31 de agosto de 2005

Opinión: Blogday 2005


Bloody marie thursday

Hoy es el jueves del blog.

Así que, cual a la orden, he de incluir algunos blogs, hasta 5, en un post.

Pues ahí van. Con mucho gusto.

chousas

Un experto en lenguajes límites, en metalenguaje. Cruce de velocidad, vértigo y vitalidad, con genética prefontal de primera. Lanzado, sí, hacia el futuro. Y las hormigas ni se las toques. Un catalán modelno con retranca gallega. Hay que leerlo en pequeñas dosis, que es tan denso como bueno.

Ugglyshoes

An american female. From head to toe, don't forget past through the uggly shoe.
Lovely blog, write anywhere at home. Ought to read it at kitchen room. Warm post. As life itself.

pandora

Obrigado. Charment et poesia. Quizás viva en un blog. Me gustan sus entradas y sus salidas. Sorprendente. Talento y pedagogía, fifty fifty.

91YOblogger

What are you wanna do when living well past 60... and beyond? Take it easy, keep clean the blog, trust in tomatoes wisdom and learn from an american dad. I love this blog. Keep black mood far from me. I don't need it. Tomato juyce for ever.

Alba

Algunas noches han venido a rescatarme de la computadora. Estaba embriagándome en este blog. A quien cualquier dios de cerebro, su esfuerzo se lo mantenga. Si fuera de pago, también entraría.









BlogDay2005
Personal
Reflexiones
Thalasos

30 de agosto de 2005

Pablo: Pruebas físicas IV



-¡Venga, venga, volvamos al gimnasio!

En columna de a dos. El panocho se vuelve hacia mí y sonríe. Yo me acaricio las mejillas. Aún me duelen sus dos bofetadas.

-¡Tenía que despertarte! Susurra, con miedo a que lo oiga madame bovary.

Tenías que despertarte, pienso, con la voz medio muda y cara de perezoso, haciéndole burlas desde el lugar de las emociones. Gili.

-La siguiente prueba consiste en jalar de la maroma, la cuerda, hasta que muja la vaquilla.
¿?

La cara de extraterrestre la compartimos los 10 aspirantes a… a lo que sea.

-Es muy sencillo. Debajo de la ternerita hay un dinamómetro de chasis, pero modificado. Cuando detecte una potencia mínima de 75 watts /minuto, la ternerita se elevará, al ponerse en funcionamiento el propulsor que hemos instalado entre sus ubres.

-Cuanta más potencia desarrolléis, más se elevará. Cuando su testuz golpee la campana, habréis superado la prueba. Esto sucederá al alcanzar una potencia de 90 watts/minuto. Dispondréis de 5’ para lograr los resultados.

Tecnología. Aplicada a la selección de personal. Tenso mis bíceps desmielinizados, buscando un conjuro, una magia que los transforme en los de Conan, al menos en los que se le adivinan al panocho bajo la sudadera de marca.

-¿Y si no se supera la prueba, señorita? Pregunto como un lameculos de tercero . El lameculos que era yo, según mis compañeros y mi hermana, en ese curso. ¡Qué tiempos!

-Pablito, digo, señor Eresuna… bueno, como sea. Piensa en algo sublime. Una misión. Eso. Tienes la misión de elevar la vaquilla hasta la luna, porque de lo contrario, los astronautas se morirán de hambre, y tú no quieres que eso suceda, ¿verdad?

No se qué contestar. Tengo una visión en ese momento. Puedo ver a Amstrong, Aldrin y Collins, héroes de la llegada a la luna en el Apolo XI, sollozando, con la servilleta alrededor de la zona de integración del casco con el mono de astronauta y unos palillos chinos sujetados como si fueran las baquetas de un tambor, los platos flotando a su alrededor, mientras caminan por la Luna y esta sonríe, encendiendo la barbacoa…

-¡Pablo! ¿Me está escuchando!

-¡Si, señor! Digo, señorita.

-Pues empieza usted.

Trato de remangarme, pero no puedo subirme el anorak, así que agarro la cuerda.

-No empieces hasta que oigas el disparo.

¡Dios mío! Van a asesinarme. Presa del pánico, comienzo a jadear. La vaquilla gira su testuz, observándome.

Madame bovary saca una pistola de esas de bengalas, apunta al techo y dispara. Me caen esquirlas de yeso en la cabeza y una plaqueta de escayola.
Empiezo a jalar, jalar, jalar. Me rodean los concursantes, digo, aspirantes, formando un círculo cada vez más cerrado a mi alrededor. Me siento un Atlas en los juegos griegos. Un atlas atáxico, anémico, leptosomático.

La vaquilla, entretanto, rumia unas pajillas, indiferente ante mi esfuerzo.

-¡Ah! Noto un dolor agudo, que me golpea violentamente los riñones, pego una jalonada tremenda, inhumana. El sonido de un motor, un rotor, acalla mis gritos, la vaquilla muje, se eleva, muje, no aguanto el dolor, me están aplastando los testículos, quiero soltar la cuerda, pero me apeno por la vaquilla.

Quiero que llegue a la luna.

Último jalón, suena la campana, suelto la cuerda, sueltan mis pelotas, cae la vaquilla, no se levanta.

-¡Bien, Pablo, bien! Con satisfacción, la bovary sujeta el revolver de las bengalas entre los dientes y comienza a aplaudir.

Los candidatos se arrancan a aplaudir.

Un leve mujido, un quejido taurino.

Bovary se percibe de la situación del bóvido.

-¡Lástima! Tendremos que suspender la prueba. No disponemos de ternerita de repuesto.

