mi abuela.

Igual en esto consiste la inteligencia emocional de la que hablan.

En dejar que la abuela vaya haciendo amistad con las personas que no soportas.

El pensamiento deja lugar a la sensación de calandria que precede al sueño. Tan parecida a la que nos domina en los minutos previos al levantarnos, cuando el despertador nos hace un favor premeditado, nos regala los 7 minutos de retozo, vaguería, molicie, molicie…

Me giro y suelto el brazo, rodeo su pecho, sonrío, sé que lo estoy haciendo, me arrimo más, que calorcito me embarga, se ha retirado el frescor de las sábanas nuevas y abandonadas por días en los cuartos de pueblo, sí sonrío, apoyo el pecho sobre su pecho, algo me araña, me despierto, abruptamente.

-¿Eh? Me sobresalto. Tengo una red sobre el pecho, pica como la soga, de hecho parece hecha de cuerda.

-¿Qué haces aquí?

-Tranquilo, sólo quiero hablar. Quien me habla es el reciario, Drogba. Está dentro de la cama, a mi lado. Me doy cuenta que he echado la pierna izquierda sobre él, la retiro inmediatamente, con un calambre.

-Estabas tan dormido, que no quise despertarte. Preferí esperar. Pero tranquilo.

-Si sólo querías hablar, ¿Porqué tengo la pierna sobre ti y tu red sobre mi pecho?

-Debías pensar que era otra persona. Y yo, aunque no lo parezca, soy muy cariñoso, muy, ¿Cómo decís aquí, en Castilla? Ah, sí osito, teddybär, eso.

-Ya pero a ti te gustan los hombres, y a mi no.

-De eso quería hablarte. Que Ramón y yo nos hemos quedado a dormir, pero que esta noche nos fugamos.

-¿Ramón? ¿Qué os fugáis? ¿Quién es Ramón?

-El chico rubio, bueno, de pelo rojo. Al que le has hecho tanto daño durante las pruebas. Él sabe que no puede competir contigo. Piensa que estás conectado, que tienes el trabajo ya apalabrado.

-Así que vamos a recoger algunas cosas que hemos visto de valor por la casa, venderlas en Chozas mañana por la mañana y huir hasta México. Allí combatiremos en el wrestling. Ya hemos elegido un nombre, petite teddy rouge twins, los ositos pelirrojos gemelos. ¿Qué te parece?

-Drogba, ¡Que tengo que dormir! Y yo no tengo dinero.

Se abrió la puerta. Entreluces supe que era ella. No tuve tiempo de nada. Oí un ¡Oh! Profundo, vislumbré su mano sobre la boca, su palma conteniendo el grito de sorpresa, cerrar de golpe y alejarse.

Me encendí.

-¡La has jodido, Drogba!

-No se lo digas a nadie. ¡Eh! Tú, si mañana te preguntan, no sabes nada, ¿De acuerdo? No me has visto. ¡Te lo advierto!

-De acuerdo, pero es que me has…y quien estaba en la puerta era ella y…

-¡Que no me has visto!

Se puso de pie con gran agilidad; con el puño cerrado, la red sobre el hombro y la puerta cerrada, sólo podía contemplar esa amenazante sombra gritando a dos pasos de la cama.

Salió de la estancia, dejando la puerta entreabierta.

Arreglé las ropas de la cama, que se habían deslizado hasta el suelo, las rehice con poco éxito y me escondí elevando el embozo sobre mi cabeza, hasta cubrirme completamente. Los pies se me quedaron al aire. Pero no pensaba mover ni un músculo.

Volví a dormirme.

Un sueño agitado que se convirtió en algo placentero, embriagador, gestáltico. Entreabrí los ojos, noté las caricias me dejé hacer, no había una red arañándome, las manos eran suaves el perfume femenino me tranquilizó, me dejé ir, entonces me besó.

-¡No, no y no! Hecho una furia me levanté y la expulsé del cuarto.

-¡Desagradecido!

El olor a ajo. Es insoportable incluso en estas circunstancias. ¡Cómo he puesto la cama!

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24 de septiembre de 2005

Opinion: La RSC, los zapatos y el guanamino del tercero


La empresa les ha llevado a pintar paredes.

Una empresa que fabrica sus artículos en algún lugar de asia, principalmente, se ha llevado a sus trabajadores europeos y residentes en barna a colaborar en temas humanitarios durante un día, eso sí, de diez a seis, porque lo marca el horario de trabajo.

Me parto.

-¡Oiga, que yo no soy pintor!

-Es por tu responsabilidad … social, ya sabes, la RSC, la responsabilidad social corporativa.

-¿Qué? ¿Me estás llamando irresponsable? ¿He faltado mucho en lo que va de año? ¿He cogido la peste aviar, esa, que a todos os ha dado por llamar gripe? ¿Me he casado varias veces en lo que va de año? ¿He dado a luz con una frecuencia notablemente superior a la humana, pero disfrutando de 16 semanas por parto –no son por retoño, son por parto-?

La empresa maderera de zapatos y ropa deportiva se ha llevado a sus empleados a pintar paredes, desatascar váteres y amueblar -es un decir, vamos- los peldaños de la escalera que da acceso a la segunda planta de la casa de acogida, con papel pintado.

Hace algunos años, todo el mundo dejaba el calzado laboral en su lugar de trabajo, desde los zapatos ignífugos de minero o las botas militares de guarda moro fascista a sueldo del palacio del oriente, hasta el taconazo secretaria del señor conde o los zuecos de enfermero del hospital vall d'ebron. Alguna película americana se hizo eco de la costumbre. Zapatos de tacón en el segundo cajón del gradén de la mesa de oficina.

Los zapatos eran un artículo de lujo, debían durar más de una temporada. Hoy día los zapatos en europa andan por los cien euros. Con marca más, mucho más.

La empresa maderera -timberworld, el mundo del bosque, comerciantes de madera, en realidad- vende zapatos al mismo precio que otras firmas que fabrican en europa.

Ellos venden zapatos vietnamitas –vietnamita, de Vietnam, pues eso- como si fueran aragoneses y al precio de los panama o los gorilas.