El panocho exclama:

-¡Bien! Apretando los nudillos, con un sonido crunch. Al verlo se me acrecienta el dolor de testículos.

Gran paso en mi carrera. Nada para la humanidad. Aunque, ¿fue eso lo que dijo el astronauta al pisar la luna por vez primera? Ya se lo preguntaré a alguien. ¡Qué dolor!


Personal
Humor
Thalasos

Etiquetas:

Pablo: Descansando



Llegué a un garaje lleno de cuadros de Mapplethorpe y de fotos de Frank Sinatra, en su segunda época en las Vegas.

En la recepción, una barra de cabaret transformada, a la que le habían cubierto el cuero granate del mostrador con papel de embalar. Un recepcionista rubio y macizo, con impermeable de charol negro y botas por encima de las rodillas, de idéntico material, una morena semivestida en cuero negro que muestra una cubertería de plata delante de ella.

El maletín que contiene los utensilios oculta sus pechos.
Cada vez que suena uno de los múltiples teléfonos de baquelita en negro, lo descuelga con las pinzas de asar pescado.

Cuando sonríe, cuelga, sin despedirse. Cuando se enoja, frunce el ceño, saluda e, inmediatamente, corta el cable con un cuchillo de postre.
Luego, lanza el cuchillo contra un panel de corcho que rodea una diana y lo clava en las proximidades del número 17.

Al acabarsele el arsenal de cuchillos, porque el ritmo de llamadas es frenético, reacciona ante las llamadas irritantes para ella, agujereando el cable del teléfono con un tenedor de pescado.

Mientras observo hipnotizado esta conducta fascinante, el rubio se dedica a recitar poemas de Arthur Rimbaud:
-tus desfallecimientos, tus manías, tus torpezas seguras, y las brutalidades antaño soportadas, nos lo devuelven todo sin malicia. Noche, a pesar de todo, como exceso de sangre mes tras mes derramada.

Silencia el rubio el recitado.

-¡Le aguardan, caballero!

Camino por un pasillo que me recuerda la entrada a la sala de diagnóstico de un taller de coches o de un psiquiátrico. No distingo entre ellos. Al fondo un luminoso anuncia en francés: Sortie.
Empujo la puerta.

Tras de una mesa de billar americano, un hombre menor, sentado en un sillón de masaje, de esos eléctricos. Parece que está sobre cojines, a duras penas mantiene el equilibrio. Como un tentetieso de juguete.

Apoya sus manitas sobre la mesa de billar. Un taco de billar delante de él y una maza, de esas que emplean los jueces. También vestido de cuero negro. Me sorprenden sus gafas. Unas de esas de motorista, con cinta detrás de las orejas.

Las lentes, grandes, muy grandes para su cara, en color amarillo. Sólo le falta un casco de piloto de la gran guerra, de esos en cuero color tabaco, para salir volando. Pero, ¿por dónde? Si no hay ventanas.

Algunas preguntas después me entero.

Me quieren contratar como botones de la galería de arte que regentan. Pero necesito idiomas. Al menos tres.

No sé que contestar. No me veo de botones, aunque la morena de la recepción me da buen feeling.

-¡Zas!, ¡Paf!

-¡Eh! ¿Dónde estoy?

-Te has quedado dormido, renacuajo. Siguen las pruebas físicas, ya.

Susto que me ha dado el panocho. Y bofetada. Bueno, bofetadas. Dos.

Personal
Humor
Thalasos

Etiquetas:

29 de agosto de 2005

Reflexión: Propinas (y 2)



Mientras que en este pueblo de países que es España la propina es una dádiva, una costumbre anclada, una tradición que tiende a desaparecer, en otros países permite contribuir a la reducción de los costes fijos del empresario –el trabajo es más barato gracias a ellas- aunque se constituyen en coste fijo para el cliente.

Hay profesiones en las que cuentan con la propina, lo que mantiene los salarios bajos, mientras que en otras es impensable que se reciban.

Por ejemplo, en Iberia el personal de abordo no espera que dejes propina, de hecho no te la aceptarán. El bibliotecario tampoco. Ni el consultor, ni el bancario, ni el carnicero, ni la cajera del hiper, ni el mecánico, ni…

En otras, por el contrario, no se puede sobrevivir sin su existencia, porque el salario es ridículo. Claro que existen oficios donde el salario es una castaña y, sin embargo, no dejamos propina. ¿Porqué?

En algunos servicios, la minuta incluye un porcentaje que va destinado a los trabajadores. En otros no y quizás deberían incluirlo.

Abonarás lo que te cobren por el servicio, aunque no te guste.

Así, los clientes, directamente, contribuyen al pago del precio del salario.

E imponen sus reglas. Tan cosmogónicas o dentro del orden –más o menos el mismo porcentaje por idéntico servicio, por los mismos conceptos,- como caóticas:

– Si no me sirve bien, ¡va dao!
-¡Con lo caro que es, encima propina!
-¡Que les paguen más, que a mi nadie me da propina!
-¿Propina? ¡Lo que me dan como paga semanal sí que es una propina!

Pero si la propina es a voluntad, los ingresos del trabajador quedan sometidos al efecto lotería: Unas veces se gana y otras, las más, se pierde.

Pocos empleos en Europa están sometidos a la aleatoriedad de los ingresos. Para la mayoría de los trabajadores entre el 85% y el 100% de sus ingresos son fijos. Saben lo que van a ganar en un período de tiempo.

Definiciones de propina encontradas en el diccionario:

-Agasajo que sobre el precio convenido y como muestra de satisfacción se da por algún servicio.
-Gratificación pequeña con que se recompensa un servicio eventual.
-Colación o agasajo que se repartía entre los concurrentes a una junta, y que después se redujo a dinero.

Ideas en algunas webs americanas sobre el tema:

-Punto de vista del trabajador.
-Punto de vista de los clientes.
-Punto de vista empresarial. No lo he encontrado.
-Opiniones sobre las propinas.

Mi punto de vista:

Si el tiempo es personal, la cabeza funciona y tengo ganas, te haré un trabajito de electricidad -como deselectrocutar a tu gato-, jardinería –como desalambrar a tu gato del rosal-, fontanería -nada que tenga que ver con los instestinos de tu gato, si acaso, con tu fregadero-, o de engrase de puertas.

Sobre todo, siendo el portero de la casa de vecinos. Y espero que me pagues algo por ello, una propina, en el sentido de la segunda acepción del diccionario.

Si me dedico al butaneo, ese medio doblón, dólar, libra o como lo llames, estará bien. De hecho, el bicho propietario del camión me paga tan poco como repsol a él –bueno, en realidad, el propietario del camión es remunerado malamente por el propietario de la concesión, la cadena de distribución del beneficio es inmensa-.
Una propina de tipo uno, siguiendo al diccionario.

Si me dedico a servir copas en un local de moda, haz lo que quieras. Aquí clavamos a todo el mundo y yo voy a porcentaje. Un 9 o un 12%, según el bar, es lo que gano en cada copa. Bebe más y habla menos.

Si es el local del barrio, la primera caña, la segunda, buenas tapitas, aunque no tengas dinero… pues haz lo que quieras. Aunque será mejor que no te pases con la generosidad, porque igual cambia la percepción del camarero y a partir de mañana intentará colocarte raciones. También del tipo 1.

Y si andas por ahí afuera, en el extrarradio de tu país, haz lo que debas... o lo que quieras.

Porque si no vas a volver en tiempo, tampoco será preciso que dejes mucho.

En algunos países europeos, el servicio está incluido en la factura.

En USA –bueno, en Nueva York- la costumbre es un dólar por copa. Un 15% aproximadamente. Y consideran que es imprescindible, porque las camareras y camareros pueden ganar un salario de 4$ la hora. El modelo neoliberal de justicia social.
Con lo que al final del turno, se reparten proporcionalmente las propinas obtenidas.

En los vínculos de más arriba hay buenas opiniones sobre el tema. Un inglés difícil, con giros y expresiones, pero el Webster siempre ayuda.

Yo las eliminaría. Creo que el trabajo hay que retribuirlo. Y los clientes, que paguen ese servicio directamente en la minuta. Así, todo el dinero sería blanco, sometido a impuestos y a seguridad social y a prestaciones sociales.

Bueno, casi todo.

Lo que no he encontrado son propinas del tipo tres. Se me ocurre que la dieta que se cobra por pertenecer al consejo de administración de una gran empresa es de ese tipo.
Vaya, vaya con los poderosos. Encima propina. Y fija, nada de aleatoriedad.

28 de agosto de 2005

Anuncio Mecano

Un reciente clip publicitario de coca cola light muestra a distintas personas jóvenes cantando -creo- dentro una estructura de metal. Una persona joven y risueña dentro de cada una de las celdas.

Alegría y chispa, como siempre en los anuncios de la casa.
Puro ocio. Aunque para los actores, puro trabajo.




Me pregunto si a los publicistas les habrá servido de inspiración esta foto, publicada por el diario el país -lo que leo- hace algunas semanas, en la que muestra algunos prisioneros del movimiento taliban. Ellos no están trabajando.


Aunque a lo mejor se han inspirado en el movimiento de la Bauhaus alemán.
Su fundador, Gropius, aparece en la postal, reproducción de una foto de 1923.





Coincidencias, supongo.

Entre el ocio, el trabajo y las diversas ideologías.
Porque las ideologías aún existen.

Al menos quedan las ideas de la Bauhaus: En la arquitectura, los objetos cotidianos, el empleo del color, la inspiración en el diseño. Desde el flexo que nos alumbra hasta el tenedor con mango de plástico y horca de metal. Todo es Bauhaus. Todo ideología.


27 de agosto de 2005

Pablo: Pruebas físicas III



-Iniciamos los juegos, ¡perdón!, las pruebas físicas.
Madame bovary se dirige a las 10 personas que nos hemos reunido en el gimnasio de la casa, una estancia que en tiempos debió servir como cuarto de invitados. Aún se pueden ver las chinchetas de las postales en las paredes. Postales ni una. En la puerta del actual gimnasio, un cartel me ayuda a hilvanar las ideas:
"Cuarto de invitados".
Unas cuerdas anilladas al techo por unos enormes cáncamos, cuatro colchonetas, robadas de algún centro de instrucción de soldados engañados, obtenidas en subasta de e-bay, o sobrantes del instituto del pueblo.

Entre los 10 candidatos, el panocho, con su mano vendada. Hemos formado en fila de a dos. Él está en la primera hilera. Yo en la segunda. Vuelve su mirada. La fija en mí. Imposible no temblar en este momento. Afortunadamente, el vestuario elegido incluyó las botas amarillas. Difíciles de mover. Pero muy seguras. Impiden tu caida. Por el peso. Supongo que tienen plomo en algún lugar de su talón o del contrafuerte. Igual en ambos elementos. Me siento seguro, como un buzo en tierra.

-¡Primera prueba: Abdominales concurrentes! Para controlar el equilibrio aural -se referirá a los oídos, espero- y la potencia abdominal, grita la bovary.
Yo me temo lo peor, un combate de topetazos con barriga, un baile tipo lambada – reggaeton, con el panocho, algo similar. Una prueba de soberbia de parte de la examinadora.