Algunos piensan que esto es normal.

Que ya lo hizo la diosa niki al instalarse en china, para vender chinelas deportivas a 150 euros en europa, regalándole una pastizara previamente a los morenos millonarios y canariños del brasil de mis amores.

Yo también lo pienso. Si sucede, es normal. Pero que no me hablen de responsabilidad social.

Que me hablen de otras cosas.

A ver si resulta que las fundaciones que montan desde economistas resabiados y liberales con premio principe de asturias (ya, que solo falta el nombre, ya lo sé, por eso no lo escribo) hasta ricachos buscando rebajar su aportación al erario público, vienen a cubrir el déficit asistencial provocado por msf, naciones unidas o directamente mis hermanos y yo.

Si yo fuera pobre y viviera en una casa de acogida desearía que este tipo de gente se mantuviera lejos, muy lejos de mí.

Preferiría que la expiación se la buscaran en otro sitio. En su iglesia, por ejemplo.

Alguna tendrán, ¿no? Pues eso.

Que sirvan sopa en casa del abuelo. De su abuelo, digo, no del mío.

Guanamino.

-¡Por favor, buana, no!

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18 de septiembre de 2005

Pablo: La cena de los[X]. Bueno, la cena.


-¿Es que ya no quedan chuletas de cordero? ¡Jolín con los candidatos vegetarianos!
Quien así se expresa soy yo. Lo siento, pero la presencia de la abuela, de mi abuela, me confiere una fortaleza que en otras ocasiones haraganea por la zona de los condados del sur, por la cloaca gallinácea.

-¡Pásame el plato de butifarra, por favor! Pide Drogba, me lo pide a mí, el reciario -él, digo, escribo-, con la red colgando aún de su hombro rotuliano, grande y aparente como la charretera, la capona de un militar harapiento.

Su mirada escalda mis cataplines. Menos mal que vino la abuela. Aunque me inquieta, por otro lado, su presencia.

-¡Claro! Ahí va, hago volar el plato de plástico, petróleo en blanco, consiguiendo, para mis adentros, que rodaja alguna americe sobre el mantel lleno de tollos, pequeños lagos aragoneses que se han formado como resultado del rebosar de los vasos de cerveza.

Panocho sonríe al gladiador serbio. Algo va mal. Bueno, muy bien, según lo mire. La abuela sonríe a don Serafín. Y hablan… de mí, más que de ellos.

-Así que el apellido no es veraz, ese es un asunto que me inquieta, la verdad, porque…

No alcanzo a escuchar más del interlocutor de mi abuela porque una voz se eleva sobre el resto:

-¡El plato de las blancas, chaval, las blancas!

Parece que hay más de esas en la mesa, butifarras, así que la mirada busca sobre el mantel, entre las lagunas de cerveza y el companaje hasta dar con ellas, pequeñas y con aspecto de salchichas frescas, de esas que se cocinan al vino blanco:
aceite, poco fuego, algo de hierbas, aunque el fuego fuerte no les va mal, revientan eso sí, salvo que las pinches primero, como hace el serbio conmigo, pincharme…

-¡Bah! Digo, ¡Van!, repitiendo el gesto anterior, pero con infortunio. Las viandas enfundadas en tripa y cuerda, con déficit de pimentón, aparcan en el escote de la bovary.

El candidato africano –¡ahora me doy cuenta! La persona africana que cena junto a ella es barbilampiña, apenas un bozo sobre el labio, una efemérides procesionaria, sombras de liturgia celebrada con un corcho puesto al fuego limpio, digo, al juego limpio.

El africano, raudo cual bekele sobre la ría de los diez mil, muestra una segunda mano, que frena el ímpetu de las salchichas blancas sobre la señorita. Me pregunto cuanto tiempo lleva comiendo con una mano sobre el mantel.

Mi ojo, más rápido que el sentido de la visión, me recuerda que la información no procesada deja de ser válida, no existe. ¡Se están metiendo mano! Me digo, como la madre del jugador de póquer que sabiendo de sus trampas percibe las que realizan el resto de jugadores, emulando a su hijo.

-¡Guay, fetén! La voz de Drogba suena a exabrupto, a polainas de entreguerras, sin lavar.

Dejo eso y me dedico a escuchar a mi abuela. Me da que la va a cagar, a dejarme en evidencia.

¡Qué coño hago aquí, en este cincinati city, este reloj de cuerda detenido, la abuela buscando rollo con el vendimiador de actitudes, la vida a las 8 de la tarde, en el campo castellano, vestido con dodotis y comiendo embutido?

Pero ni puedo ni quiero dejar de escuchar lo que murmura a voz en grito.

- Eresminipodrovna, era el apellido de su padre, un marinero de origen báltico, que conoció a su madre, mi hija, en el santuario de nuestra señora del Líbano durante la procesión de la virgen del carmen en la zona mediterránea del país.

-Pero, ¿Existe esa celebración allí?

Pregunta el muy ladino, judío traidor, sacando información sobre mí, que me pertenece, extorsionando a mi abuela. Trino. Trino. Y trino. Bebo vino, por no llamarle cochino.

-La casa de Galicia tenía por costumbre organizar las fiestas de agosto, entre los zambombazos de la guerra de allí, de aquellos años, fue terrible. Aún recuerdo a los corresponsales de la televisión española, en la época del blanco y negro casi, ¿Sabe usted, don….?

-Ya, pero… ¿Qué hacía su madre allí, o sea su hija?

- Mi hija, sabe usted, subió a ver un barco en Barcelona, mientras estaba atracado, pero se perdió entre las tuberías de la zona de motores y cuando quiso salir a la superficie, estaba a la altura de buscar un golfo italiano, por lo menos ¡Dios no lo quiso, al menos, no tan feo como el francesco battiato ese!. Eso es lo que yo me sé, lo que me cuentan. ¿Un poquito de vino? No, del blanco no, que me da acidez, mal cuerpo, luego no duermo, don… ¿Cómo dijo que se llamaba?

-Serafín. Pero llámame Seras. Continua. Por favor.

-Cuando la descubrieron –a mi hija- como polizón, la pusieron a pelar patatas y limpiar las sentinas y la cubierta, para pagar el viaje.