-Tumbado boca arriba, de cúbito prono dicen los forenses, con los brazos extendidos y las palmas hacia el techo, las piernas recogidas en pirámide, con los talones pegados a los glúteos, estirar los brazos hacia delante, hasta tocar una bola de Navidad que cuelga más allá de los pies.
La precisión de la madame tiene algo de político con el agua al cuello.

En el primer movimiento, las botas, pegadas al suelo me ayudan a realizar la operación. El manotazo a la bola de Navidad hace que esta se balancee hacia el techo, golpeando a madame bovary, que se ha situado cerca de mis pies.

La bola se rompe contra su nariz, produciéndole un pequeño corte en una de las alas. Gotas de sangre sobre mis botas amarillas. Una bandera. Viene a mi memoria la frase del poema de Hernández, ·…una de las dos españas ha de romperte el corazón.
Me detengo por la impresión que me produce la herida de la examinadora. Pero ella, con voz dominadora, me ordena continuar.

Los pies no se mueven del suelo. Las botas parecen tener plomo. En uno de los retornos, escucho algo dentro de mí, un sonido lumbar, me quedo aplastado al suelo, pegado desde mi trasero, no puedo vencerme hasta el suelo, no puedo tumbarme. Necesitaría levantar las piernas, pero mover los pies siquiera un centímetro es difícil. Mi espalda forma un ángulo obtuso con mis piernas. Continuo así durante un tiempo excesivo. No puedo hablar. Me doblo sobre el vientre, la cabeza entre las rodillas, el dolor es…

-¡Stop! Qué soberbia demostración de flexibilidad y fuerza ¡Levántese, Pablo!
¡Excelente!Vamos por la siguiente prueba: La escalera primordial.

Consigo girar sobre mi propio eje, ponerme bocabajo, como si fueran a castigarme. Al fin tumbado. La zona lumbar se decontrae. Aprovechando la fuerza de las botas contra el suelo, me deslizo hasta situarme a cuatro patas. Desde esta posición, levantarme es sencillo. Aunque no consigo erguirme. Tengo la misma curvatura de espalda que el actor de ¡Pues sí! En el programa de crónicas inhumanas. Parezco una escuadra, un ángulo perfecto de 90º. Agitando los brazos al tiempo que camino, un autómata en plenitud. El peso de las botas impide que mi nariz se estampe contra el suelo.

Me siento como un ancestro del orangután del zoo de Berlín.

-Candidatos, ¡Segunda prueba!

Con un esfuerzo superior a mis esperanzas de obtener el empleo, inferior al que tendré que hacer en el futuro, me alzo sobre la rabadilla, punto de palanca y deseo entre los bípedos, al fin erguido, menos mal. De lo contrario habré de esperar entre uno o dos millones de años. Esta es la precisión de cálculo de la ciencia. De uno a dos millones. En el próximo examen al que me someta, la respuesta será de este estilo.

Por ejemplo, con el carnet ese de conducir vehículos a motor:
¿Cuántos metros de separación ha de mantener entre su vehículo y el de delante si marcha por una carretera secundaria?
Respuesta: ¿Es antropóloga la conductora del vehículo anterior? Pensar en nimiedades me libera del dolor en estos momentos.

-¡La escalera primordial!

La sonrisa de madame bovary desborda la página.
Tal como una anaconda americana deglutiendo un Okapi (en la imagen) importado de África.

Decenas de escalones, una pirámide en gestación, cada uno de ellos más bajo que el anterior. Sobresalen del techo. Como una pirámide de cristal. Fascinante. Como un juego de números o de palabras. Una escalera de Sudoku. Sin fin. Sin sentido. Sin fin.

-Las instrucciones, son sencillas, añade la entrenadora. Pies juntos, manos en los costados, bajar la espalda, recta, hasta forzar la flexión de las rodillas, pensar en la luna y ¡Saltar! Hasta alcanzarla. Superaréis cada uno de los escalones, no importa su altura, en la medida que adoptéis la actitud del futbolista de categoría inferior que siente la llamada del entrenador del equipo de categoría superior. Cada escalón, un reto, cada flexión, una prueba de voluntad, cada conato de no poder alcanzarlo, debilidad a la puerta. ¡Escuchad el vibrador de vuestro móvil a cada intento! ¡Llama a vuestra puerta la fama!

Siento la llama sagrada del anuncio de tv. escupiendo a mis ventrílocuos, digo, a mis ventrículos.
El corazón a 120. Adopto la postura de una rana en celo, de un petirrojo en vista del nido y salto, salto, salto… tres escalones. Caigo por el lateral de la escalinata. Las botas, con el peso, se han ido escurriendo, al tercer salto, mis pies ocupan la parte de la caña más próxima a la boca de la bota. El último salto lo he realizado con las botas bamboleándose sobre la cabeza de madame bovary.

-¡Por favor, Pablo! ¡Deportividad!

Mientras me desuello las rodillas contra el tatami de cerámica llauradó y hermanos, la bota izquierda, impulsada por mi energía y la voluntad del plomo del tacón, golpea el rostro de la madame. Su advertencia es posterior al contacto. Su cara inicia una transformación, a medida que el pómulo derecho se le inflama.

-¡Basta, baaaasta! La siguiente prueba se inicia…en 20’.
Se ha enfadado. Aprovecho para recuperar la bota y el resuello. Se me dan mal las pruebas de este tipo. Las pruebas de cualquier tipo.

Etiquetas:

24 de agosto de 2005

Personal: Primeras vicisitudes


La página de Kevin ya no existe. Espero que le guste su camino.

La página de Kevin, como si del primer día de trabajo se tratara. Lo más emocionante, su falta de palabras, de contenido. Se inicia en una aventura. Lo más también, sus blackperries, fruta a disfrutar cerca de los bosques, ni en Barna ni en el Foro. Igual allá en Virginia. Su entrada al instituto alto, la high school, nervios hasta las posaderas, camino de conocimiento, su portátil desde Shanghai, que llegará vía mensajero.
Un pedazo de página, por su tamaño y por sus esperanzas. Mientras avanza o no, seis años de estudio frente a él.
En un mundo decente, tendría que cobrar por alimentar las ilusiones, dar ideas a personas cualesquiera, poner las propias a trabajar.
Doscientos créditos por año, remunerados, a 7 pavos la hora, como mínimo -no incluyo propinas. Cuando acabe sus estudios, deberían abonarle una buena cantidad.
Su carrera la abonará él. Claro. Mientras va transfiriendo su conocimiento, de manera gratuita, su saber al colectivo de alumnos, de profesores, de círculo fuera de la institución.
Mañana me compro un abrecartas para trabajar las venas.
Cuando finalice sus estudios, un mínimo de 10000 pavos habrían de llamar a su puerta. Se los habrá ganado.
Qué caro sale estudiar.
En el futuro, se pagará por aprender.
Por necesidades de la sociedad. De hecho las empresas curiosas...
Definición de curioso, según mi amigo Pruden, camarero desde los inveterados 18 años, hoy con 50 cumplidos y contratos de tres meses cada año -un fijo discontinuo, al modo de las anchoveras, del Norte del país, los frambueseros, del Sur del país, las camareras de hotel, del Este del país-:
-Un hombre curioso es uno que se asea con periodicidad. No se aplica a las mujeres. Mucho más limpias desde siempre, ya que descubrieron el jabón a partir de su elaboración con aceites viejos.
...ya lo hacen.
Suerte Kevin.

Personal
Reflexiones
Thalasos

18 de agosto de 2005

Reflexión: Propinas 1


[Reeditado el 10 de octubre de 2005, porque el color del texto impedía su lectura].

He terminado el dibujo. Una niña de 12 años a la que alguien acaba de decorar el pelo con cintas de colores, urdiendo naturaleza y decoración en un todo iridiscente.


La cámara canon de 8 megapixels y óptica high-end de su papá –a mi me lo parece; por la edad, por la tripa, por el color de ambos, por la diferencia de edad- colgando del cuello, junto con los pirata y las brasileiras de 69 euros, dan claras pistas del oficio. Turistas.

En el Retiro. El sol ha invadido el espacio del lienzo antes de que aplique el toque sanguina solicitado.

-¡Que se parezca a su madre de pequeña! Dice el turista.
¿Divorciado? ¿Viudo? Ca. Divorciado.

No es tu business, no preguntas, pero lo sientes. Como el olor que te rodea. Aftersun.

Tu primera ocasión de caricaturizar a alguien, aparte de a tu tía de Benicàssim, visitante irredenta en Navidad, desde que cumpliste los 6 años, hace ya un par de décadas. Tus caricaturas triunfan en la familia. Así que por un día... artista cotizada.

-¡Precioso! ¿No tendrás un tubo de esos de arquitecto?

-Lo siento, no. Pero con el papel de seda y las gomas, aguantará hasta su destino.

-Es que venimos desde Calatayud y no me gustaría que se estropeará.

-Aguantará muy bien. Se lo aseguró.

-Así, que ¿Cuánto?

-Son 35 euros.

-¿Y no hay rebajita? Por la espera al sol.

-En el estudio hubieran sido 75.

-¡Está bien! Pero me parece un poco caro. Toma, 36. Para que te tomes un café.

¿Con este calor? Pienso. La ocurrencia del estudio ha estado bien, muy bien para defender el precio. Ridículo, por otra parte.

Le entrego el retrato a la niña, le sonrío de verdad, de corazón, es preciosa y ha posado bien, facilitándome el trabajo.

Me sonríe y dice ¡Gracias! De manera imprevista me da un beso en la mejilla.
Miro al sol y decido recoger. Llevo más de cuatro horas aquí. Me encamino a la taberna taurina de la calle de Alcalá.

Al entrar, el camarero me echa un vistazo de reconocimiento. Tengo que cambiar mi tono de pelo. Demasiado llamativo. Aunque puede ser el atril. O la mochila bandolera con las cajas de pinturas. O los lienzos del cartapacio. No. Va a ser el pelo. Les atrapa como un papamoscas.

-¡Buenos días, guapísima! ¿Qué va a ser?

-Una caña, ¡por favor!

-¿Hace un poquito de paella?

-¡Gracias!

-¿Me pone otra, por favor?

-¡Lo que quieras, corazón! ¿Unas croquetas para acompañar, cari?

Me pregunto que opinaría mi padre, si aún estuviera aquí entre nosotros, de la melaza del pelícano de la barra. Aunque él no la sufriría claro. Al menos no en este tipo de local.

Tengo ganas de salir de aquí.

-¿Qué le debo, por favor? Después del último sorbo, el que definitivamente acaba con el polvo de la mañana en El Retiro.

-¡Dos y la voluntad, sea una sonrisa, sea media libra! El camarero, luciéndose delante de la parroquia de embutidos de testosterona del fondo, acaba por abrir completamente el pico.

-¡Gracias! Mientras le lanzó a la pista de la barra dos euros y media libra de voluntad, como un par de sardinas a un pelícano.

Al salir, tres bofetadas recibo: La del calor, la de ¡Adiós rubia! Coreado por la clá de parroquianos y la del camarero de terraza, que desliza su mirada bovina sobre mí.