-Y conoció a ersmasmi…a su yerno, el padre, de Pablo ¿no?

-Le conoció después, cuando atracaron en el puerto de la antigua ciudad de Biblos. El capitán hizo un trato con la casa de galicia. Como ella no podía pagar el pasaje de vuelta, llegaron al acuerdo siguiente:
Que representaría el papel de imagen de la virgen. Y como había hecho algo de teatro en el grupo de teatro estable castellano, allá por los sesenta, pues se avino a ello. Su padre, no el de Pablo no, mi marido, vamos el padre de… ¡Me sirves un poco más de vino, Seras?

¡Serás cabrón! Pensaba para mis adentros. Vaya mierda de proceso de selección en el que me he embarcado. Bueno, embarcado, no, mi madre sí que se ha embarcado, al menos una vez, bueno, más de una, pero yo, ¡Jo! Que embarque tengo. Ni curro, ni virginidad perdida, ni ná de ná, sólo situaciones peripatéticas. Me voy, digo, pienso que me tengo que ir.

No puedo seguir así. Ataco la butifarra del plato y me salta sobre las gafas quedándose en el puente, sobre la nariz. En el momento que la atacaba con el cuchillo, a la butifarra, se entiende, me atacaban a la altura de la misma. No me concentraba en la maniobra, seguía pegando la oreja al discurso envinado de la abuela.

-Y conoció a ersmasmi…al padre, ¿no?

-¡Cálmate, Seras, que eres peor que mi nieto! Verás. Durante la procesión se cayó al agua, la virgen, bueno, su madre, mi hija, que creo que también era virgen entonces, y Eresmin la salvó de la furia del mar.

-Ya. Y ella se sintió en deuda con el ruso y entonces…

-No era ruso. Era báltico. De una de las repúblicas, Lezama creo, no Lituania, bueno, un país raro de por ahí al norte. Se enamoraron y le engendraron a él. Luego volvieron aquí, nació él, el nieto, y el cura, al bautizarle, puso reparos porque era un apellido soviético y él era muy español, creo que fue su expresión. Así que le inscribió como ya has podido comprobar por su dni. Pero vamos, lo que me puedo acordar, porque luego viene la policía política, la especial esa, la llamen como la llamen hoy día a los ¡hijodesumadrequeavientanlosuniformesmaladolorqueselusden!.
¡No quiero hablar! Yo, aunque estuve allí, la verdad que no lo recuerdo muy bien.

-Y, entonces, el apellido…

-Una traducción libre que hizo el párroco y que quedó registrada en su libro, el de bautismo, y en el registro civil. Un sotanilla de los de antes, bueno de los que han vuelto ahora. Un jilipuertas de boina capada. Un estragado de espíritu, un botarate, un…

-Su.. ¿nieto?

-¡El cura de los cojones! Hay Seras, me da que eres un poco soufflé, ¿No, calvito mío?

-Y… ¿Han, habéis pensado en cambiarle el apellido al niño, a Pablo?

-Bueno, ya nos hemos acostumbrado. Y él, supongo que también-Además en casa le llamamos Eresmío, y suena mejor. Así que salvo en las ocasiones que ha de visitar a un bancario o a un funcionario, algún gili de los que seleccionan con la mirada más que por el corazón y la necesidad, que le solicitan el carnet, pues mire usted Seras, que va to bien. Y lo de capullo no lo pensaba con respecto a ti. Que conste.

-Pues, hija mía, perdona por lo de hija, es afectuoso, no me malinterpretes… Yo te sugiero que se lo cambiéis por algo más, más,…

- ¿Comprensible?¿Vulgar?¿Burgués?¿Fácil?¿Corto?¿Qué?

-¡No! Algo menos risible, diría yo, eso, risible. A ver que tal Eremías o incluso Zacarías o... Alegoría, sí, ese es un buen apellido, muy católico además. Pablo Alegoría.

-¡Atención! Por necesidades de la compañía vamos a continuar las pruebas mañana. Si alguien desea dormir aquí, lo podrá hacer por el módico precio de 320 euros. Si no, afuera está el carretero esperando para trasladaros a dónde queráis.

Madame, voz de trueno, ha hablado.

-¿Qué hacemos, abuela?

-Nosotros, nos quedamos. Y de pagar, ¡ni un duro! Ya hablo con Seras y lo arreglo, hijo, ya verás.

Las palabras de mi abuela me consuelan. Las caricias de María, aquí a mi lado, me consuelan. El beso entre drogba y el panocho, también me consuela. Pero la cinta del tanga y el pañal me están destrozando. Necesito dormir.

-¡Luego nos vemos!

No siento el corazón. María me ha dicho eso, mientras su hermano, el mejicano, me guiñaba el ojo. Ahora siento el corazón. Me va a estallar.

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17 de septiembre de 2005

Opinion: Die Zukunft ist er unsere, wenn sie uns verlassen


Mientras empujamos la puerta seguimos hablando. Es la sala de espera del aeropuerto. Bueno, la sala vip.
Tuvimos suerte. No somos vips.
Al menos no en su lenguaje versallesco y clasista.
Que si el cliente ¡bla! que si el rey ¡blabla!. No, sólo que se han equivocado a la hora de teclear, porque los apellidos son muy socorridos, sánchez, smith o bourbon por escribir alguno, así que no vamos a renunciar a una cerveza y un periódico gratis.

Tampoco dan tanto estas salas, apenas una sensación de aislamiento cósmico. Bueno, si, aportan algo más, el silencio, ese tono de voz hospitalario, contubernio unidimensional, una almohada de plumas de oca con caducidad en el tiempo, que se rompe cada vez que suena el timbre de un telefonino, celular o móvil. Llámalo como quieras. Pero llámalo más bajito.

Entregamos los billetes en la recepción del santuario vip. Antes de que la puerta se cierre, aparece un payaso en la misma, un tonino, tonete, charlie river, que saluda en alemán a la recepcionista, con una expresión que desconozco, pero que finaliza en tag, etiqueta en inglés, día en germano; pienso entonces que somos algo raros; que construimos la babel globalizante sobre el inglés como cimiento, como base, como bottom, que suena botón en castellano, aunque sin acento. Raros, raros, raros.