Propinas.




4 de agosto de 2005

Personal: Holidays starts

ME VOY A BERLIN





Y si una mañana me levanto y veo esta expresión en quien ande por mi lado.





Tardar, pensar, reir, bacilar.




Parar, pensar, petar, reir, vacilar, sudar. Para cuando se despierte, ya tengo el pan y la servilleta. La prensa, se la cambiaré por otra sonrisa y un poco de aceite de oliva. Ya estoy tardando.







3 de agosto de 2005

Opinión: El (D)efecto PIRÁMIDE


Algunos bloggers impulsan el concepto de blog como una manera de hacer dinero fácil.
Si metes dinero en tu casa, nadie se sentirá incómodo con él, es el razonamiento publicitario. Y nos dan ejemplos.
Tipos que venden libros sobre cómo hacerte rico.
Es tan estúpido creerles como no creerles. Una cuestión de fe.
La pasta la necesita casi todo el mundo.
De hecho, si trabajas, lo haces en primer lugar por la pasta; luego lo del reconocimiento, aportar a la sociedad, ser útil… eso se puede lograr sin que haya pasta de por medio, que diría alguna misionera amiga.
Pero me voy a contar una historia de negocio puro y duro.
El gráfico de más arriba es significativo. Y como lo he hecho yo, si hay algún error y alguien me dice algo sobre él, pues lo modifico y ya está. En este gráfico, yo, por ejemplo, sería el de color negro. Ese es el dinero que ganaría desde que capto al primero hasta que ese va captando a otros, esos a otros, hasta llegar al millón de personas captadas. Quienes se lo llevan muerto son adalides y campeones, seguidos de... Este es un ejemplo de venta piramidal, elaborado para el supuesto de clientes estables. Pero la fórmula con la publicidad aquí no se diferencia mucho.
En internet hay pocos blogs que alcancen a miles de personas.
No que tengan miles de visitas.
Es más fácil, quizás, que te visiten, sobre todo si escribes tan bien como algunos de los que lo hacen por aquí, por las ondas.
Pero es más difícil alcanzar a un número considerable de personas. Tú, en realidad no eres una marca… todavía.
Con lo que la venta del producto se reduce a tu círculo.
Me suena a la venta en pirámide o piramidal.
El juego de los años 50, reproducido década a década.
Lo jugó en Portugal, en los 80 la banquera del pueblo: Prometía tipos de interés extraordinarios a quienes invertían dinero en su banco, a condición de incrementar el número de abducidos por la causa.
Cada persona incluía a algún amigo o familiar en la rueda de la fortuna.
Aprendiendo del modelo tupperware, las fiambreras de plástico que se vendían en reuniones de vecinos. Tu madre reunía a las vecinas y tú les presentabas el producto.
Aún se juega este juego. Hay reuniones de presentación de una aspiradora “con tecnología nasa –qué peligro- por la que abonas hasta 2400 €.
También se aplica a un horno robot, que no se adquiere directamente en tiendas; antes se aplicó a bayetas de limpieza en seco y también a las finanzas, en el futuro nos presentarán los marcapasos a domicilio:
-Este dura… y hace juego con el tono de sus venas, un tanto azulonas ya…
En los 80 también lo jugó Aimway, una empresa que todavía realiza buenos beneficios con el procedimiento. Comprabas productos de primera calidad –llegaron a comercializar hasta coches, no se si blindados…
Tú adquirías el producto, lo comercializabas entre tu gente, pero al mismo tiempo les hacías socios y cobrabas una pequeña comisión con cada una de sus ventas -mírate el gráfico otra vez; tú también estás representado de color negro-. Cuando ellos quisieran recomendar el producto a alguien, este a su vez debería marcar en la cajita “firme aquí”. Todos vendiendo productos y recibiendo dinero de la venta de aquellas personas a quienes habían “servucido”.
Supongo que el modelo lo emplean en más productos. Si alguien sabe, pues que sugiera alguno. Gracias.
La idea es simple. Como todo lo que subyace a los timos. Adquieres producto, o dispones de relaciones. Muchas personas acabaron –y acaban aún en países tan lejanos como este mismo- con un stock de champú digamos que especial para divorciados –ya no se llevan los anticaspa, hay que segmentar más- suficiente para duchar a todos los bañistas de la playa de Poniente y a los silleros-hamaqueros de la de Levante.
Alcanzas a 10 que alcanzan a 10 que alcanzan a… y te llevas una pasta de cada uno.
En teoría… te haces rico.
En la práctica, y en el caso de la publicidad en tu weblog, te quedas con tus diez. Porque nadie va a apostar porque hagas gratuitamente tu web dirigida al marketing y en varios idiomas, no vas a colocar una pasarela de pago por ello y no te va a recibir un manager de amazon en la India o de adgoogle en… la India también.
Y cómo va esto.
Sencillo
Abres un espacio
Lo inundas de amigos
Colocas un banner de publicidad.
Ya está.
Ellos, los proveedores, cambiarán los banners por ti.
Si tus amigos compran vale.
Si no, también.
Alguna vez pincharán en él, supongo.
Aunque no compren.
Ahora andan más fuertes en esta aventura. Debe faltar poco para los pop emergentes. Ya me lo imagino. Voy a leer la última de Pablo, Medea o Pandora, y me salta una ventana de condones antimigraña.
Bueno, si es así, mola.
Y si la crisis de un@ bloger@ que invierte mucho tiempo y esperanzas en escribir se da a los 180 días de andar picando teclas:
-Que no me entran, que no me llaman, que no tengo ideas, pues las empresas aprenderán a hacer una publicidad mas fuerte, porque de eso saben.
Como no va a tener solución, salvo que te curres tu propio servidor apache, al menos habrá que exigirles algún día que tu publicidad sea inteligente, marque tus gustos.
En otro caso, tus amigos, que son los que entran, se sentirán heridos.
Imagina que no tienes dientes propios sino postizos después de un accidente de bicicleta en el día de la idem.
Que no te pongan en tu página molgate ni pinaca, que te pongan pegamento imedio o cualquier acelerador de tegumentos falsos.
Bueno, que nos van a freír a publicidad piramidal en breve.
A mí lo que me gustará ver son los post de las post-star del webging patrocinados por mazlaren… una marca de güisqui de Zamora.
Aunque si a ellas les gusta, yo la pruebo. Seguro.
Bueno, ya sé que algun@s opinan en contra del abuso de la publicidad.




2 de agosto de 2005

Pablo: Pruebas físicas II



Abrió de golpe la habitación y dijo, con energía:

-Vamos a realizar las pruebas físicas en primer lugar.

Me incorporé, mientras Marie recogía los instrumentos de pedicura, le sonreí, a Marie, claro, y me agaché para recoger los calcetines y los zapatos.

-¡No es preciso que se calce, ese equipamiento le sería de poca utilidad. ¡Sígame!
Salí detrás de ella, con los calcetines y zapatos en una mano, la bolsa de costado en la otra y el periódico bajo la axila.

Llegamos a la sala próxima a la recepción, donde se encontraban algunos de los candidatos hablando entre ellos. Al verme, enmudecieron. Mal asunto, pensé, sintiendo un escalofrío entre las vértebras.

Seguí a madame bovary hasta un rincón de la sala, donde había una mesa circular y de madera, adornada con bellos repujados de motivos orientales, sobre la que habían colocado una bandeja de cristal, también dorada y una copa.

-¡Tómese esto!

Me extendió una copa grande de balón, llena hasta el mismo borde con un líquido de tres colores: blanco en la zona inferior, amarillo en la central y violeta encima. Como una bandera, aunque algo agitada… y amenazante.

-¿Qué es esto?

-¡Confianza! Si pretende trabajar para nosotros, tendrá que confiar.

La base de toda relación, de todo crecimiento personal, espiritual y económico se fundamenta en la confianza. ¿Acaso está en desacuerdo?

-Sí, claro que sí. Conteste movido por un sentimiento profundo de obediencia a la sargento instructora.

-O sea, ¡Que lo está!

-Sí, digo, bueno, creo que… me beberé esto.

-Bien. Es leche de almendra, chartreuse amarillo y decantación de flor de lavanda. Le vendrá bien para reponer fuerzas. Además, representa la enseña de nuestra firma, Das Modern ETT: Blanco, pureza, honestidad, amarillo, alegría e hígado y violeta, templanza y lucidez.

Deglutí el brebaje. Cuando la franja amarilla alcanzó mi garganta, lancé un sonoro ¡puaj! y vomité lo que había ingerido, aderezado de una pulpa formada de mortadela a medio digerir, lechuga, pan y jugos gástricos. Medio bolo alimenticio sobre la tarima.

-¡Perdone! Dije, mientras un hilillo de líquido asomaba por mis fosas nasales y se escurría por la zona del bigote.

-Está muy fuerte para mí.

-¡Me alegro! Ha superado la primera prueba. No nos gusta contratar a bebedores ni a potenciales alcohólicos. El licor de la mezcla tiene 40º. El rechazo que le ha provocado y la velocidad con que lo ha conseguido demuestran que está usted en el centil 90 dentro de los no consumidores de alcohol. Aunque siempre hay un margen de error, evidentemente.

-Además, que lo ha digerido sin dudar demasiado. Es usted una persona disciplinada. De momento vamos muy bien. Y ahora, ¡Al vestuario! Sea precavido al elegir la vestimenta para las pruebas físicas. Tiene 5 minutos, ni uno más.

Me limpié con la manga del Pulligan que llevaba alrededor de la cintura. La bragueta se había bajado completamente, después de la aventura anterior y dejaba ver mis calzoncillos. Pero no había solución para el pantalón del uniforme del colegio.

La examinadora no dijo nada.

Yo tampoco. Me giré y caminé a buen paso hasta el final de pasillo.

El vestuario era, en realidad un dormitorio, dominado por una cama con colcha rosa rellena de miraguano, cojines a juego decorados con encaje blanco que al tocarlo comprobé que era de hule, unas cortinas a juego, hasta la mitad de la pared, cubriendo la ventana y dejando al descubierto una salamandra de invierno, cuyo tubo de humos se perdía en un agujero salida de chimenea junto al marco de la ventana.

Habían hecho un agujero en una de las dos cortinas y por allí pasaba el tubo.

No tenía tiempo que perder. Sólo disponía de 5 minutos, así que miré los elementos que había por el suelo, encima de una silla y en un galán de noche, que mesobresaltó porque, con la ropa que le cubría me recordó al panocho.

- Tres pares de botas Katiuska: negras, amarillas y verdes.

- Tres pares de zapatillas de deportes: unas de esas de corredor, unas victoria de verano con suela de goma y unas botas de lona roja, de baloncesto, tipo converse.

- Dos jerséis de cuello alto, uno de ellos escocés, de Shetland en tono hueso; el otro más fino, en angorina azul celeste.

- Un impermeable color azafrán, un anorak fosforescente, similar a los que utilizan los guardias urbanos y una coreana de estilo mod, años sesenta.

- Tres pantalones, uno de deporte, un peto de plástico o goma, de pescador, y otro de pana.