Se produce el silencio tras la entrada del alemán payaso. Muchas cabezas dejan de interpretar las expresiones incomprensibles del FT para observar al extraño, al raro.

-¿Quién es? Me animo a preguntarle a mi acompañante, una periodista de la farfolla day news.

-El cliente más importante de la compañía aérea con la que vamos a volar. Contrata más de 300 vuelos mensuales de directivos. Ahora está sufriendo una opa hostil.

-¿Qué?

- Una agresión entre empresas. Cosas del poder y el dinero fácil. Peleas de gallos. O de gansos. Según los contendientes.

-¿Pero, porque aparece así vestido?

-Todos sus directivos le llaman el payaso.

-Y ¿Lo consiente?

-Le da dinero. Le produce satisfacción reconocerlo. Reconocerse.

-¿Cómo Schroeder?

-Él no es un payaso. Es un político. El político, quiero decir, no el payaso.

-¿Acaso se diferencian? Porque al fin y al cabo, hacen reír, animan la conversación de los demás con frases del tipo: ¿Has visto? ¡Qué pasada! ¡Hay que ser payaso! Son muy similares, pienso.

-Hay diferencias. Por ejemplo, los chistes del político son inicuos, malvados, tienen trasfondo. Provocan que les apedreen, lapidación popular, vendetta. Los del payaso, inocuos. Esa es la gran diferencia. Hay más, claro.

-Entonces, los contertulios de la radio son ininos, porque son mixtos.

-No, esos tienen vena bufonesca, hacen chistes a medida del mejor cliente, de su mecenas. Bailan al son del bravucón. Son, tertulianos, una categoría que no recoge la cnae, tampoco el inem. Nadie se apunta con la profesión de tertuliano a una búsqueda de empleo. No hay anuncios para ese, cargo. ¡Qué descargo de conciencia, verdad?

-¿Tomamos algo? Por una vez, debido al error, es gratis. Espero que no les echen una bronca a los picadores de datos.

-Ya, chistes de payaso.

-Para el payaso.

-Y tú, ¿con quien vas? Pregunto, volviendo al tema que estábamos tratando, si alemania por aquí si por allá.

-Con la esperanza, con la ilusión, con el índice de credibilidad.

-¿Domina alguien en eso?

-Quienes voten mucho y bien, esos generan ilusión en los otros.

-No lo entiendo.

-Renovar es bueno. Suele generar ilusión entre unos, desconfianza en los que pierden, tertulianos en quienes desconfiar. Todos salen ganando.

-Ya, pero, Merkel o Schroeder?

-Pues, va a ser que da igual. Depende del momento unos son más útiles que otros. Alguien decía que en los países polarizados, bipartidistas, unos suceden a los otros y comienzan por hacer lo que los otros no hicieron, porque eso fue lo que les sirvió para ganar ascendiente sobre los votantes.

-No lo entiendo.

-En este pueblo de países, por ejemplo, la reconversión industrial la hizo el partido que estaba en el poder, sacó a los empleados de las empresas públicas e inició la privatización. Luego vinieron los otros y aprovechando la consolidaron de nuestra posición en europa y de los dineros que nos regalaban se abrieron hacia el imperio, hasta sufrir de miopía y creer que felipe segundo era una construcción mental y recuperable.

-¿Hablas de Alemania?

-Hablo, sólo hablo.

-¿Y Alemania?

-Ya han estrechado el cinturón de los alemanes. Y mucho más que en otros sitios. El empleo de por vida está tocado de muerte allí, el sistema se ha hecho más cínico. Unos han conseguido que otros se sientan culpables, tontos, inferiores, parásitos. Vienen duras, así que hace falta un caballero blanco, un luchador. Ahora toca ganarle un botón al cinturón, un ojal, no un culo, esperanza, sacarles de la indefensión. Que se puedan mover.

-¿Entonces?

-Que gobierne una mujer. Ya toca.

-Pero has dicho caballero.

-Los caballeros se cubrían de arriba abajo en la antigüedad. No hay testimonios visuales que confirmen sus características de género, que digan que todos eran pollitos.

-Ya, como Tatcher.

- Yo he dicho que prefiero que gobierne una mujer, no argameddon. Por cierto, ¿has visto la foto?
-¿Qué foto?

-Vamonos de aquí, anda, que el payaso ha abierto la maleta.

-Ahora viene el numero de las palomas de la chistera, como en renfe hace más de una década, como en altos hornos, como en ...

-El payaso, ¿es una mujer?

- El payaso es una alternativa. Trae palomas. Y chistera. ¿Oyes? Nos avisan por megafonía.


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14 de septiembre de 2005

Pablo: No más pruebas físicas


La vida es un círculo en el que si te despistas y te dejas guiar por la hormiga de delante acabas en el infierno sin apenas haber sellado el pasaporte.
Las hormigas, separadas del hormiguero, inician una caminata sin fin.
Unas siguen a las otras, teniendo como referencia tan sólo lo que hace la anterior. En tal armonía que te produce un desfallecimiento irreversible.

Pierroth, luchador de wrestling, rapado por el contendiente. 2003. Univisión.


Hasta que falleces, palmas, la pichas.
Salvo que antes encuentres una reina que lo ordene todo. Que lo ordeñe todo.
No me gusta madame bovary. Lo he decidido. Un comportamiento como el suyo es denostable. Como si un automovilista se cruza en el camino de un pobre peatón sin preferencia en el cambio de trayectoria. Según el vehículo. Según el peatón.

Madame abusa de su poder.

-¡Vamos Pablo! Esto empieza ¡Ya!

Inicio el trote detrás de la reina. Bueno de la viuda negra. La reina está aún por venir.

El gimnasio tiene dos plantas. Acabo de darme cuenta. Pero sólo un techo. A 6 metro de alturas una barandilla protege la corrala, alrededor de la que se observan algunas puertas. Puede que al piso superior se ascienda desde fuera, porque no hay tramo de escaleras en el interior del gimnasio. Dos de las puertas están abiertas. El resto, hasta 8, permanecen cerradas.

En la planta baja, nos hemos reunido 13 personas. Don Serafín permanece en un rincón, algo distante, con un bloc de notas tamaño folio, abierto por la mitad y un bic de capucha mordisqueada –pienso que es el que me prestó para realizar el dibujo-. Un cronómetro de esfera grande y números arábigos pende de su pechera, suspendido por un cordón de plata.

Se ha remangado los pantalones y se los ha remetido, sujetadando cada pernera con el elástico de sus calcetines blancos, con franjas deportivas en color rojo y azul.

El calcetín se le engorda a la altura de sus peronés, provocando un efecto enfermizo, unas canillas disímiles que de pronto se embrutecen hasta el tamaño de las de un quarterback o un futbolista.

Me sorprendo con el sonido de un motor, un zumbido seco y poderoso, de 90 decibelios. Pienso en la prueba de la vaquilla.

Miro al cielo, digo, al techo. De cada una de las puertas abiertas allí arriba, en la segunda planta, el corredor, emerge un tubo de tela teñida con los tres colores de la empresa, blanco, violeta y amarillo. Se aproximan lentamente, acelerándose en la determinación, hasta casi tocar el suelo.
Con un sonido abrupto, ¡Brum! emerge una figura grandiosa de cada uno de los tubos.

Madame bovary exclama:

-¡Drogba!

Un guerrero mítico, vestido de gladiador reciario realiza una reverencia exetemporánea, como si limpiara el polvo del camino por el que llegara su princesa, su dama.

Víctimas del nerviosismo, los aspirantes aplaudimos a rabiar. Rabiar. Qué expresión.

Satisfecha y solícita a las plegarias del público, madame señala hacia el otro cilindro. Una figura agazapada, como las ranas en Tijuana, cubierta por una capa púrpura permanece inmóvil junto al tubo de tela.

-¡Caracartón! Exclamó, con una sonrisa de triunfo adornando su cara. Al menos, ese es el nombre que entendí.

A medida que las figuras se aproximan al centro del cuadrilátero que forman las paredes del gimnasio, los aspirantes nos alejamos un poco más del lugar que ocupamos. Me quedo el último del grupo. Retrocedo, retrocedo, hasta pegar con la espalda en la puerta por la que hemos accedido, que se cierra violentamente, ayudada por la corriente que provocan los cilindros vacíos y conectados a las puertas superiores.

Sobresalto general. Nos fundimos en una demostración de amistad tardía, encuentro ecuménico, pastoral telepática.

-¡Venid hasta aquí!

Si la lentitud de respuesta fuera un parámetro para la selección, lo tendría difícil para ganar. De hecho pasé de ser el último, el protegido del grupo, al primero, el adalid, dan defensor en pañales tamaño misa mayor. Todos, los 9, se han convertido en mis seguidores. Prueba de mi liderazgo, del que soy inconsciente.

-¡Pablo! Acércate, me sonríe bovary, aunque las palabras pertenecen a María. Me vuelvo hacia ella, que se encuentra junto a caracartón.

-¡Este es mi hermano, Pablo! Quatecamoc Orthon, un campeonísimo de lucha libre allá en Oaxaca.
Os examinará de defensa personal a muchos de los aspirantes. Si quieres ser el primero, te enfrentarás a él. Si prefieres postergar el momento, combatirás con el serbio Drogba, amigo de mi hermano.

No puedo moverme. Caracartón tiene la estatura de un misil balístico, la mirada de un Hotentote, los pulgares de un gitano peleón, anillos de castigo en cada uno incluidos y huele a sudor como el vestuario de un submarino al completo.

Siento la llamada de dios.

-¡Pablo! Reconozco la voz. No es dios. Al menos el dios del domingo, el de misa.

-¿Sí?

-La prueba consiste en alcanzar la planta superior gateando por el tubo ¡Atentos los demás, que esto va para todos! Gritó madame.

-Cada uno de los luchadores iniciará la persecución 20 segundos después que vosotros. Si os alcanzan, perdéis, si os arrojan hasta el suelo y asomáis por el intestino de tela, perdéis, si gritáis, perdéis, si caéis desde alguna de las costuras mal terminadas del gusano de tela, perdéis.

Una voz dentro del grupo de mis perseguidores, falsos compañeros del alma, gritó:

-¿Aquí cuando se gana?

-¡Aquí no se gana! Gritó a su vez la bovary. ¡Aquí se proclama… un vencedor!

Necesitaba un estímulo, una señal, un vaso de agua, una mariposa blanca, un polilla de color turbio, el brillo de un talismán, la flor del almendro, algo…

-¡Hijo!

-¿Humn? Esa voz…

-¡Abuela! Pero, tú ¿que haces aquí?

-¡Señora, no moleste!

Me volví hacia el desalmado, panocho, como no, le arreé una patada con todas mis fuerzas en la mano que tenía vendada. Se puso a danzar convocando la lluvia, lloraba, le rodearon los candidatos, aplaudió Drogba, grité ¡Cagón! Y eché a correr tubo arriba, huyendo de caracartón, la madame y las pruebas…

Escuchaba desde abajo:

-¡Sigue!¡Sigue!¡Sigue! Una monserga de animación, tribal, acompasada por la voz solista ¡No te hagas daño, hijo! de mi abuela. Hervía en adrenalina, al fin demostrando la necesidad de mi entrenamiento, los duros años de colegio, colegio y más colegio, hasta los 26, la edad en que todos queremos tener un hijo de esa misma edad, que nos sustituya en los exámenes en las pruebas, que nos ayude a votar correctamente en las elecciones, que nos emule alguna película o algo...

Pero, me acordé. Cerca de la coronación, del triunfo, de alcanzar la soledad que puedes sentir en la cumbre, me acordé: ¡No he besado a la abuela!

Detuve mi carrera, recuperé el resuello y me deslicé por el tobogán hasta el algo que resultó ser la tarima. La aceleración provocó mi propia estampida, escupido por la placenta de tela aterricé a los pies de madame bovary, quien, perdido el equilibrio cual bola de toledo cayó sobre uno de los candidatos. Aplausos alrededor.

-Y tú, ¿que haces aquí? Le dije, mientras la abrazaba y besaba.

-¡Toma! Pues que te han llamado de un trabajo y como no te habías llevado el móvil, pues me he acercado para contártelo, hijo. ¡Mira! Te he traído una sorpresita. Un paquete de Lacasitos. Como te gustan tanto.

Hay días en los que las diferencias entre los humanos se me hacen tan evidentes. Más evidentes. Y este es uno de ellos. El momento. Qué pacer. Digo, placer.

Mientras abrazo a mi abuela, María hace lo propio con su hermano. Detrás de ellos algunos de los candidatos tratan de recuperar a panocho del abrazo de oso al que le somete Drogba. La madame, ente tanto, muy cerca de mi, le pregunta a uno de los candidato africanos: ¿Estudias o trabajas?

Don Serafín aporrea el cronómetro. Se le ha debido estropear.

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10 de septiembre de 2005

Pablo: Un rikishi atípico


Intento cerrar, pero la puerta se encaja contra el suelo, descolgada por los goznes. Tiro fuerte y suena un ¡Pum! al empotrarla en su marco.
-¡Pablo!
Me vuelvo hacia el origen de la voz que me llama. Al fondo del pasillo, María y madame bovary están hablando. Las vislumbro a contraluz, como esas fotos de un zaguán umbrío.

-¡Voy señorita! Me apresuro. Ardo en deseos de disfrutar de la presencia de María.

-¿Sí? Digo al llegar a la altura de ambas. La madame sonríe, con una expresión que asusta.

-Las pruebas continúan, Pablo. Tienes que volver al vestuario y ponerte el mawashi que te entregará María. Y date prisa. Vamos muy retrasados.

No sé que es un mawashi. Pero no me atrevo a preguntar.

-¡Si, señorita! Le doy la espalda y camino detrás de María, que se dirige a la habitación donde me cambié antes, cuando empezó todo ésto.

-Entra y desvístete. Yo vuelvo en unos minutos.

-¡María! Que es un ma..masha..

-Un mavashi. Una prenda tradicional japonesa. Te gustará. Y te sentará muy bien. Se tapa la boca para contener la risa explosiva que amenaza con empequeñecer el cuarto. Está guapísima.

No puedo resistir la tentación de acariciar su pelo. Con un giro de cabeza consigue desprenderse de mi mano. Sale por la puerta con un trotecillo embriagador, que acelera el movimiento en S horizontal de sus caderas. Estoy enamorado. ¡Oh dios, sí, enamorado!

Me desvisto a gran velocidad. Se me resisten los botones de las distintas prendas, pero al final lo consigo. La gayumba se ha quedado prendida en la chimenea de la estufa.

Me toco las bolitas ¡ay! Aún me duelen. Y mucho. Doy un respingo. Unas manos heladas me rodean a la altura de la barriga. Sin darme la vuelta, suelto mis bolitas y trato de desprenderme del abrazo. Las manos se sueltan y me agarran eso. Comienzan a ordeñarme, como a un tubo de pasta de dientes semivacío, uno de esos de la marca colgante.

-¿Te gusta Pablito? ¿Se te pasa el dolor, pequeñín? ¡Deja que la señorita te mime!

No consigo desasirme del abrazo. Ella suelta mi, eso, mete la mano en un frasco de cristal que ha depositado con presteza sobre la mesilla y me masajea las, los… con un potingue. Me sube un calor que acaba por quemar como la cera de las velas.

¡Qué escozor! Hago presión con los codos sobre sus antebrazos, le debe doler, pero no me suelta, no puedo despegarme del abrazo. Su cara está pegada a mi nuca, me llega un olor a ajo insoportable, su pelo me hace cosquillas, el magreo es cada vez más intenso, más…

De repente las manos me sueltan al tiempo que me empujan con fuerza contra la cama. Caigo encima de la colcha, reboto y salto despedido al otro lado de la cama. Me golpeo contra una de las mesillas en la cabeza. ¡Ugghh! Cuando consigo ponerme de pie, no hay nadie más en la habitación. La puerta permanece entreabierta.

Entra María, que se queda a unos metros de mí. Instintivamente me cubro con una mano, como hoja de parra.

-¡Toma! Dice mientras me lanza un trapo blanco y un tanga rojo. Los atrapo en el aire, pero mal, con la mano libre, así que intento cogerlos con la otra, dejando mis cosillas a la exposición de los ojos de María. Maldito instinto...

-¿Eres judío? Me pregunta.

-Fimosis. De pequeño, le contesto, con voz contenida, casi de falsete, gallo adolescente.

-Te hicieron un buen zurcido. Muy bonito.

La eritofobia me invade. Rojo, como un langostino cocido, y confuso, por el sobo y el golpe en la cabeza. Balbuceo.

Dazzed and Confused, Led Zeppelin forever.

-¡Me ha tocado! ¡Y me escuece mucho lo que me ha echado!

-¿Qué?

-¡La madame! Que me ha echado algo aquí y me escuece mucho.

-¡Qué tontería! Si la madame, como la llamas tú, es gay, ¡A ver, déjame que te lo vea!

Agachándose delante mí y obsequiándome con sus preciosas piernas, comienza a soplar hacia ahí, provocándome alivio y excitación al mismo tiempo. Al observar mi respuesta física, se pone de pie.

-¡Bueno, ya está! Y vístete rápido que las pruebas van a continuar. ¿No querrás perder, verdad?

Se dispone a marcharse, cuando se da la vuelta y dice:

-Esto es para que te lo puedas abrochar, lanzándome un imperdible.

Me pongo el tanga rojo, pero me roza la fístula y es molesto. Así que me lo quito, me enrollo el extremo del cinturón ancho, el mavaloquesea que mide como dos metros, alrededor de mis partes y del muslo derecho dos veces y el resto alrededor de la cintura, por debajo del ombligo.

Lo sujeto con una mano, para que no se me deslíe, mientras que ayudado con la otra mano meto los pies en el tanga y me lo voy subiendo, hasta que la cinturilla elástica de la prenda me sujeta el trapo blanco, el mawashi. Uno ambas prendas con el imperdible y me miro al espejo. En la cinturilla hay un logotipo, que he visto con anterioridad, cavin klain o similar.

Ya recuerdo. Sí como el que lleva un futbolista en una marquesina publicitaria de la parada de autobuses. Aunque no nos parecemos mucho. Mi imagen es más, bueno, distinta.

-¡No! Me he colocado el tanga al revés. Tengo que desvestirme y hacerlo bien esta vez.

Entran en el cuarto. Es la madame.

-¡Pablo, vamos, que están todos esperando en el gimnasio!

-¡Sí, señorita! Salgo detrás de ella, cojeando, con toda esa tela blanca apretando sobre el muslo e impidiendo que me mueva con agilidad. Las bolillas me arden, la tirilla del tanga me presiona el perineo. Me froto el chichón de la sien con la palma; la otra mano sujeta mis testículos, parezco un rapero yogi, un gandhi colocado de laúdano. Y mientras le doy vueltas a una idea:

¿Qué tipo de combate me esperará?

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9 de septiembre de 2005

Reflexión: OcioyTrabajo para todos


Andan preocupados los LAMBDA.

Las prejubilaciones se han disparado. En 5 puntos. O sea que está saliendo gente con menos de 65 años del curro a buena velocidad. 10.000 alemanes trabajadores de la volkswagen en breve. Por ejemplo. Como se les iba la pasta en agasajar a directivos y algunos sindicalistas...

En el gráfico -reproducción del que publicó Estapé Pons en La Vanguardia- se puede ver el año en que la mitad de la población de cada país reseñado tendrá 50 o más años de edad.

El Imperio, Alemania y Francia en una década. Aquí y en Portugal, algo más tarde.

Si es verdad que la esperanza de vida se incrementa y que no existen razones biológicas que impidan la supervivencia de un ser humano más allá de los 100, a los LAMBDA les va a entrar una crisis de identidad.

Ya les veo releyendo a Keynes, quemando los libros de Friedman y regalando a los prejubilados una edición facsimil de la destrucción creativa de Shumpeter, a ver si les convencen y montan algún negocio que genere empleo. Una franquicia de mermelada de sushi, una alpargatería de Prada, una cafetería especializada en agua de litines, lo que sea pero que curren. ¡Ja!

Con tanta prejubilación y tanta bitácora, me imagino a los humanos prejubilados deconstruyendo el mundo, inventando el ocio remunerado y llenando la red de consejos sobre petanca y disfrute del tiempo libre. Todos tendrán su bitácora, se organizarán en redes con estructura plana y crearán un sistema operativo con olor a limón y texturas de organdí.

Una pasada. Yo me apunto.

Cuarenta millones de alemanes prejubilados en el, digamos, 2020, cobrando del Estado, con una salud de hierro y organizando viajes en masa a Mallorca o Haití, donde les agasajarán personas mucho más jóvenes que ellos y con peor salud -por el estrés y la falta de servicio médico público-.

Cada prejubilado con dos carreras estudiadas y terminadas en una Universidad pública de prestigio, hablando idiomas y con un dominio aceptable de las tecnologías.

Ya me veo los anuncios de trabajo en esa época:

-Se necesitan jóvenes para importante empresa de
tecnología de la información.

-Universitarios, con conocimientos de idiomas, ganas de trabajar y en perfecto estado de salud.

-Retirement people is wellcome.

Pues a mi no me van a pillar. No te jode.

Se me olvidaba.

Un LAMBDA es un Liberal Ambidiestro y de Derechas.

Y muchos de ellos llegarán a los 50 años en una década.

Se oponen al céntimo para la seguridad social, a que el Estado medie en la sociedad y no suelen jugar a la petanca. Sólo al golf.

Que sigan prejubilando.


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6 de septiembre de 2005

Pablo: Pruebas sencillas I



-¡Un descanso entre las pruebas físicas! Vais a realizar una breve entrevista. Pablo, en la habitación orientada al Norte, según sales de aquí te espera don Serafín, me dijo madame bovary, con una sonrisa nada contagiosa.

Me arreglo la ropa, recuperando la dignidad que pienso perdida en la prueba anterior y encamino mis pasos hacia el cuarto indicado.

Al llegar a la puerta, golpeo con los nudillos. ¡Toc, toc!

-¡Pase!

Entro con cierto temor, el pulso acelerado, algunas gotas de sudor visibles en la frente y muchas otras ocultas para los demás sobre el resto de mi cuerpo. El atuendo me protege, sin llegar a hacerme invisible.

-¡Ah! Así que es usted.

No sé interpretar esa reacción. Calidez o sorna. Ninguna de las dos convincente, las dos posibles al tiempo. A veces asoman las dos caras de Jano en un mismo ser humano al tiempo.

-Le estaba esperando. Tome asiento. Soy el detector de talento. Abogado e hipnólogo. Don Serafín Almagro De La Pandemia, por mi madre.

-Yo, le creo, señor.

-Por mi madre el segundo apellido, hijo…

-Pablo Eresunapringosa De Losmonegros. Por error.

-¿Error? Bueno, vamos a comenzar, que no dispongo de mucho tiempo. De hecho, voy a poner en funcionamiento el reloj. Ya está.

-Vamos a realizar dos pruebas muy sencillas, Pablo.

-La primera consiste en dar una respuesta a la lámina que te voy a enseñar:

-A ver, ¿A qué crees que se puede o podría parecer esto? Me dice, mostrándome la lámina de más arriba.

-Parecen dos dedos, el índice y el corazón, sobre la mesa, o dos montículos calvos, dos calveros, vamos, o el mar visto desde un mirador con un culo delante, o una pareja de marcianos vueltos el uno hacia el otro, besándose, o un anuncio de nivea y la suavidad, una persona en el practicante, una sesión de spa, un ¡adiós a la grasa!
Parte de la tertulia al borde de la piscina, el perfil de la mujer de un futbolista, dos pechos redondos, un pañuelo de seda dejado al descuido a la altura de la mano extendida, un pantone de contrastes entre azules, blancos y tierras, una…

-Bien, ¡Ya vale! Tienes la verborrea de un político en prácticas.

-Ahora la próxima prueba

-Del 1 al 6, dime como te evalúas en los siguientes aspectos:

Introvertido
-Un 5

Neurótico
-Un 4

Experimental
-Un 1

Pendenciero
-Un 1

Improvisador
-Un 5

-54115. Tienes un perfil peculiar. Muy peculiar.

-¿Y cuál es el perfil que necesitan aquí?

-Bueno, 16251 es un perfil frecuente, según Javier Sampedro, el número característico de muchos humanos. Y cita a Steven Pinker.

Me quedé mirándole, considerando si esperar o responder. Como no conocía a esas personas, me decidí por lo primero. A la gente importante le gusta hablar más que escuchar.

-¿Porqué, te preguntarás? Bueno, hay muy poca variabilidad en el genoma humano. Nos parecemos demasiado entre nosotros. Entre todos nosotros. Incluyendo chimpacés y moscas del vinagre. ¡Je, je je!

-Introvertido, Neurótico, Conformista, Pendenciero y Premeditado es lo predominante, según un artículo de don Javier, escrito hace tiempo. La mayor parte de los humanos lo manifiestan, tanto en las pruebas como en la vida.

-¿Es verdad?

-¡Eh! ¿Verdad?

-Bueno, quiero decir, ¡Científico!

-¡Naturalmente! El profesor Pinker, prominente estudioso de la personalidad, es un científico muy reconocido. De hecho es el mayor experto en el estudio del perfil psicológico humano en hermanos gemelos. Es a quien cita don Javier.

-¿Tiene muchos?

-Muchos ¿Qué?

-Hijos.

-Pues… ¡No lo sé! Pero ¿Eso a que viene?

-Como es el mayor experto en gemelos…

-Vamos a hacer otra prueba. Necesito que dibujes un árbol, una persona y una casa.

-No sé dibujar

-Vamos, vamos, todo el mundo sabe dibujar. Lo que todo el mundo no sabe es dibujar algo atractivo. De hecho, la mayor parte son bastante mediocres haciéndolo.
Es que el dibujo artístico no se considera como una asignatura muy interesante. Pero, ¡Venga!, ¡Anímate!

-Está bien. Ahí va.

Tomé un bic azul que me ofreció -¿Lo habrá mordisqueado María? Pensé como un iluso, mientras garabateaba la solicitud del examinador sobre una hoja reciclada de papel de impresora.




-Bueno, es mejorable, evidentemente. Si bien los trabajos que podemos ofrecerte, con tu experiencia, van a exigir poca capacidad artística.

-Ahora quiero preguntarte algo. ¿Porqué están tan escuchimizados los árboles?

-Por la sequía, supongo. Bueno y por los lápices y el tiempo.

-¿El tiempo? ¿Los lápices?

-El tiempo de que he dispuesto para dibujar. 16 segundos. Los lápices. Que no tenía.

-¡Claro, los segundos que te habían sobrado de la prueba de elección del vestuario!

-Y, otra cuestión que me intriga. ¿Por qué has dibujado más de un árbol?

-Porque me gustan los jardines más que los olmos, la humanidad más que el individuo, la fiesta más que la confesión, un ¡Buenas noches! respondido, más que silbar para advertir a los duendes imaginarios de que se escondan proque voy a entrar en el hogar.

-¡Ah! Tendremos que revisar tu código de personalidad.

-Bueno, hemos terminado…de momento.

Salí sin despedirme, sonriendo. De pronto me acordé. ¡No he dibujado a la persona! Con la impresión que me he llevado con el culo de la lámina.

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2 de septiembre de 2005

Opinion: New Orleans, what the human value it's



-¡Tu si que vales!. Vales tu peso en oro, hijo, que decía el abuelo. Esta afirmación le sirve a uno de los articulistas del verano para calcular, en un diario, el valor de un ser humano.
Si calculamos una media de 50 kgs, al precio de 12,18 € por gramo a fecha de hoy, 609.000 €. Valor promedio, claro.

Los que valen mucho menos son los que se han quedado en la ciudad.

Los que intentan sobrevivir, saqueando.

Parece ser que entre lo más destacado de las noticias sobre el desastre natural se encuentra esa conducta reprobable, que consiste en arramblar con lo que puedas en momentos de pánico.

Desde la gobernadora de Luisiana hasta los periodistas que siguen la catástrofe, se han echado las manos a la cabeza por:

- el asalto a la sacrosanta propiedad privada de los wallmart y drugstore.
- la organización de mafias en los centros de refugiados y acogida.
- los delitos contra las personas.
- los disparos contra los helicópteros del ejército.

Algunas personas han mencionado el hecho de que si en circunstancias difíciles se espera que el ser humano ponga en práctica lo mejor de sí -que aún no se exactamente en qué consiste, como va por épocas e individuos-, en estos momentos aparece lo peor.

Una mujer, naturalmente de color, negro, declara:

-Sé que lo que hago está mal. Pero se trata de sobrevivir.

El titular del ministerio de asuntos exteriores, moratinos, moviliza los recursos y las influencias para rescatar a una ciudadadna de catalunya -y a su familia-, miembro del parlament.

El New York Times cataloga el discurso del señor arbusto como el peor de la historia, en estos momentos difíciles para su país.

Los 600 mil euros que vale un ser humano, son como la estadística del consumo de pollo. Alguien come más de lo que le corresponde, siempre. Glotones.

Los que se contaminan por salmonella son los de siempre.

Los mismos que en estos momentos están tratando de sobrevivir en dramáticas circunstancias.

Un editorial de prensa incluye la siguiente frase:

"Las labores de reconstrucción, sin embargo, pueden llegar a compensar en actividad económica lo destrozado por el huracán y sus consecuencias".

Calculado en función del precio del oro, pero en dólares, un ser humano de 50 kgs de peso valdrá 616.533 €.

Algo más de lo que vale en euros. Lo que hace el juego del cambio de moneda. Bueno, siempre que sea un ciudadano de primera, claro.

Al final del día, alguien valdrá muchísimo más de los 600 mil euros. Y jamás contraerá la salmonelosis.

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