- Tres pares de calcetines, blancos de algodón, negros de hilo de escocia y gruesos de montaña, estos últimos a franjas marrones y amarillas.

- Tres modelos de ropa interior, un tanga con una especie de trompa por delante para, ¿guardar eso?, un tanga rojo más convencional y una gayumba como la que enseñan los vaqueros en las películas del Oeste, justo antes de zambullirse en una tina de madera.

Piensa, piensa, me dije, mientras me desnudaba.

Me puse el tanga con trompa, pero como la trompa era muy grande para mí, me lo quité y probé con el rojo. Por detrás me rozaba demasiado con la fístula que, por el calor, se me había reproducido hacía unos días así que me los quité y acabé con la gayumba.

Esta elección descartaba por completo los elementos deportivos de entre las elecciones posibles. Decidí con rapidez el resto de elementos porque me quedaban algo menos de dos minutos de tiempo:

Calcetines gruesos de montaña.
Jersey de Shetland
Peto de goma de pescador
Coreana
Katiuskas amarillas

El resto de calzado disponible, descartados los deportivos, era muy grande o extremadamente pequeño. Incluso estas botas eran ridículas de tamaño. Dentro de ellas mis dedos disfrutaban de tanto espacio como una bufanda en el contenedor de ropa usada de un hospital.

-¡Por esto me han hecho la manicura, digo, la pedicura! Pensé, en un alarde de lucidez. Aunque no me parecía la mejor explicación. En las boleras, por ejemplo, casi siempre hay calzado disponible para quien no utiliza uno propio. Y no te hacen la pedicura, bueno, al menos, no en la que yo frecuento.

Cuando acabé de disfrazarme tenía el aspecto de un extra como estibador en la película los lunes al sol.

Salí al pasillo y caminé tan deprisa como pude hasta el recibidor donde se encontraba la señora. Me habían sobrado 16 segundos.

Ella detuvo el cronómetro.

-¡Perfecto! Soltó, mientras sus labios anunciaban una mueca próxima al repudio y que pretendía formar el arco de una sonrisa.

-Aunque vamos a restarle cuatro puntos sobre los 9 posibles, porque no se ha colocado la caperuza de la coreana sobre la cabeza. Como antes había adquirido algunos puntos por su de la defensa personal, esto le deja casi como al principio, así que le aconsejo que combata en la lucha mexicana.

-Pero …

-Siga mi consejo, Pablo, ¡Anímese!

-Pero es que con el atuendo no llegaré muy lejos en el combate.

Ya me imaginaba corriendo por el ring con las botas Katiuska color amarillo, los dedos abrazados entre sí dentro de ellas y la caperuza de la coreana cubriéndome el flequillo, mientras el panocho me calentaba la espalda con la mano escayolada en acero.

Como si me hubiera preparado por mi cuenta para aprender budokan con unas instrucciones en polaco. Ese era mi aspecto.

¿De qué íbamos a trabajar aquí, bueno, donde fuera que nos enviarán?

Ya pensaba como un novato en cualquier oficio donde se trabaje de uniforme. Destinar era mi pregunta, Destino la respuesta.

Humor

Etiquetas:

1 de agosto de 2005

Pablo: Pruebas físicas I



Mientras Marie inicia el ritual de cortar mis uñas, yo inicio el ritual de preguntar sin dejar de mirar el cañón que forman sus muslos torneados, sabiendo que no conduce a nada la mezcla. Estoy derrotándome, cociéndome en un caldo de estulticia.

-¿Y lo de las uñas? Porqué lo de las uñas.

-Ya lo descubrirás después, Pablo, lo descubrirás.

-Pues yo también pienso hacer lo mismo por ti.

-¿Qué?

La sonrisa de Marie acaba por desmadejar mi autocontrol, intento hacerme con los alicates de manicura, los esconde, enlazando sus manos en la espalda, porfío con ella, bueno, por ella, me caigo, las piernas sobre la cama, las manos buscando soporte, no hay equilibrio por mi parte, ni físico ni mental, me deslizo hasta el suelo, caigo de bruces, doy con la barbilla entre sus muslos, ella suelta un pequeño gritito, no asusta a nadie, pero se oye un ¡Toc, toc! Sobre la puerta.

-¡En tres minutos se inician las pruebas físicas! Madame bovary ha hablado.

Al oír su voz, recupero mi compostura, más o menos. El jersey que llevaba anudado sobre el pantalón ha desaparecido –luego lo encontraré sobre la cama-, la cremallera del pantalón ha cedido completamente, y deja entrever una pistolita embutida de blanco abanderado, como un misil a punto de estallar, como un fantasma de corazones, o mejor, de picas. Me incorporo, no sin antes darme buena galla con las rodillas contra el suelo, lo que endurece la situación. Marie se apercibe de mi singladura cremalleril.

Intento recuperarme, insisto, ataco la cremallera, mientras el lobezno que hay dentro de mí sonríe con cara de marsupial retrogrado y murmura:

-Se ha atorado. Bueno, en realidad, se ha roto.

Marie, con una sonrisa desarmante, susurra:

-Falta el otro pie.¡vamos! No tengo todo el día, cambiando el gesto por uno a modo de enfurruñamiento infantil, morritos hacia fuera y fruncido de cejas. ¡Qué cejas!, ¡por favor!

-¡Vale! Pero te debo lo de la pedicura. Al fin y al cabo, también Jesús le hizo la pedicura a un montón, ¿no?

-Si. Tengo que hacerle la pedicura a un montón. En eso, tienes razón.

Definitivamente, lo que saliera de las pruebas no iba a ser fruto de mi preparación.

Más bien, un efecto lotería.



Etiquetas: